Por: Arnulfo Roque Huerta/ 

Quiero dirigir esta columna a las autoridades, a quienes se encargan de la seguridad, a quienes deben garantizar que una persona que trabaja todos los días, que se esfuerza, se levanta temprano y a veces duerme hasta tarde con la intención de vivir bien y de que nada le falte a su familia. A la autoridad esperando lleven a cabo su trabajo como es debido y que paren ya lo que vergonzosamente se ha convertido en un mal que aqueja a toda la sociedad.

Una mañana como cualquier otra, una compañera maestra asistió a un cajero automático pues le era necesario realizar algunos pagos y a su vez completar el gasto de la quincena; al dirigirse a la escuela (su centro de trabajo), un individuo la siguió sin que ella se hubiese dado cuenta, a unos metros de la escuela se acercó a ella y con el florido lenguaje que les caracteriza a estos personajes la amagó con un arma de fuego exigiéndole la entrega de la bolsa, en la cual no solo guardaba el dinero sino también sus credenciales, tarjetas, llaves y demás utensilios de uso personal.

La profesora pensando correctamente ante la situación que se le presentaba no opuso ningún tipo de resistencia y siguió las indicaciones del delincuente que desgraciadamente logró sin un solo inconveniente su acometido de arrebatarle a una persona trabajadora el fruto del esfuerzo realizado durante quince días, le arrebató en cuestión de segundos los planes familiares para el fin de semana, le dejó a cambio un gran susto que dejará una gran marca y el temor de caminar libremente por las calles.

El malhechor se fue como si nada abordando un vehículo que seguramente tampoco era de él, se fue conduciendo como cualquier otro ciudadano, se fue sabiendo que aquella fechoría pasará a la historia sin tener ninguna consecuencia, se largó con una sonrisa en el rostro tras saberse exitoso en un atraco más, se fue gozando del saber que su delito queda impune, se marchó dejando con las manos vacías y el corazón entristecido a una ciudadana que paga impuestos, que respeta las leyes y forma ciudadanos valiosos.

Muchos comentaron sobre las medidas de seguridad que debió tener la maestra, dijeron que no debió sacar dinero de ese cajero automático, que debió ir acompañada, que tenía que haber puesto mayor atención mientras caminaba… en fin, tantas recomendaciones que lejos de apoyarla llegaron a hacerla sentir culpable. ¡No, no y no! Me niego a aceptar que vivamos con miedo y exceso de precauciones.

Por ello me dirijo a las autoridades, a los gobernantes estatales y federales, a las corporaciones policíacas, al gobernador, al presidente y a los presidenciables, para que me expliquen por qué debemos ocultar nuestro dinero en lugares inimaginables cuando andamos por la calle para no ser víctimas, por qué viajar con miedo en el transporte público cuidándonos de los cada vez más comunes asaltos a pasajeros, por qué debemos privarnos de buenas cosas por temor a llamar la atención y ser víctimas por el simple hecho de tener para comprarlas, por qué aceptar insultos, maltratos y hasta golpes con tal de conservar la vida en un asalto.

Señores encargados de la seguridad, en realidad no pido imposibles y ustedes lo saben; la ciudadanía necesita el servicio que se les ha asignado, la ciudadanía les exige hacer su trabajo, que protejan a quienes realmente trabajamos, a quienes aportamos a la sociedad, quienes pagamos su salario mismo que corre también el riesgo de ser arrebatado de sus manos, no pido nada imposible sino solo las garantías mínimas de poder caminar por la calles de nuestra comunidad sin ser un blanco fácil para los amantes de lo ajeno.

Señores de derechos humanos, quiero aclararles que ustedes deben garantizar la integridad de los humanos y no de las “ratas”, digo esto esperando que cuando un malhechor caiga preso no los protejan con el pretexto de que fueron agredidos, cuando ellos con el afán de atemorizar son capaces de cualquier cosa contra los que realmente actuamos como humanos; se los digo para que cuando un asaltante se haga la victima recuerden que ellos han victimado a muchas personas sin importarles su edad, género o posición económica.

Concluyo dejando una frase sobre seguridad dicha por el actual presidente de Perú, Pedro Pablo Kuczynski: “Se necesita inteligencia, buena información, reglas claras y leyes claras, además de colaboración de la fiscalía, del Poder Judicial para todos trabajar en conjunto”.