Por: Redacción/

México registra más de 10,000 kilómetros de costas y gran cantidad de fuentes hídricas interiores donde es posible hallar microalgas y cianobacterias de agua dulce, marina y estuarina, organismos poco estudiados pero que debido a los metabolitos que producen tienen amplios usos en las industrias farmacéutica y de la alimentación, así como en la medicina y los procesos de biorremediación medioambiental, informó la maestra Mónica Cristina Rodríguez Palacio.

La profesora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) explicó que el Laboratorio de Ficología Aplicada de la Unidad Iztapalapa está dedicado a la formación de una colección de cultivos aislados de microalgas de diferentes regiones del territorio nacional y cuenta hasta el momento con 400 cepas clonales –hechas a partir de una sola célula– que corresponden a 180 especies de los grupos principales.

“Al ser un país megadiverso muchos de estos microorganismos no se han analizado, por lo que decidimos aislar y tipificar parte de la biodiversidad microalgal para constituir un acervo genético del material que se encuentra en algunos de los cuerpos de agua”, destacó la investigadora.

Esta labor ha abierto las puertas a presentes y futuras indagaciones respecto del potencial del material, ya que se han realizado bioensayos con ejemplares para estudios de mitigación, detección de actividad tóxica, antibiótica, anticoagulante y de tipo taxonómico que ayuden a redefinir sus ciclos de vida, agregó la académica del Departamento de Hidrobiología.

Algunas variedades han sido colectadas en zonas sometidas a cambios ambientales por el desarrollo económico de la región costera, que van desde el aumento de construcciones, descargas de drenaje, contaminación por embarcaciones de transporte hasta el turismo, los huracanes o los ciclones, por lo que el fin es trabajar en acciones para revertir los efectos perjudiciales a esos organismos, ya que “hay especies asociadas a la formación de florecimientos algales que pueden ser tóxicos o nocivos”.

En el tratamiento de descargas residuales se adaptan fácilmente a cantidades de nutrientes altas, puesto que los aprovechan como comestible y son muy eficientes para eliminarlos y reutilizar el vital líquido o regresarlo al cuerpo de agua receptor sin causar problemas de eutroficación: exceso de algas y macrofitas en esos sistemas.

En entrevista, Rodríguez Palacio especificó que una línea de investigación que desarrolla en el Laboratorio está relacionada con el campo de la alimentación, pues “las cianobacterias como la espirulina generan grandes cantidades de proteínas, vitaminas, betacaroteno, hierro y nutrientes esenciales óptimos para el consumo humano o animal”.

El proceso de producción de esos microorganismos se realiza en sistemas de cultivo libre, en el que las algas se dispersan en una columna de agua, así como en cultivos inmovilizados que facilitan el mecanismo de cosecha, pues son soportes semejantes a las perlas de hidrogel.

Con el crecimiento de la población se ha incrementado la demanda alimenticia, mientras que en zonas rurales hay personas con severo grado de desnutrición porque las comunidades registran niveles altos de marginación y el acceso a proteínas de origen animal es casi nulo, debido a que ingieren carne una vez al año o cada seis meses.

En ese contexto resulta indispensable implementar una fuente proteica, por lo que la espirulina es una opción por ser una cianobacteria que no requiere de mucho espacio físico para su cultivo, no compite con la producción agrícola y puede crecer en tierras infértiles, apuntó la docente de la Unidad Iztapalapa de la UAM.

El alga fue un alimento muy recurrido en la época prehispánica y era cosechada en el Lago de Texcoco, sin embargo, se perdió porque fueron edificadas casas-habitación y debido a una elevada contaminación de metales pesados; no obstante, empresas de países desarrollados la han extraído para reproducirla a gran escala, al igual que la llamada Haematococcus pluvialis, relevante por su contenido en carotenos.

Ese producto como suplemento alimenticio es costoso, a pesar de que la inversión para su obtención no es cuantiosa y es consumido por deportistas o personas que siguen una dieta vegana, por lo que “hemos trabajado desde hace años en colaboración con la Universidad Iberoamericana de Puebla (UIAP) para llevar cultivos de espirulina a comunidades de la sierra de ese estado.

El equipo de investigadores ha emprendido sistemas del tipo en la montaña de Oaxaca –Chiquihuitlán de Benito Juárez– y en la sierra de Puebla –Jonotla– donde “recientemente fueron instalados módulos de cultivo donados por la UIAP y se ha capacitado a la población mediante cursos y talleres de cocina para que integren el alga al alimento, pero sin cambiar sus costumbres pues el propósito es que sea un ingrediente más en la dieta”.

El consumo de cuatro gramos al día de espirulina es suficiente para nutrir a una persona, ya que equivale –aproximadamente– al valor proteínico que contiene un bistec, puntualizó la maestra en biología por la UAM, quien celebró que los pobladores de Oaxaca hayan mostrado interés por incorporarla a frijoles, dulces de amaranto, palomitas de maíz o memelas y relató que en Chiquihuitlán han brindado cursos a mujeres y madres solteras para prepararlas en la materia.

En esa zona fueron implementados fotobiorreactores, que son sistemas rústicos cerrados que evitan la contaminación o que pierdan agua por la evaporación y “están suministrados por medio de un panel solar, por tanto, no tendrán un gasto energético extra y no implicarán una inversión”.

Por el momento fueron instalados un equipo de 50 litros y cuatro de cien litros que han reportado un crecimiento positivo de la cianobacteria, así como niveles más altos de proteína, respecto de los hallados en el Laboratorio, lo que significó una adaptación positiva de la especie a pesar de los cambios bruscos de temperatura: frío por la noche y calor por la mañana.

“Hemos incluido la participación de alumnos de las divisiones de Ciencias Biológicas y de la Salud y de Ciencias Sociales y Humanidades, quienes han sido un vínculo importante entre la institución y la comunidad, ya que ellos logran tener una conexión inmediata con la gente, por lo que hemos transmitido parte del conocimiento generado en la Universidad”.

La hidrobióloga por la UAM adelantó que el plan será impulsado en más lugares del estado de Oaxaca y agradeció el apoyo de los maestros Cruz Lozano Ramírez, profesor del mencionado Departamento, y Óscar García y Óscar Cortés, académicos de la UIAP, así como de los integrantes de la Organización la Esperanza del Mañana, entre otros colaboradores.

El cultivo de microalgas se ha vinculado desde hace dos años al Proyecto de Extensión Comunitaria dirigido por el maestro Agner Guerrero Sandoval –coordinador de la Licenciatura en Ciencia Política de la Unidad Iztapalapa– con la finalidad de difundir sus beneficios.