Por: Arnulfo Roque Huerta/ 

En las escuelas pueden acontecer un sinfín de situaciones que van desde lo chusco hasta lo inverosímil, de lo sentimental a lo dramático, de lo penoso a lo llevadero y por supuesto circunstancias que bien podrían ser parte de una telenovela. Lo sucedido la semana pasada no sé bien en cuál de los rubros antes mencionados podría ser colocado pues tuvo un poco de todo, llamando la atención de alumnos, profesores, padres de familia y de uno que otro curioso que nunca falta.

Todo comenzó faltando diez minutos para la salida en una de las tantas secundarias particulares del Estado de México,  en los salones se desarrollaban las actividades cotidianas con la normalidad de siempre, el portero se disponía a abrir las puertas para el ordenado desalojo del colegio pero fue sorprendido por un comando armado de policías que intentaban a toda costa entrar al inmueble destinado a la educación.

En verdad fue algo fuera de serie que los policías intentaran irrumpir en una escuela llena de menores de edad sin contar que es privada y lo más increíble sin una orden para hacerlo; claro está que el portero actuó con toda responsabilidad y entereza logrando impedir el paso a los uniformados que no pararon de insultarlo por el simple hecho de cumplir con su trabajo e intentar salvaguardar la tranquilidad de los chicos que estaban por salir por esas puertas.

Cuando los alumnos comenzaron a salir no daban crédito a lo que estaba pasando, los padres de familia que llegaban en busca de sus hijos se inquietaban ante el escenario frente a sus ojos pues nadie sabía en realidad lo que sucedía y con tanto policía merodeando la especulación era grande, más aun cuando un joven que pasaba en el momento molesto por la situación y enfrentó a los uniformados que seguían insultando al portero, lo cual desató una serie de dimes y diretes que hicieron más grande el escándalo.

Pues bien, todo este incidente se dio por que una madre de familia venía en busca de sus hijas para llevarlas con ella a casa. Esto sería de lo más normal sino fuera porque sus problemas familiares son muchos, los padres ya no están juntos y las chicas han preferido vivir con el padre, lo cual a la madre no le agradó mucho y por ello pensó que era buena idea juntar un escuadrón armado que exhibiera la situación en lugar de arreglar el problema como se debe y con quien se debe, es decir: en casa y con la familia.

Si hay algo que perturba al estudiante son los problemas familiares, pues los chicos siempre quedan en medio de una situación que no logran comprender. Regularmente están a favor del que menos pierde la calma, ojalá los padres de familia pensaran más antes de reaccionar de tal o cual forma ante los problemas matrimoniales, ojalá le evitaran a los chicos esas heridas que los marcan a veces de por vida y todo porque se aferran a hacerlos partícipes de sus problemas, utilizándolos como arma para chantajear, lastimar y presionar al enemigo quien antes fuera el complemento para hacer realidad el milagro de ser padres.

Casos como este he visto muchos, en donde chicos con verdadero talento se pierden en el ir y venir que los problemas de divorcios generan, muchas veces son cambiados de escuela más de una vez, también son separados de familiares y amigos a los que verdaderamente les tienen estima, en ocasiones tienen que acostumbrarse a vivir en distintos lugares por temporadas según se les ocurra a los padres; pero más triste aun cuando tienen que declarar en juzgados a favor o en contra de alguno de sus progenitores lo que de una u otra forma los lastima y los pone en una situación que aun para un adulto debe ser muy complicada.

El estudiante debería enfocarse en la escuela y sus actividades; los padres deberían asegurar un entorno libre de preocupaciones y estrés para sus hijos, dejando de hacer partícipes a los chicos en sus problemas matrimoniales. Padres comprendan que al pretender lastimar al otro primero lastiman a sus hijos, pero mientras no haya cordura de parte de los progenitores de los chicos, los maestros tenemos que seguir educando para que los muchachos maduren y logren superar el daño sufrido en un campo de guerra que debería ser su hogar.

Hoy concluyo citando una breve charla entre un padre y un hijo:

-Hijo, ten cuidado por donde caminas.

-Papá ¡Ten cuidado tú! Recuerda que yo sigo tus pasos…