Autor Arnulfo Roque Huerta/ 

Todos los días miles de estudiantes salen temprano de sus casas para ir a llenar las aulas de clases e intentar que el país poco a poco sea mejor. Tristemente esta actividad diaria llega a convertirse en una verdadera odisea para cada chico quien debe sortear entre otras cosas el tráfico, los ya comunes asaltos en el trasporte público, el acoso físico y por supuesto uno que otro loco, el cual por las prisas no respeta a los peatones.

Muchos chicos llegan a la Preparatoria Oficial no. 100 desde distintos lugares ya sea a pie o en trasportes variados: taxis, camionetas tipo combi, incluso autobuses. El lunes pasado me tocó viajar en uno de estos últimos sin imaginar que el conductor no haría el recorrido correspondiente, el cual permite la llegada a la mencionada escuela; al darme cuenta de esto confronté al chofer pidiéndole cumplir con la ruta establecida, a lo cual respondió que no era posible, acto seguido se detuvo en medio de la carretera, abrió la puerta y me pidió bajar pues él ya había tomado la decisión de avanzar por el camino que le dio la gana.

Al bajar noté que una joven estudiante también descendía, ella más preocupada que molesta pues el conductor había detenido su marcha un par de kilómetros más lejos de la ruta original; cabe destacar que el reloj marcaba alrededor de las 6:40 de la mañana por lo que la oscuridad aún era parte del ambiente, la carretera estaba solitaria y los automóviles pasaban a toda velocidad, es por eso que la alumna sentía nerviosismo, desconfianza y hasta temor.

Cuando la chica me reconoció como profesor se sintió un tanto más tranquila; me comentó que tuvo miedo pues no podía olvida la noticia de una joven estudiante que abordó el transporte público y jamás volvió a su casa. Dicha referencia es muy conocida pues conmocionó a todo el país pues la niña fue encontrada sin vida al interior de una combi donde antes fue violada; el responsable fue localizado y capturado aunque no pudo ser juzgado porque se quitó la vida antes de ser sentenciado.

Con eso en la memoria recorrimos el largo camino hasta alcanzar una esquina para poder cruzar al otro lado de la carretera donde se encuentra la escuela pero no fue nada fácil pues el semáforo no servía, había un tramo en reparación y los conductores no respetaban a una gran cantidad de estudiantes que ya tenían largo rato allí tratando de pasar la calle. Después de varios minutos por fin llegamos a la escuela lo que fue un respiro, esperando que el regreso a casa pudiese ser menos arriesgado.

Este caso es menor en comparación a lo que cada chico vive diariamente en el camino de su casa a la escuela, muchos me cuentan que preparan alguna moneda o billete de baja denominación por si son víctimas de la delincuencia, otros tienen dos celulares, uno de ellos de un valor monetario bajo por si algún amante de lo ajeno se los exige. No pocos han sido atropellados por automovilistas inconscientes a quienes no les importan las restricciones de velocidad indicados para las áreas escolares.

La verdad es que el estudiante mexicano se encuentra en desventaja en comparación con los de otros países; por ejemplo en Japón los chicos pueden ir a la escuela confiados en que cualquier ciudadano lo respetará y facilitará su trayecto al colegio, es de subrayar que niños de primaria viajan solos por el transporte público sin correr ningún tipo de riesgo. En el país nipón el estudiante es valorado, cuidado y se le da prioridad para que puedan realizar tan dignificante actividad.

Ahora que estamos tan cerca de las elecciones presidenciales en México, ofrezco mi voto al candidato que tenga la habilidad de formar, crear o idear una estrategia que garantice la seguridad de los caminos hacia la escuela; voto por el que pueda establecer una red de transporte segura, eficaz y de bajo costo exclusiva para escolares; declino a favor de aquel que otorgue beneficios reales no pantallas, por quien entregue becas dignas, no limosnas; por quien realmente sepa cuanto se gasta en los útiles escolares y no solo mande un par de cuadernos y otros tantos enseres de mala calidad.

Siempre se ha dicho que la juventud es el futuro del país, pero qué pasa cuando el país no ofrece un buen futuro para el joven, es allí en donde todo se estanca, se ensucia y se echa a perder. No podemos permitir que eso siga sucediendo, procuremos a nuestros estudiantes, démosles prioridad, protejámoslos, vamos a crearles un ambiente digno para que desempeñen sus obligaciones con tranquilidad y entusiasmo.