Autor: Arnulfo Roque Huerta /   
La tarde del jueves pasado llegué a la escuela a cubrir el turno vespertino y me llevé la sorpresa de que todos los hombres se cubrían la cabeza, algunos con gorras y otros con gorros para el frío aunque en ese momento estaba haciendo calor; fue entonces que me atreví a preguntar el motivo de esta extraña conducta. Pronto recibí respuesta, la cual llevaba un dejo de tristeza o mejor dicho molestia: como regla de la institución los chicos tienen que cortarse el cabello casquete corto para poder ingresar a tomar sus clases.
Por supuesto esto me remontó a mis épocas de estudiante cuando desde la entrada los prefectos nos detenían para literalmente con la regla medir los centímetros del corte de cabello y si era más largo de lo permitido (cuando menos por un centímetro) nos regresaban a nuestras casas para cortarnos aún más nuestro tan preciado cabello (en el mejor de los casos) pues si esto se repetía un par de días, ellos mismos tomaban unas tijeras y cortaban sin importar la estética del corte dejándonos como coloquialmente decíamos: “tuzados”.
Así como a mí y a mis compañeros de aquellos tiempos nos molestaba esta regla del corte de cabello, a los chicos de hoy no sólo les incomoda sino que también les indigna y los hace sentir humillados ante toda la escuela; por ello me han preguntado el motivo de tan estricta norma. Pues bien, respuestas existen muchas por lo que de primera mano les contesté que al firmar el reglamento de ingreso a cualquier institución se aceptan los términos y condiciones, entonces ellos (o mejor dicho sus padres) estuvieron de acuerdo desde un principio con el tipo de corte para poder ser miembros de la escuela.
Cómo era de esperarse la respuesta nos les satisfizo del todo y debo confesar que a mí tampoco, por ello me di a la tarea de investigar el porqué de esta reglamentación sin encontrar algo que realmente lo justifique, aunque sí puedo decir que una de la razones me parece un tanto coherente, la cual tiene su sustento en la higiene, pues desde hace ya muchos años la epidemia de los piojos era (y aún es) un grave problema en la sociedad y las escuelas se convirtieron en el lugar perfecto para la proliferación de dicha plaga, por lo que la mejor solución (antes) era rapar por completo a los infectados, los cuales muchas veces era la totalidad de los alumnos. Con el paso del tiempo y previendo más problemas como estos, se implementó como requisito de inscripción un corte de cabello en extremo corto conocido como casquete corto.
Me parece que esto es una buena razón, sin embargo en estos tiempos se puede tener mucha higiene sin la necesidad de arruinar el peinado y es que para los jóvenes de este tiempo el cabello es parte de su personalidad, habla de ellos, los hace sentir con mayor atractivo, les da confianza y mayor seguridad; muchos lo cuidan a tal grado que compran shampoo especial y son capaces de pagar grandes sumas de dinero por un buen corte.
Desde un punto de vista muy personal (y sin el afán de romper ninguna regla) creo que el cabello no es un impedimento para aprender; el hecho de conservar el cabello largo o corto, así como peinarlo de una o otra forma no interfiere en lo absoluto con la capacidad el alumno de comprender los temas, nos les evita adquirir los aprendizajes esperados, así como las competencias. Pienso que se puede ser más flexible en este punto del reglamento escolar, sin exagerar en el largo del peinado o en lo corto del mismo, mediar la situación siempre y cuando se tenga la debida higiene.
Solo como dato: en Finlandia el país con el mejor modelo educativo a nivel mundial, los alumnos no usan uniforme y mucho menos son obligados a portar un corte de cabello específico; por el contrario los dejan ser y estudiar como se sientan más cómodos, pues de alguna forma el cabello también es parte de su personalidad y parte importante para su autoestima. Jamás pienso ir en contra de un reglamento establecido en cualquier institución pero sí pienso que se puede ser más flexible en este ámbito.
Concluyo con una frase de “Mafalda”, la cual es una tira cómica de Quino para que podamos reflexionarla: “No ando despeinada sino que mis cabellos tienen libertad de expresión.”