Por: Mugs Redacción

En el Observatorio Astronómico Nacional de San Pedro Mártir (OAN-SPM), a cargo del Instituto de Astronomía (IA) de la UNAM, hoy se inaugura, por primera vez en 36 años, un telescopio nuevo, en este caso robótico: el Bootes-5 que detectará, principalmente, la contraparte en luz visible de los destellos de rayos gamma, las explosiones más poderosas conocidas en el Universo.

Con este instrumento, colocado en colaboración con el Instituto de Astrofísica de Andalucía, España, se da un paso importante en la apertura del OAN para ser un laboratorio internacional.

Además, se suma a una red de telescopios idénticos: dos en España, uno en China y otro en Nueva Zelanda. Gracias al quinto instrumento, en la UNAM, se completa la cobertura de 24 horas de observación para ese tipo de fenómenos astronómicos, los cuales se podrán ver cuando ocurran, sin importar la hora, informó William Lee, director del IA.

A pesar de ser relativamente pequeño, de 60 centímetros en el espejo, y de observar en luz visible, como nuestros ojos, es muy importante, tanto como la renovación y actualización de la infraestructura del OAN-SPM. De ese modo, el telescopio se suma a otros tres: de 2.1 metros (inaugurado en 1979, y que era el más reciente con el que se contaba), de 1.5 metros y de 84 centímetros.

Las explosiones más brillantes

El proyecto Bootes, que toma su nombre de la constelación homónima, también conocida como El Boyero, y que a la vez es el acrónimo de Burst Observer and Optical Transient Exploring System, es una iniciativa del grupo encabezado por Alberto Castro Tirado, del Instituto de Astrofísica de Andalucía.

Su objetivo principal es la observación de eventos transitorios, aquellos “que explotan y brillan con intensidad un rato y luego decaen”, como los destellos de rayos gamma, las explosiones más brillantes del cosmos, descubiertas hace cuatro décadas, explicó.

En el cielo nocturno, en apariencia inamovible, todo el tiempo hay cambios. Por ejemplo, las estrellas nacen, viven y mueren; al ocurrir esto último se producen estallidos espectaculares, que se ven a distancias enormes.

Los destellos de rayos gamma son fenómenos interesantes, que relatan la muerte de estrellas masivas, lo que permite, a su vez, estudiar la historia de la formación estelar en el Universo y entender el ciclo vital de esos objetos cósmicos.

“Eso es importante porque al término de su vida las estrellas arrojan elementos químicos al medio interestelar más pesados que los que las formaron al inicio. Ellas arrancan con los elementos más sencillos, hidrógeno y helio, y durante su existencia ‘cocinan’ en su interior otros más pesados, todos los de la tabla periódica, que expulsan al morir.

“De ahí vienen otras estrellas con composición un poco distinta, que también incluye al carbono, nitrógeno, oxígeno y hierro, los elementos que conforman a nuestro planeta, al agua, al ADN, la hemoglobina, en fin, a nosotros”, precisó Lee.

Por eso los destellos de rayos gamma ayudan a entender la historia de la evolución química del Universo, que constituye una pregunta fundamental de la astronomía.

Además, al ser tan brillantes permiten hacer mapas a gran escala. “Son como faros que hacen posible ver el cosmos en todas las direcciones y a grandes distancias; eso tiene implicaciones en los estudios de cosmología y de formación de galaxias”.

En Red

Las explosiones más brillantes del Universo se registran, primero, en altas energías, en particular rayos gamma. Pero debido a que nuestra atmósfera es opaca a esa radiación, hace falta tener satélites en órbita para detectar tales fenómenos. Ellos dan aviso de la ocurrencia de una gran explosión.

En este caso se envía por radio una alerta con las coordenadas del fenómeno astronómico a la central de datos del proyecto Bootes. Entonces, el telescopio robótico indicado responde sin preguntar a un operador y apunta inmediatamente en esa dirección.

Visto en rayos gamma, el evento dura unos cuantos segundos o minutos; la luz visible perdura unas horas o un par de días, cuando más. Después, decae tanto el brillo que ya no se ve nada, por lo que “es importante responder rápido”.

El proyecto tiene esa intención y contar con instrumentos en varios sitios del mundo por dos razones fundamentales: no se sabe en qué momento va a suceder el evento y si la coordenada donde ocurrió está arriba del horizonte o no.

Se requiere un lugar donde sea de noche para observar la contraparte en luz visible del fenómeno. Por ejemplo, si se presenta un destello y en China es de día, aquí sí podremos verlo. Además, con el telescopio en Nueva Zelanda se tiene la cobertura del hemisferio sur.

Debido a que las explosiones no ocurren todo el tiempo, el Bootes-5 también se ocupará en observar nebulosas, galaxias enanas o estrellas variables, de acuerdo a los programas que sean propuestos y aprobados para ejecución.

Aunque, aclaró William Lee, los destellos gamma tienen prioridad y si el telescopio observa otro objeto y en ese momento llega una alerta, se detendrá y de inmediato girará a donde le indique el satélite. Una vez que se hayan obtenido los datos correspondientes a la alerta, retomará las tareas programadas.

Colaboración

Como parte de la colaboración a través de un convenio con el Instituto de Astrofísica de Andalucía, dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), de España, ambas partes contribuyen con elementos distintos.

Los españoles aportaron el telescopio, la cámara y las partes mecánicas de la estructura, y la UNAM, el sitio privilegiado de observación en San Pedro Mártir (uno de los cuatro mejores en el mundo para los estudios), la obra civil y el soporte del instrumento, así como la infraestructura de energía y telecomunicaciones necesarias.

“Se hizo un pequeño edificio, una caseta de planta cuadrada de alrededor de 20 metros cuadrados y en dos niveles para albergar al telescopio, que se montó en la planta superior, donde una cúpula de dos gajos se abre completamente para mirar hacia cualquier dirección con la mayor rapidez”.

Bootes-5 se ubica en el área general donde se encuentran los demás telescopios, en una colina a un costado del camino de acceso, muy cerca del de 2.1 metros.

Con una inversión aproximada de 230 mil euros, compartida entre ambos institutos y el Conacyt (mediante el programa de Laboratorios Nacionales del cual el OAN-SPM forma parte), el proyecto está a cargo de David Hiriart, investigador titular del IA en la sede de Ensenada.

Como parte del acuerdo, los astrónomos mexicanos no sólo tendrán 40 por ciento del tiempo del telescopio para sus diversas investigaciones, sino que podrán hacer uso de los instrumentos ubicados en China, Nueva Zelanda y España.

Para concretar este proyecto se contó con el apoyo de la Coordinación de la Investigación Científica,  la Oficina del Abogado General de esta casa de estudios y la Secretaría de Relaciones Exteriores, dado que el CSIC es una instancia nacional.

William Lee recalcó que a pesar de ser un sitio privilegiado por tener 80 por ciento de noches despejadas al año, ser muy oscuro y con una atmósfera estable y limpia, el desarrollo y la inversión en el OAN habían estado hasta ahora exclusivamente a cargo de la UNAM para su crecimiento y mantenimiento, “pero es muy difícil que una sola institución pueda desarrollar a plenitud un sitio como éste, pues las inversiones que se requieren son fuertes”.

Los otros tres sitios excepcionales para esta tarea son Chile, las Islas Canarias y Hawái, que operan desde hace años con consorcios internacionales enormes, donde participan 15 países y la inversión acumulada es 200 veces más grande que en San Pedro Mártir.

“Por ello, hemos buscado asociarnos para conseguir fondos que sean concurrentes a los que puede aportar la UNAM y el Conacyt; éste es el primer logro. Hay otros proyectos en curso y obra. Esperamos inaugurar dos más el año que entra, todos encaminados a transformar al Observatorio en un laboratorio internacional”.