Por: Redacción

Una exposición de carácter interdisciplinario, con piezas en su mayoría de arte sonoro, inspiradas en El jardín de las delicias de Hieronymus Bosch, mejor conocido como El Bosco, abrió al público en el Museo de Arte Carrillo Gil.

Bajo el título Resonancias desde el jardín de las delicias. Una experiencia aural y de entropía con esta muestra, México se suma a la conmemoración de los 500 años de la muerte del pintor holandés.

Los misterios y enigmas de El jardín de las delicias que presenta el génesis, el pecado y la decadencia del ser humano, sirvieron de punto de partida para que 24 artistas se dieran a la creación de las 27 obras que integran la exhibición.

Esculturas e instalaciones sonoras, fotografía intervenida, pintura, paisajes, prototipos mutantes, videos, arte objeto e instalaciones interactivas que hacen referencia al cuadro pintado por El Bosco hace más de 500 años invitan a la reflexión.

Resonancias recibe al visitante con una reproducción de El jardín de las delicias, junto al paisaje sonoro Llixuri, pieza rica, orgánica y envolvente de Manrico Montero, creado a partir de grabaciones de insectos.

El público también podrá admirar la pieza El que todo lo ve, de Alejandro Fournier, alegoría fotográfica del génesis en que el espectador puede acercarse para “espiar” una serie de diapositivas.

Roberto Arcaute invita al espectador a sumergirse en Sistema, una capilla polifónica que reproduce de manera simultánea diferentes oraciones, mientras que Daniel Lara presenta un paisaje sonoro hecho con bocinas y lámparas a manera de jardín artificial de música.

En esta muestra, Ernesto Walker llega con la escultura sonora Algo no está bien, un panel de madera de las mismas dimensiones que El jardín de las delicias, formado por 216 bocinas que “gotean” información todo el tiempo y redistribuyen el sonido.

El joven artista precisó que las bocinas emiten tritonos, que “son tonos formados por dos notas y que en el tiempo de El Bosco estaban prohibidas, ya que el intervalo que hay entre las notas le llamaban el intervalo del diablo y no podías componer con eso”. Se trata de notas tensas, inestables, distópicas, que generan cierto malestar, aunque están bien tocadas.

Los asistentes también podrán disfrutar de un video de Cristian Manzutto donde presenta la belleza de la naturaleza fusionada con la arquitectura de la ciudad o jugar con la instalación interactiva de Ángel Sánchez que hace un videojuego con la cita El ángel exterminador.

María Antonieta Valerio y Cristian Delgado presentan Drosophila. Prototipo mutante, un aparato de impresión con moscas de fruta alimentadas con pigmentos, y Manuel Rocha hace lo propio con una escultura sonora realizada a partir de cuatro mofles que ofrecen una sinfonía de flatulencias.

Por su parte, Andrés Aguilar convoca al espectador a sumergirse en otra exposición con piezas del pintor Kraeppellin y la muestra finaliza con una obra de Miguel Cortés que, a través de un sol negro gigante suma todos los sonidos ambientales de la sala, los decodifica y reproduce.

Resonancias desde el jardín de las delicias. Una experiencia aural y de entropía, exposición que conjuga sonido y plástica, estará abierta hasta septiembre en el Museo de Arte Carrillo Gil, ubicado en Avenida Revolución No. 1608, esquina Altavista, Colonia San Ángel.