Por: Redacción

En el marco de la III Fiesta de las Culturas Indígenas, Pueblos y Barrios Originarios de la Ciudad de México se llevaron a cabo conferencias y talleres con el propósito de que la gente conociera más sobre este alimento de origen prehispánico que actualmente se consume en forma de alegrías, galletas y pepitorias, entre otros deliciosos dulces y alimentos típicos.

De esta manera, antropólogos, biólogos, especialistas y personas que se dedican al cultivo, transformación y comercialización del amaranto compartieron en el Foro Carlos Montemayor y en el Foro Centzontle, instalados en la plancha del Zócalo, diversos saberes sobre esta semilla importante en la dieta de los pueblos prehispánicos de la comarca.

En la conferencia Evidencias de la importancia de la alegría en la época prehispánica, exhibición de códices prehispánicos, impartido por la antropóloga Elena Mazzeto, el público pudo acercarse al papel ceremonial que las culturas prehispánicas le otorgaron al amaranto que, junto con el maíz, el frijol y la chía era base de su alimentación.

El Códice Florentino, magna obra de fray Bernardino de Sahagún, explicó, ofrece una mirada amplia acerca de la ritualidad que le otorgaron los aztecas al huauhtli, término náhuatl con el que se conocía a la planta y semillas del amaranto.

En la época prehispánica, comentó, el amaranto era usado en las ceremonias religiosas, por lo que casi se erradicó su cultivo y consumo durante el Virreinato debido al proceso de evangelización.

“En particular, sabemos que el amaranto tenía un uso muy importante en el ciclo de las fiestas religiosas. Los mexicas tenían dos calendarios, el adivinatorio y el solar, este último divido en 18 meses de 20 días, por lo que a lo largo del año había 18 fiestas religiosas, que iban acompañadas de ofrendas de comida, donde se usaba el amaranto”, detalló.

De acuerdo con la antropóloga, para celebrar la fiesta de Xiuhtecuhtli, Dios del Fuego, se preparaban tamales con la hoja del amaranto, acompañados por una salsa hecha con acociles y se consumían muy calientes.

“El uso más famoso en un contexto religioso es el hecho de que el amaranto era literalmente el cuerpo de los dioses; es decir, que en todo este ciclo de fiestas los nahuas realizaban efigies de sus dioses cuyo cuerpo era de amaranto”, explicó.

La doctora en ciencias Sara Hirán Morán Bañuelos, durante la conferencia La alegría de Tulyehualco como reserva de la diversidad biológica del Altiplano Central de México, señaló que el amaranto es un producto agro-ecológico que actualmente se cultiva en la sierra media de Tláhuac y Xochimilco, en las faldas del cerro del Teuhtli.

Comentó que existen evidencias botánicas del origen y domesticación de la semilla del amaranto que datan de hace 5 mil años e indican que la alegría ha estado presente en la vida de los habitantes de la Cuenca del Valle de México.

“Lo que tenemos en Tulyehualco es una tradición de generación tras generación que se ha heredado sobre cómo cultivar el amaranto. Ahí las familias saben exactamente cómo sembrar las semillas para generar las plántulas que se cultivan en las chinampas, en los llamados chapines”, detalló la especialista.

Estos conocimientos ancestrales de la siembra de la alegría son únicos, indicó, porque sólo en este lugar hay chinampas, de donde se obtienen las plántulas que luego son llevadas a las faldas del cerro para que ahí terminen de crecer y cuyo proceso dura alrededor de 6 meses.

También compartió con el público que la comunidad de Tulyehualco guarda celosamente esta tradición, donde desde 1970 se lleva a cabo la Feria de la Alegría y el Olivo, pues sabe cómo sembrar y reventar el amaranto, nombre que quizá adquirió debido a que las semillas cuando se revientan en el comal caliente parece que bailan de alegría.

Luego de un análisis, indicó que se concluyó que las plantas del amaranto llegan a medir hasta tres metros de altura, con espigas ramificadas o sin ramificar, con una amplia gama de colores, que van desde el blanco hasta el aladrillado, verde, rojo, morado y café, pero cuya semilla es blanca-amarillenta.

“En Santiago Tulyehualco hay por lo menos seis grupos de amaranto, donde las plantas de espiga verde pueden asociarse a la raza Mercado, las púrpura a la Azteca y el aladrillado al Nepal”, explicó Morán Bañuelos.

La dulce actividad artesanal del amaranto es el sustento de muchas familias y sobre esto habló Marco Antonio Bravo, de la Casa de Cultura de Tulyehualco, durante la conferencia Impacto económico de la alegría en la comunidad de Tulyehualco.

“Por tradición un gran número de habitantes nos dedicamos al cultivo y transformación del amaranto que se vio interrumpido en la Revolución Mexicana, pero se retomó en 1930. Durante esta época, el amaranto sólo se comercializaba en forma de palanquetas y pepitorias, que es la oblea con pepita de calabaza”, relató.

Originalmente, expresó, eran los hombres quienes recorrían las plazas, los cines y las iglesias para ofrecer sus productos y poco después, por necesidades económicas, las mujeres y los niños iban con canastas de carrizo a los barrios a comercializar las palanquetas, hechas con amaranto y piloncillo o miel.

Gracias al ingenio de los pobladores, señaló que a partir de la década de 1980 empezaron a elaborarse otros productos a los que se les incorporaron ingredientes como el cacao y se comenzó a producir harina de amaranto con que se preparan pan, tamales y atole, entre otras delicias.

Además de ser el principal medio de sustento de muchas familias, destacó que con la producción del amaranto la economía creció y permitió que los hijos de los campesinos pudieran ir a la escuela, por lo que existen numerosos casos de profesionistas que hoy orgullosamente son descendientes de generaciones de los “alegrilleros”.

Sobre las propiedades nutritivas de la alegría, señaló que es una fuente rica en proteínas y también se ha descubierto que es anticancerígeno y contiene aminoácidos esenciales, omega, ácido ascórbico, calcio y magnesio.

Entre los talleres que se ofertaron en la Fiesta de las Culturas Indígenas estuvo el de Propagación de la técnica y apropiación del oficio de “alegrillero”, donde el público tuvo la experiencia de ver cómo se revienta el amaranto y algunos de los asistentes pudieron llevarse el libro El amaranto como patrimonio gastronómico. Recetario de Santiago Tulyehualco, autoría de Maira Itzel Guerrero Jacinto y Felipe Carlos Viesca González, publicado por la Secretaría de Desarrollo Rural y Equidad para las Comunidades de la Ciudad de México (Sederec).

La III Fiesta de las Culturas Indígenas, Pueblos y Barrios Originarios, organizada en el marco del Día Internacional de los Pueblos Indígenas que se conmemora el 9 de agosto, se llevó a cabo del 27 de agosto al 4 de septiembre, con Ecuador, la Región Huasteca y el Pueblo de San Pedro Tláhuac como invitados y se tuvieron más de 400 actividades artísticas y culturales.