Por: César Dorado/

Experimental y sin limitantes artísticas, Robert Rauschenberg representa uno de los exponentes más representativos del expresionismo abstracto de la posguerra, movimiento en el que empleo una serie de materiales y utensilios poco convencionales que creaban una combinación armónica innovadora dentro de una estética auténtica poco digerible.

Nacido en 1925 en Texas, desde muy joven descubrió su interés por el arte y, debido a una intranquilidad incesante, migraba constantemente de ciudad en ciudad para encontrar motivos artísticos que los motivaran a crear obras pictóricas auténticas. Yendo de Kansas City hasta Nueva Yoyk y París-donde haría sus primeros estudios en artes plásticas-, el artista desarrolló su faceta primera faceta como pintor del expresionismo abstracto, en donde combinaba lienzos con ensambles de objetos dispares.

Para 1950 empezó a realizar sus “Combine-paintings”, una serie de piezas híbridas que combinan objetos de la vida cotidiana y los coloca dentro de una atmósfera exagerada y poco discernible. El propio Rauschenberg planteaba: ““un par de calcetines era tan apropiado para realizar una pintura como la madera, los clavos, la pintura al óleo o un lienzo”. Por ello, y haciendo una crítica a la sociedad consumista, utilizaba cualquier material de desecho.

Para finales de los 50 y comienzos de los 60, el artista comenzó a encontrar en la imagen una importancia trascendental que emplearía constantemente en su técnica y su vocabulario visual, afirmando que su arte “apostaba por introducir cualquier componente de la cultura popular de la época”. De esta manera, introduciría botellas de Coca-cola, imágenes del presidente Kennedy o incluso animales disecados para construir su concepto.

A través de estos elementos, se le ha considerado uno de los precursores del Pop Art pues se apropió de los iconos más representativos de la época y trabajó con su imagen mostrándolos en clave crítica. El enfoque de Rauschenberg a veces es considerado “Neo dadaísta”-una etiqueta que compartía con su amigo y pintor Jasper Johns- pues la disposición de los elementos materiales a través de los cuadros se revela con los cánones académicos.

Con el pasaje de los años, el artista se va a apoyando de la fotografía transferida al lienzo a través de la serigrafía, haciendo su trabajo un material más comercial y capitalizado, lo que lo lleva a ser alejado de su figura de artista como un simple artesano. Tras esta revolución artística comercial, hacen que para 1964 reciba el Gran Premio de la Bienal de Venecia.

A través de su constante preparación e innovación estética, el artista continúo innovando el mercado del arte, lo que llevó a ser portador del Premio Mundial Leonardo da Vinci de las Artes en 1995 por sus más de cuarenta años de trayectoria artística.

Para los últimos años de su vida continúo arropándose dentro del mundo del arte en compañía del también artista y su pareja, Darryl Pottorf, en la ciudad de Captiva Island.

Al igual que diversos artistas del siglo XX, Robert Rauschenberg alentó el desarrollo del arte contemporáneo por el uso de técnicas y materiales diferentes. De igual manera, alentó a que el arte se convirtiera en una herramienta generadora de dinero y que, sin precedentes, utilizara cualquier objeto de su cotidianidad para cautivar al espectador.