Por: Charlie / @greysmagno

El fin de semana pasado se llevó a cabo una de las marchas más grandes del país, más de medio millón de asistentes se dieron cita en el Ángel de la Independencia para realizar el recorrido por Paseo de la Reforma hasta el Zócalo. La comunidad LGBTTTI salió a las calles para exigir sus derechos, pedir respeto y demostrar que ser homosexual es un orgullo.

Aunque oficialmente se haya considerado la treinta y nueve edición de este movimiento, en realidad fue el número cuarenta. El 26 de julio de 1978 un grupo de personas gays se apoderaron de las calles de la Ciudad de México junto con otros contingentes como el de los estudiantes que conmemoraban la masacre ocurrida el 2 de octubre de 1968, no sólo por acto de solidaridad sino una muestra de apoyo en la que todos se beneficiaban mutuamente.

Fueron tres meses de visibilización, pero hasta 1979 se realizó la primera Marcha del Orgullo Homosexual. Los grupos dirigentes de aquella lucha fueron el Frente Homosexual de Acción Revolucionaria (FAHR), Lambda y Oikabeth, el primero se disolvió en 1981. Y desde hace treinta y nueve años, miles de personas exigen que se cumplan sus derechos sin importar su orientación sexual.

Claro está que gracias a esos individuos ahora podemos salir el último fin de semana del mes de junio sin miedos. No sólo es la lucha de homosexuales, también de transexuales, transgéneros, travestis, intersexuales, y demás personas pertenecientes a la diversidad sexual.

Ahora se ha convertido en una fiesta, una celebración donde la música, el baile y los trajes o vestidos extravagantes, son artículos que destacan en ese ambiente lleno de colores.

Por supuesto que es para festejar que a casi cuatro décadas se estén realizando cambios legislativos para permitir el matrimonio igualitario, la adopción de niños para formar familias homoparentales, el cambio de identidad de género de manera legal y un sinfín de aspectos que hace unos cuantos años se creían impensables.

Y es que en la Ciudad de México sí se permiten las acciones mencionadas con anterioridad, pero a nivel nacional aún hay un gran rechazo por permitirles a las personas homosexuales derechos que tienen los heterosexuales. Es por ello que el tema central de este año fue la diversidad de familias y el matrimonio gay.

Bajo el lema “Respeta mi familia, mi libertad, mi vida”, la comunidad pidió que ya se reconociera a nivel nacional lo que sólo ha pasado en la ciudad, es decir, que se cambien las leyes para garantizar la protección del sector LGBTTTI. Y en esta ocasión fue la primera vez en que se enfatizó la importancia de homosexuales sordos, incluso en la apertura había un intérprete.

Hubo distintas actividades en la marcha como las pruebas gratuitas para la detección del Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH), el cambio de identidad de género, la asistencia de grupos religiosos como mormones y cristianos, esto me pareció interesante pues se promueve la inclusión en rubros que parecía que siempre sería inaceptable.

Todo es como un desfile de celebridades, y sí, hay famosos, cantantes, youtubers, pero lo más importante es que hay seres humanos, todos con un aspecto en común: son homosexuales o forman parte de la diversidad sexual. Es todo un mundo conocer lo LGBTTTI, escuchar las historias de vida que marcan por la lucha que se establece con la sociedad e incluso la familia y en ocasiones consigo mismo.

Qué tranquilidad produce saber que puedes besarte con tu pareja sin ser juzgado porque todos los que están ahí pasaron lo mismo que tú, porque no te miran raro y no hay nadie que te diga que no puedes hacerlo porque ‘incomodas’ a los demás. Ese día es para visibilizarnos y hacerle saber al resto que ser homosexual no significa estar enfermo.

Habrá quien piense que realizar una marcha no sirve de mucho, o peor aún, que no hay que sentirse ‘orgullosos’ porque solamente es una orientación sexual diferente a la heterosexual, pero no se dan cuenta que hace cuarenta años pocos se atrevían a salir y decir que sí, que eran gays y ello no representaba peligro alguno; que por ellos es que podemos aceptar públicamente que sentimos atracción entre mujeres y entre hombres.

Debemos aceptar que en un movimiento social tan grande habrá de todo, desde los contingentes más serios que llevan pancartas para frenar los transfeminicidios, los crímenes de odio habituales que sufrimos los homosexuales, el reconocimiento de un individuo trans, entre otros aspectos; y también encontraremos a los fiesteros, aquellos que van a regalar besos, algunos semidesnudos y otros tantos que se disfrazan para hacer una sátira del sistema político o religioso.

El que asista debe ir mentalizado a que observará cosas distintas, no hay por qué asustarse. Sin embargo, es necesario destacar que todo debe realizarse con respeto. No es que sea aguafiestas, pero si exigimos que se cumplan nuestros derechos como persona, es necesario actuar de la manera correcta, me refiero a no invadir el espacio del otro.

Durante la marcha gay fue posible observar a varias personas que acudieron con poca ropa, algunas mujeres muestran sus pechos, unos varones van sin ropa interior, gran parte de los asistentes ingiere bebidas alcohólicas… Creo que estos aspectos no son esenciales para exigir los derechos de la comunidad LGBTTTI.

No olvidemos lo que históricamente representa el movimiento. Las acciones antes mencionadas solamente promueven una conducta que no se justifica con el ambiente de festejo, podemos gritar, correr, bailar, pero no violemos las leyes si es que nosotros no queremos que violenten nuestra integridad humana.

Por otra parte, debemos tomar en cuenta que aunque se realicen estos actos, todavía hay miedo por expresar la orientación sexual. Mi compañera reportera y yo planeábamos entrevistar a una familia homoparental, qué sorpresa nos llevamos porque nadie aceptó la petición, aún hay temor por mostrarse al mundo y decir que ‘rompemos’ con los esquemas de lo que aparentemente es normal.

Hace dos años, Miguel Ángel Mancera declaró la ciudad de México como Gay Friendly, es decir, un lugar amigable con la comunidad homosexual. Eso solamente se puede decir, y tenemos espacios para reunirnos, ejemplo de ello es la zona rosa; se pretende implementar la Ideología de Género y hay instituciones que nos respaldan, pero aún se vive la discriminación en la capital del país.

Posiblemente una marcha una vez al año sin sufrir represiones no podrá significar mucho, pero tenemos libertad. Y ya para terminar, debemos unirnos para que los pertenecientes a nuestra comunidad no tengan miedo de demostrarse afecto con su pareja en público, y que quienes no vivan en la ciudad no deban realizar un viaje hasta nuestra sede para celebrar el orgullo gay, sino que puedan salir a las calles de su estado a celebrar el amor, el matrimonio, la unión y el gusto por ser padre o madre gay.

Aquí les dejo un pequeño video de lo que fue la Marcha del Orgullo LGBTTTI.