Por Arnulfo Roque Huerta

Siempre he creído que cada persona tiene la capacidad de conseguir lo que desee, alcanzar sus metas y lograr sus objetivos con el mínimo de esfuerzo, aunque claro está que hay quienes deben poner mayor empeño, dedicación y esfuerzo, pero aun así las oportunidades y las condiciones llegan para todos. El éxito no hace distinción de personas, solamente está allí esperando a que el individuo se despierte y lo tome.

Para algunos lo que asevero será mentira, para otros válido y para muchos más exagerado, sin embargo solo pido que lo recapaciten y se den cuenta que las cosas buenas ocurren más a menudo que las negativas, pero la mentalidad con la que crecen la mayoría de los mexicanos los lleva a acostumbrarse al fracaso y a encerrarse tanto en él que cuando llegan las oportunidades no logran verlas, desconfían, les da flojera perseguirlas o peor aún les da miedo.

He sido asignado a un grupo de preparatoria oficial en el turno vespertino en el cual he podido confirmar que muy pocos estudiantes entienden la gran oportunidad de ser parte de la población estudiantil, no se dan cuenta que pueden ponerle a fin a una cadena de fracasos generacionales, que los límites y las barreras se los ponen ellos mismos, que tienen la capacidad y la desperdician en pensamientos absurdos e ideales que los hunden en la mediocridad y la frustración.

En este grupo de aproximadamente 57 alumnos he visto chicos con talentos impresionantes pero con una mentalidad tan derrotista, la cual representa una enorme carga en su caminar diario y al final termina por aplastarlos, dejando sus talentos hechos añicos, al mismo tiempo que termina con la posibilidad de una mejor vida. He visto que no ignoran sus habilidades pero les es más fácil omitirlas para evitar el compromiso, el esfuerzo y el desgaste mental.

He visto a chicos quienes han lidiado tanto con la violencia que han hecho de ella su modo de vida, no conocen otra forma de reaccionar ante cualquier tipo de situación, de tal manera que son capaces de enfrentarse a quien sea incluida toda forma de autoridad, sin importarles los resultados. Violentan a compañeros porque no son agradables o por el contrario, porque son demasiado agradables; total que siempre buscan mostrarse rudos para ocultar sus debilidades y el sufrimiento interno.

He visto jóvenes con una autoestima por los suelos, resignados a ser uno más del montón, buscando pasar desapercibidos y deseando no ser tomados en cuenta para nada; les da igual un 6 que un 9, van a la escuela esperando que la jornada escolar termine pronto, casi no hablan y cuando lo hacen su voz es poco audible, no participan, no molestan y cuando faltan nadie se da cuenta.

He visto a estudiantes que van a la escuela solo para que sus padres los sigan manteniendo, huyendo de alguna actividad laborar que represente cansancio físico, se ocupan de aprobar pero no de aprender, participan medianamente y no ofrecen más de lo esencial, realizan las actividades sencillas pero no las que requieren de investigación y mayor dedicación.

Pero debo destacar que he visto también chicos con hambre de crecer, de dejar a un lado la ignorancia, de aprovechar las enseñanzas de los docentes, chicos capaces de vislumbrar metas y alcanzarlas, listos para los retos de la vida, para vencer obstáculos, decididos a triunfar pese a las trabas que se le presente, competentes y luchadores; de esos que se sabe alcanzarán el éxito.

Entonces al ver la gran variedad de personalidades, pensamientos y  problemáticas reflexiono y estoy seguro que vale la pena y vale por los que evaden la responsabilidad, por los faltos de autoestima, por los violentos y por los derrotistas; vale la pena porque solo es cuestión de llevarlos a descubrir su naturaleza humana, la cual está diseñada con tal perfección que el éxito está implícito en nosotros, es cuestión de llevarlos a que se descubran y descubran lo importante y la utilidad de cada asignatura, vale la pena porque esa es la función del docente.

Vale la pena seguir enseñando y llevar al chico a encontrar lo que le apasione para que cuando desempeñe algún trabajo ame siempre lo que haga. Esto me lleva a una frase de Steve Jobs con la que quiero cerrar: “La única forma de sentirte satisfecho es hacer un gran trabajo y eso sólo es posible amando lo que hacen. Si aún no lo han encontrado, sigan buscando, no se detengan.”