Autor: Arnulfo Roque Huerta 
El fin de semana próximo miles de egresados de nivel secundaria presentarán el examen diseñado por la Comisión Metropolitana de Instituciones Públicas de Educación Media Superior (COMIPEMS) en busca de un lugar dentro de las instituciones que integran dicho organismo, siendo las de mayor demanda las preparatorias de la Universidad Nacional Autónoma de México y las escuelas vocacionales del Instituto Politécnico Nacional, las cuales no tienen lugar para todos los aspirantes.

Josué estudiaba el tercer grado de secundaria el año pasado justo en este tiempo, se esmeraba por conseguir un lugar en la preparatoria número 9; estudiaba todos los días, preguntaba todo el tiempo sus dudas e investigaba donde fuese posible para conseguir su cometido. La disciplina en el estudio trajo buenos frutos y los resultados fueron favorables, para el mes de agosto ya estaba orgullosamente matriculado en la Escuela Nacional Preparatoria “Pedro De Alba” plantel 9.

Ya se veía concluyendo este nivel e ingresando a la universidad donde formaría parte de la selección de futbol, atletismo y cuantas más se pudieran. Recibiría su título, continuaría con algún posgrado y de ser posible una segunda carrera alterna; en fin conquistaría el mundo en cuestión de unos años convirtiéndose en el mexicano más destacado de la historia… lo único que le faltó es entender que para lograr una meta tan ambiciosa es necesario esforzarse, estudiar duro, acreditar las materias y sobre todo entrar a clases.

En su primer día en la preparatoria quedó deslumbrado por todo lo que la institución ofrece y no solo académicamente sino también por el sinfín de formas de diversión y entretenimiento al alcance de cualquiera. Siendo esto último siempre lo más atractivo fue seducido con facilidad, así que las aulas se quedaron esperándolo, los cuadernos no fueron usados, los maestros no le instruyeron, por tanto la meta se difuminó y la ambición se le terminó sin siquiera haber comenzado.

Josué dejó la escuela más rápido de lo que tardó en planear su estancia en ella, se fue sin entender lo difícil que es conseguir una matrícula en una prepa de esta índole, se fue sin explotar los recursos que la institución le ofrecía, se fue sin poder sentir el orgullo que causa el pertenecer a tan destacada escuela, se fue tirando por la borda un lugar demandado por miles de chicos que hubiesen aprovechado de mejor manera esta oportunidad única.

Historias como esta existen muchas, chicos que obtienen un lugar privilegiado y lo abandonan con más pena que gloria. Esto me lleva a dudar sobre la efectividad del sistema de selección de COMIPEMS, pues todo lo decide en un solo examen, el cual de ninguna manera refleja las habilidades y competencias reales de los participantes.

Y es que un examen puede ser en demasía subjetivo pues conozco alumnos que sin esfuerzo alguno llegaron a tener un afortunado día que los llevó a conseguir un lugar un su primera opción, mientras que otros que tienen todos los conocimientos, la disposición y la constancia necesaria pudieron ser víctimas de un sin fin de desafortunados acontecimientos que los llevaron a un fallido examen quedando fuera de toda posibilidad.

El hecho de no aprobar un examen no indica falta de conocimiento, mucho menos amerita la privación de estudiar en la institución de preferencia, pues es necesario partir de la etimología de esta palabra estudiar, la cual significa: “empeño, afición y afán de aprender”, entonces habría que responder a la pregunta: ¿Cómo podría un examen único demostrar objetivamente que un alumno es o no capaz de empeñarse y/ o afanarse en la búsqueda del conocimiento?

Aunque también es necesario tener en cuenta que no se podría dar cupo a cuanto alumno deseara tal o cual institución, pero estoy convencido que se podría ocupar otro sistema de selección, el cual podría constar de un ensayo escrito y un par de entrevistas realizadas por profesores de la escuela seleccionada. Países del primer mundo emplean este sistema para la selección de su alumnado el cual resulta ser efectivo y de resultados satisfactorios. En estos tiempos que tanto se habla de reformas y de educación por competencias sería excelente aceptar alumnos competentes en la educación media superior.

Pero como ésta es solo mi humilde opinión deseo a mis alumnos y también a quienes no lo son que el próximo fin de semana la fortuna les sonría y la suerte los acompañe, pues en la mayoría de los casos (lamentablemente) el factor fortuna es el que hace la diferencia.