Por. Redacción/

El automóvil en México es un símbolo de estatus y de ascensión social, mientras que el transporte colectivo es considerado un medio inseguro, sucio, promiscuo, poco eficiente, mal conectado y peligroso, revela una investigación realizada en la Unidad Azcapotzalco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

La doctora Ruth Pérez López, catedrática Conacyt en el Laboratorio de las Ciudades en Transición de la Unidad Cuajimalpa, sostuvo que a partir del estudio fue posible identificar actitudes, comportamientos y representaciones sociales, tanto de los usuarios de autos, como de quienes utilizan el transporte público, analizando normas y valores asociados a la movilidad y la automovilidad en la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM).

La indagación Automovilidad en la ZMVM, coordinada por la académica de la Unidad Azcapotzalco Priscilla Connolly con financiamiento del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, está basada en 56 entrevistas en profundidad con automovilistas y usuarios de transporte público, que fueron aplicadas en tres colonias del Estado de México –Jardines de Morelos, en Ecatepec; Lomas Verdes, en Naucalpan, y Joyas de Cuautitlán en el municipio epónimo– y cuatro de la Ciudad de México –Álamos, Polanco, Granjas Navidad/la Retama y Tláhuac–.

Durante el seminario Ciudades en Transición, nuevas tecnologías y vehículos autónomos, la doctora Pérez López refirió que uno de los primeros aspectos que pudieron percibir es el carácter desgastante de los trayectos, que se expresan en función de si se usa vehículo colectivo o auto particular, y que se debe sobre todo al tránsito para aquellos que usan el automóvil y al congestionamiento en el transporte público.

La percepción sobre el tránsito es que no es una variable aleatoria, ya que la gente identifica como factores que lo propician los días de quincena y los de tianguis, además de los accidentes, la lluvia, las manifestaciones y los bloqueos, entre otras situaciones.

Los usuarios del transporte colectivo también manifestaron lo estresante de esa forma de movilidad, pues también consumen mucho tiempo debido a la falta de conexión entre diferentes puntos y el carácter fragmentado e interrumpido de los viajes.

Además, refirió que la saturación de los usuarios de ese medio y el tránsito producen sensaciones de ansiedad y desesperación; así los usuarios del automóvil se ven afectados por los tiempos de viaje y los de transporte colectivo sufren la congestión y la conectividad deficiente.

Al impartir la conferencia Prácticas, representaciones y experiencias de la movilidad cotidiana en automóvil en la ZMVM, la doctora en Cambio Social por la Universidad de Ciencias y Tecnologías de Lille, Francia, expuso que en la ZMVM se realizan 6.6 millones de viajes diarios en auto particular, según la encuesta de origen y destino del INEGI, del 2017; el promedio de ocupantes por automóvil es de 1.5, es decir, que 68 por ciento de estos viajes se realiza con un único ocupante.

En cuanto a los costos ambientales el sector transporte genera 49 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero y los automóviles 17 por ciento, además los daños a la salud son numerosos; por la contaminación del aire y en particular la inhalación de partículas pueden causar cardiopatías, cáncer, insuficiencia respiratoria, irritación en los ojos, así como contaminación acústica que tiene efectos nocivos, tomando en cuenta que los motores vehiculares son la principal fuente de ruido en la ciudad.

Otros efectos son los accidentes viales; en México hay 396 mil 254 accidentes de tránsito anuales exclusivamente en las zonas urbanas y a raíz de estos percances hay 134 mil 803 heridos, 15 mil 886 muertos y 860 mil que viven con algún tipo de discapacidad.

Los embotellamientos que incrementan los tiempos de circulación producen en las personas cansancio, estrés, desgaste emocional y, por tanto, una baja productividad laboral. A pesar de todos estos costos ambientales, sociales y económicos, el uso del automóvil se sigue incrementando.

La doctora Pérez López cuestionó si el vehículo autónomo podrá contrarrestar estos problemas, si será un medio más equitativo que el automóvil propio, si disminuiría el tráfico, si reducirían los accidentes viales, si emitirá menos gases tóxicos, y en qué medida éstos responderán en forma eficiente a las necesidades de movilidad de las personas que viven en las ciudades.