Por: Redacción/

En el mes de mayo de este año en ciudad universitaria, fue encontrada sin vida una joven estudiante de 22 años; a este asesinato le siguieron otros tantos de jovencitas que de una u otra forma perdieron la vida en manos de delincuentes que en su mayoría no fueron identificados; los feminicidios en México tristemente han ido en aumento sin que las autoridades encuentren la forma de detener esta ola de asesinatos que llenan de preocupación, angustia e impotencia a toda la población.

Según el INEGI de 2007 a 2016 cada cuatro horas ocurría la muerte de una mujer en forma violenta; las cifras en verdad que son de terror y más aún cuando se sabe que dichos asesinatos fueron perpetrados en cualquier tipo de lugar incluyendo sus propias casas y por cualquier tipo de personas incluyendo familiares cercanos, pero todavía más alarmante es saber que la mayoría de estos crímenes no son investigados.

En junio del año en curso una mujer decidió envenenar a sus hijos de 6, 8 y 10 años de edad después de perder la custodia de los infantes; la mujer dejó una carta póstuma donde explicaba las razones del asesinato tratando de justificar tal atrocidad. Los casos de infanticidio en el país son frecuentes y llenan de indignación a la sociedad, vemos a menudo en las noticias hombres que golpean hasta el cansancio a los hijos de sus parejas hasta terminar con su vida, madres de familia que dejan encerrados a sus hijos sin alimentos y sin ningún tipo de provisión, peor aún gente que mata a menores solo por placer.

Según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Publica en su página oficial con fecha de publicación del 20 de octubre del 2017 reporta en el periodo de enero a septiembre un total de 34,327 homicidios a lo largo y ancho del país; de los cuales en su mayoría son dolosos (21,200). Cabe destacar que la guerra contra el narco ha colaborado de forma impactante con dicha cifra, las muertes que ocasionan son cada vez más atroces y frecuentes, además de que son llevadas a cabo en cualquier lugar y hora sin importar las muertes colaterales.

No quiero dejar de mencionar las muertes que provocan los asaltantes, quienes dicho sea de paso cada vez son más jóvenes; del mismo modo aquellos asesinatos que se producen en el transporte público por los cacos que no se tientan el corazón al quitar la vida de los pasajeros por un celular o unos cuantos pesos. A todo esto sumémosle los atropellados, las muertes por riña, las ocasionadas por accidentes de trabajo, las negligencias médicas, los suicidios, etc.

Seguramente se estarán preguntando a qué se deben todos estos datos crudos… pues bien, quiero que la gente en México se dé cuenta del escenario que vivimos cada día y aun así siguen con la absurda idea de festejar la muerte diciendo que son tradiciones, cuando lo menos que deberíamos querer es que la muerte se vuelva tradición. Por ello me pregunto ¿por qué seguir celebrando?

La verdadera cara de la muerte no es linda y la gente la disfraza; sin darse cuenta les enseñan a los más pequeños tras el camuflaje de los dulces, la diversión, el maquillaje, creyendo que es solo entretenimiento. Los comercios lo aprovechan vendiendo de todo y para todos, las escuelas lo imponen como cultura pero la cultura es conocimiento no ideas tomadas de todos lados.

Cuando José Guadalupe Posadas creó la imagen de la catrina lo hizo en forma de burla a la sociedad, a las clases sociales, a la política y ahora la ignorancia se ha atrevido a sacarla de la caricatura periodística y ponerla en altares.

El año pasado escribí una frase en estas mismas fechas y la reitero con la intención de que haga eco:

“celebremos la vida no la muerte”.