Autor Arnufo Roque Huerta

“Si se trata de una ramita de rábano o de rosal, se la puede dejar que crezca como quiera. Pero si se trata de una mala hierba, es preciso arrancarla inmediatamente en cuanto uno ha sabido reconocerla. En el planeta del principito había semillas terribles… como las semillas del baobab. El suelo del planeta está infestado de ellas. Si un baobab no se arranca a tiempo, no hay manera de desembarazarse de él más tarde; cubre todo el planeta y lo perfora con sus raíces. Y si el planeta es demasiado pequeño y los baobabs son numerosos, lo hacen estallar.”

En este pasaje de la obra de Antoine De Saint-Exupéry, el Principito había pedido que le dibujaran un borrego con la intención de que se comiera los baobab debido al gran peligro que estos representan para su planeta, y es él los consideraba árboles terribles de semillas terribles pero con la ventaja de que al ser detectados a tiempo podían liberar a su planeta de ser estallado por éstos.

El baobab es un árbol gigantesco  (20m de altura y 12m de diámetro) que llega a vivir hasta 5000 años; su nombre se deriva del árabe “BU-HIBAB” que tiene como significado fruto de las muchas semillas. Cuando leo este pasaje en particular (aunque todo el libro es genial) me imagino al Principito siempre atento a identificar las muchas semillas de baobab y en ocasiones arrancando los arbustos antes de que alcancen su tamaño máximo; éste tenía que ser un trabajo minucioso, un tanto laborioso pero muy necesario.

Esta labor le llevó a entender que requería de ayuda, pues al hacerlo él solo le era muy complicado saber cuáles eran las semillas del baobab (malas semillas) y cuáles eran semillas buenas y provechosas, entonces  necesitaba de alguien que pudiera identificarlas y aun cuando hubiesen crecido tuviera la capacidad para arrancar de raíz el arbusto que de ellas salía, arbusto engañoso que se muestra pequeño por la superficie pero que intenta crecer bajo tierra para llenar el planeta y hacerlo estallar. El Principito sabía que era muy fácil confundir a los baobabs (cuando estos aún eran pequeños) con los rosales (semillas buenas).

He tomado esta porción de tan interesante obra como alegoría en la vida de los jóvenes estudiantes, quienes al igual que el Principito viven en su propio planeta, un planeta tan pequeño como lo es el asteroide B 612, un planeta del que les cuesta trabajo salir, que es solo de ellos y no reciben intrusos, un planeta individual, único e irrepetible, donde se sienten seguros, el cual abandonarán solamente para buscar ayuda.

Es común que l@s muchach@s confundan con facilidad los arbustos de los baobabs con los de los rosales pues no están preparados para diferenciar las cosas que convienen con las que solo traerán problemas, no les es sencillo comprender que hay cosas muy prometedoras pero que crecerán solo para causar problemas, que existen pequeñas semillas las cuales se ven tan insignificantes, que no representarían ningún tipo de peligro y no causan preocupación, pero que pueden ser terribles pues están a la espera de germinar para invadir desde el interior de su planeta hasta hacerlo estallar.

El principito requirió la ayuda de un cordero (borrego) pues las características de éstos son las que se requerían para combatir el problema, pues un cordero es tierno y dócil, en cuanto a la ternura se refiere a la capacidad de ser cordial, cálido, agradable y en cuanto a lo dócil proviene del latín “docere” que significa enseñar, entonces podemos decir que requería la ayuda de alguien con la capacidad de enseñar siendo agradable cálido y cordial.

Aquí es donde entramos los adultos quienes tenemos que enseñar al joven a diferenciar entre los arbustos de los baobabs y el de los rosales, entre la semillas malas y las buenas, entre las cosas que prometen mucho pero solo lastiman y las que cuestan trabajo cuidarlas pero que dan buenos resultados. Pero no solo es enseñar sino hacerlo como la haría el cordero, siendo tiernos y dóciles, siendo delicados con los rosales para ayudarlos a crecer en el planeta del@ chic@, pero siendo feroces, firmes y determinantes al destruir las malas semillas y arrancar los arbustos que amenazan con hacer pedazos a nuestros jóvenes.

Nuestr@s chic@s necesitan ayuda, por más autosuficientes que se sientan, nuestra colaboración en su crecimiento siempre será de vital importancia para ellos y aunque tarden en salir de su planeta para buscar apoyo siempre necesitarán de un cordero que los libre de terminar estallando.