Por: Redacción

Los estudios sobre discapacidad han sido abordados desde la medicina y la sociología con un criterio cognitivo significativo, sin embargo es preciso orientarlos también al análisis y la construcción de reglas relativas a las costumbres, la cultura, la ética y el derecho con un enfoque antropológico.

Los doctores Mario Antonio Mandujano Valdés y María del Carmen Sánchez Pérez, autores del capítulo Las Redes de Estudios de la Discapacidad –incluido en el libro Hacia una visión antropológica de la discapacidad, editado por la Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM)– señalan que hablar del tema es referirse tácitamente a marginación, discriminación, negación o comportamiento caritativo.

El modelo social de estudio sobre ese fenómeno trata el aislamiento y la exclusión que viven quienes tienen impedimentos físicos en la sociedad, además de que las barreras arquitectónicas a las que se enfrentan son latentes en las disciplinas que estudian el asunto, pero respecto de los prejuicios, la significación social y las construcciones culturales de la diferencia, la anormalidad o la característica corporal, la orientación social es la que ha brindado mayores aportes.

En el mundo se estima que 15.3 por ciento de la población presenta algún impedimento anatómico o funcional, aproximadamente 978 millones de personas de los siete mil millones cuantificados en 2011.

En México en el año 2010 fueron censados 10.25 por ciento de personas con impedimentos físicos de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), cerca de 11.5 millones, registro que refleja la importancia en términos cuantitativos y la trascendencia cualitativa que adquiere un carácter universal.

Los números refieren que es un aspecto que presenta un complicado conjunto de condiciones que tienen que ver con el complejo biológico y su relación con el contexto socio cultural. Un alto porcentaje de quienes la padecen no tienen acceso a servicios de salud, educación, oportunidades de empleo, acceso a rehabilitación, aunado a que viven en condición de pobreza y sufren de exclusión social cotidiana.

En el campo sociológico la discapacidad es inherente a prácticas excluyentes y es por tanto una forma de opresión social que restringe a quienes la padecen de la participación tanto por su situación física como por la realidad temporo espacial del entorno, que efectivamente no es la adecuada, y la consideración de facilitar su movilidad y otras formas de inclusión son pocas o nulas.

Desde una perspectiva cultural, tanto las propuestas de naturaleza social como las concepciones médicas de la salud, la enfermedad y la discapacidad entran en juego, de tal forma que la sociedad y el Estado enfrentan aspectos morales y políticos que buscan incluir y atender las necesidades de los individuos que soportan alguna invalidez, pero lo cierto es que dadas las situaciones demográficas y económicas sigue siendo un problema humano no resuelto.

La medicina no ha logrado resolver la discapacidad en términos de prevención y manejo integral, dado que el peso de lo social y cultural queda fuera de su campo de acción y el modelo social no ha conseguido resolver la integración, eliminar la marginación, la discriminación y la opresión.

Los autores señalan una hipótesis de la que debe partir una reflexión más profunda sobre el tema: la necesidad de atención es enorme debido a la frecuencia e impacto social de los impedimentos.

Los estados no resuelven porque no saben, no pueden o no quieren; las aseguradoras retiran la posibilidad de brindar sus servicios a ciertos casos de discapacidad; la caridad privada trata de contribuir sin resultados reales, ante la inhabilidad para resolver la miseria, la enfermedad y la marginación.

La aportación de un enfoque antropológico al tema contribuiría a la discusión de las posturas divergentes de la biomedicina y de las ciencias sociales, incluyendo a las minorías como el sector más relevante, ya que a la fecha ha sido demostrado que cada uno de estos campos de estudio, de manera independiente, no pueden dar cuenta cabal del problema ni proponer soluciones.

La investigación en discapacidad tiene aún un largo camino por recorrer, ya que los estudios etnográficos, los testimonios y las historias de vida permanecen en el ámbito de la abstracción y en la retórica, por lo que es preciso darle un marco teórico potente que reoriente sus temáticas.