Autor Arnulfo Roque Huerta 

Los doctores recomiendan que un chico de secundaria duerma entre ocho y diez horas para alcanzar un sano desarrollo físico y mental. Cuando un jovencito duerme bien se despierta con más ímpetu para llevar a cabo las actividades diarias, por el contrario cuando altera la naturaleza del mundo onírico despertará de mal humor, sin ganas de nada, falto de atención y puede provocar serios problemas en su salud.

Emilio es un chico capaz de comprender, captar y retener las enseñanzas sin mucho esfuerzo, es inteligente y con mucho carisma, sin embargo su desempeño académico es muy limitado, sus calificaciones dejan mucho que desear y el interés por mejorar brilla por su ausencia; en verdad es muy paradójico que un muchachito con tanto potencial consiga calificaciones mediocres o como se dice coloquialmente en nuestro país “pase de panzazo”.

El origen la problemática de Emilio no es nuevo pues desde que asistía a la primaria ha venido acarreando tal situación (esto lo sé tras investigar el caso), cada mañana al llegar a la escuela se le puede notar muy cansado y somnoliento, lo que a lo largo del día no mejora, por lo que durante las horas clases es fácil verlo dormir en la butaca. Muchos profesores han puesto lo mejor de sí para integrar al chico, mantenerlo atento y evitar que lo atrape Morfeo, pero los esfuerzos resultan inútiles.

Es bien sabido que los profesores no tenemos inferencia sobre lo que sucede en casa de nuestros alumnos lo que en estos casos nos ata de manos para afrontar el problema de raíz y así darle una solución efectiva pues lo que sucede con Emilio no es otra cosa que falta de descanso, pues duerme poco y duerme mal, por ello cuando llega al colegio se encuentra agotado y no hay estrategia o dinámica que funcione contra un cuerpo cansado y sin energía.

En los últimos tiempos se ha vuelto muy común que los muchachos vayan a dormir hasta altas horas de la noche, los motivos pueden ser variados: televisión, redes sociales, videojuegos, entre otras actividades que reducen el número de horas recomendadas para dormir. Es aquí donde los padres de familia juegan un papel muy importante pues si los chicos se distraen demasiado por las noches indica que no hay supervisión en el hogar o que simplemente no se han dado cuenta de las consecuencias que puede acarrear a sus hijos el no dormir bien.

Las consecuencias no son menores, por el contrario son muy alarmantes a tal grado que la vida misma se pone en peligro; hace un par de años se realizó un estudio en San Louis Missouri, Estados Unidos donde demostraron que el mal hábito de desvelarse libera una hormona llamada cortisol, la cual es la causante de desatar el estrés, éste a su vez aumenta la presión arterial la cual con el tiempo daña las arterias, el corazón y el cerebro.

Hablando del cerebro es bien sabido que el no dormir bien puede acabar con la creatividad de cualquier persona pues le es más difícil concentrarse, pensar y generar ideas, del mismo modo después de un desvelo cotidiano la persona se encuentra mayormente distraída lo que la hace más propensa a sufrir cualquier tipo de accidente que puede ir desde el más simple hasta uno que ponga en riesgo su vida.

Dejando de lado lo drástico y atendiendo males menores puedo decir que la falta de descanso pone de mal humor a cualquier persona pues sus emociones entran en shock y sus nervios son alterados; del mismo modo la falta del buen dormir puede provocar obesidad pues está comprobado científicamente que las personas que no duermen suelen comer peor; claro está que no se puede esperar que el desempeño académico sea aceptable cuando el descanso no ha sido prioridad.

El director, guionista y actor estadounidense Woody Allen tiene una excelente frase que reza: “Hay que trabajar ocho horas y dormir ocho horas, pero no las mismas”. Esto ejemplifica bien lo que se debe hacer en cuanto a la necesidad del descanso, todo tiene su tiempo, el estudiante a veces trabaja cuando tiene que descansar y por eso está cansado cuando tiene que trabajar.