Por José Sánchez López

En el mercado de juegos pirotécnicos era otro día más. Si acaso tenía algo de especial era el esperado arribo de los payasos “Los Destrampados” del programa “Venga la Alegría” de TV Azteca, que ofrecerían un show y darían autógrafos en uno de los puestos del tianguis.

En el tianguis “San Pablito” del pueblo de Tultepec, denominado “La Capital Nacional de la Pirotecnia”, los coheteros pensaban vender al menos 100 toneladas de artefactos pirotécnicos durante la temporada decembrina.

“Los Destrampados” llegaron en el momento en que las explosiones destruían los puestos.

El pasado 5 de agosto, Juan Ignacio Rodarte Cordero, director general del Instituto Mexiquense de la Pirotecnia declaró públicamente que el tianguis de pirotecnia de “San Pablito” era el más seguro en Latinoamérica, con puestos perfectamente diseñados y con los espacios suficientes para que no se diera una conflagración en cadena en caso de un chispazo”.

La  realidad fue otra.

Hasta el momento no se sabe cuál fue la causa que originó la conflagración, ocurrida a las 14.50 horas de ayer, que dejó un saldo mortal de 33 personas muertas; 71 lesionados, de los cuales 10 de extrema gravedad, con quemaduras en un 80 por ciento y decenas de desaparecidos.

Una versión obtenida entre los coheteros, no confirmada por las autoridades, señala que probablemente un cohete fue encendido  y prendió la pirotecnia que había en el lugar.

Ello fue el inicio de cuando menos una serie de seis explosiones, que originaron enormes llamas, mismas que arrasaron con los puestos que estaban atiborrados con toda clase de explosivos.

En cuestión de segundos, dicen algunos de los visitantes y puesteros que resultaron ilesos,  entre ellos la señora Crescencia Francisco García,  señalaron que en un instante “todo estaba prendido. Todo estaba explotando, las piedras salían volando, pedazos de tabique, todo estaba volando”, dijo.

El sitio se llenó de truenos, llamas y humo. La desbandaba fue general. Todo mundo trataba de ponerse a salvo, incluso se veía a gente que corría envuelta en llamas que se  se arrojaban al suelo tratando de apagar el fuego.

Los estallidos se escucharon a kilómetros de distancia  y las gigantescas columnas de humo se podían apreciar desde muy lejos, a la vez que se cimbraban los vidrios y paredes de las construcciones cercanas.

Las explosiones fueron de tal dimensión, que derrumbaron por completo los puestos y calcinaron varios automóviles estacionados en la zona.

Bastaron unos cuantos minutos para que los cuerpos de emergencia médica y personal de la Base de Operaciones Mixtas (soldados, policías federales, estatales y municipales), y  socorristas,  llegaran al lugar a prestar auxilio.

Simultáneamente la ciudadanía también reaccionó, como en todos los casos de desastre y vecinos de las colonias, comunidades y desarrollos cercanos y otros no tanto, comenzaron a llegar y a colaborar en el auxilio y rescate de las víctimas.

En el lugar, fue posible localizar a 26 personas que habían muerto a causa del siniestro, mientras que muchas otras fueron llevadas a los hospitales más próximos.

Los heridos quedaron internados en nosocomios de Lomas Verdes, Tultitlán, el Hospital de Especialidades de  Zumpango, la Cruz Roja de Polanco, en la Ciudad de México, entre otros.

Más tarde se sabría del deceso de seis personas más y que tres menores, debido a la gravedad de sus quemaduras, serían trasladados al hospital de especialidades Shrines, en Galveston, Texas, gracias a la fundación Mcihou y Mau, de Virginia Sendel de Lemaitre, para que puedan recibir  atención médica especializada.

Miembros del Consejo de Participación Ciudadana de diversas juntas de vecinos, entre ellos de la Región 27, Hacienda del Jardín Segunda y Tercera, se sumaron para ayudar.

Entre ellos las señoras Katy, Norma, don Miguel y otras personas más, así como varias chicas de un autolavado de dichos fraccionamientos, se dieron a la tarea de reunir agua, alimentos, vendas, gasas, alcohol, medicinas y todo lo que pudiera ser de ayuda para los afectados.

Por ese hueco comenzaron a cruzar decenas de vecinos a sumarse al auxilio de las víctimas.

-La sensación era horrible, dijo Norma, una de las voluntarias, pues lo mismo caminábamos pisando ladrillos, piedras, que fierros retorcidos y a veces “algo blando que no sabíamos que era”.

De manera oficial se habla de 33 personas muertas, 71 lesionados y 51 desaparecidos, aunque para el secretario de gobierno del Estado de México, José Manzur Quiroga, no hay desaparecidos, “pues las personas que se reportaban como desaparecidas, fueron localizadas por sus familiares en hospitales de emergencia”, aseguró.

Por su parte, el gobernador Eruviel Ávila Villegas y Armando Portuguez Fuentes, alcalde de Tultepec, se presentaron al lugar para declarar que lamentaban lo ocurrido, dar su pésame a los deudos, garantizar que los gobiernos estatal y municipal correrían con toda clase de gastos y asegurar que se llegaría “hasta las últimas consecuencias para encontrar al culpable de la tragedia”.

Mientras muchas víctimas siguen hsopitalizadas, las autoridades y comerciantes que sobrevivieron al siniestro, ya piensan en la manera de reiniciar sus actividades de venta de juegos pirotécnicos.