Texto: Patricia Ramírez / Fotografía y video: Griselda Fernández y José Manuel Mota Fernández

El 19 de septiembre de 1985 (19/S) ha sido uno de los días más trágicos en la historia de nuestro país; la cantidad de pérdidas materiales y humanas que ocasionó aquel sismo generaron un luto en los corazones de miles de mexicanos que hasta nuestros días sigue presente.

En aquellos años, la tragedia de la Ciudad de México (CDMX), aún llamada Distrito Federal, originó en la sociedad civil la decisión que, al entonces presidente, Miguel de la Madrid, le faltó en un inicio, y con sus herramientas se llenó de coraje para sacar vida debajo de los escombros.

Exactamente 32 años después, ese sentimiento de pérdida y dolor volvió a instalarse en el país. La historia decidió repetirse con un sismo de 7.1 grados de magnitud que afectó al centro de México, ello se sumó al terremoto ocurrido 12 días antes que dejó graves daños en la zona sur del país, principalmente en los estados de Chiapas y Oaxaca.

Las autoridades han contabilizado -al momento de redactar esto- que, 333 personas perdieron la vida  en seis estados del país, de los cuales, 183 fallecieron en la CDMX, además de que se han detectado más de diez mil escuelas afectadas y más de veinte mil inmuebles dañados, sin que exista a la fecha un número cierto de familias que perdieron sus viviendas y en muchos casos todos sus bienes.

El pasado 19 de septiembre bastaron unos instantes para que a través de los medios de comunicación tradicionales y de redes sociales se comenzaran a descubrir los daños que generó el sismo de 7.1: edificios colapsados, estructuras en riesgo de caer, personas aún con vida sepultados en los cascajos esperando rescate, desaparecidos, mascotas en búsqueda de sus dueños, miedo, estrés y angustia.

La mañana del sábado 23 de septiembre otra vez el caos se apoderó de la capital mexicana y los estados circunvecinos. Aunque en la CDMX no se reportaron más daños en zonas como Juchitán, Oaxaca varios de los edificios que habían quedado en pie ya no resistieron.

La alerta sísmica del sábado también representó un llamado para que cientos de mexicanos salieran de sus casas y trabajos para colaborar en mayor medida con elementos de las secretarías de Marina (SEMAR) y de la Defensa Nacional (SEDENA), Policía Federal (PF), bomberos y topos, para reforzar las actividades de rescate y apoyo que hasta el momento no se han detenido.

En esta como en otras ocasiones México recibió la mano amiga de países como España, Japón, Ecuador, Estados Unidos, Panamá, Chile, Alemania, entre otras naciones que enviaron a equipos de sus fuerzas armadas y de grupos especializados en rescate para apoyar en este trabajo.

La estrella, el águila y la serpiente

Una labor que ha traído esperanza en este tiempo de tragedia es por parte de los israelíes, quienes a pesar de haber llegado en días de Rosh Hashaná, es decir, el año nuevo judío, trabajaron codo a codo con los mexicanos.

Este es el caso del edificio 268 en Álvaro Obregón, de la colonia Roma, donde se rescataron a 29 personas, un espacio que en las últimas 24 horas ha llevado a cabo una desesperada búsqueda de otras 30.

En este lugar, el tiempo es un enemigo y en ocasiones, la superficie donde se excava es la misma que parece hundirse con los movimientos; aquí, se encuentra un hombre moreno, alto, de cabello corto, rostro afilado y ojos redondos, su nombre es Elad Edry, un coronel que aterrizó en la capital como uno de los 70 rescatistas enviados por el gobierno israelí.

“Desde que escuchamos la cuestión del sismo, rápido empezamos a organizarnos para venir a apoyar por la relación que existe entre Israel y Mexico”, afirmó el coronel.

Asimismo como ejemplo de este vínculo internacional, el pasado 13 de septiembre, el primer ministro del país asiático, Benjamin Netanyahu, visitó México para fortalecer los lazos comerciales y económicos, fecha en la cual Oaxaca y Chiapas habían sido recientemente lesionados por el terremoto de 8.2 grados de magnitud.

El método y la cooperación

En entrevista para Mugs Noticias, Elad explicó sobre el trabajo que realiza su nación, la cual tiene un antecedente de 40 años de experiencia en catástrofes sísmicas y el rescate de personas.

El primer paso de esta labor es hablar con rescatistas, policías y miembros de Protección Civil para conocer la situación de los edificios construidos, al igual que el papel de las personas que estaban dentro, y solicitar los planos para ubicar la distribución de los pisos y poder deducir que actividades estaba realizando la gente al momento del sismo.

Tras reunir la información necesaria, el equipo israelí se divide en cuatro secciones, igual que los otros grupos extranjeros, y esperan la asignación de un líder mexicano que les brinde las indicaciones necesarias para iniciar su trabajo.

La maquinaria traída desde aquella nación de idioma hebreo y árabe recibe el nombre de Bat Ataelef, la cual consiste en dos radares, uno para identificar movimientos y otro para ubicar sonidos, éste último pude detectar desde golpes fuertes hasta respiraciones y latidos.

Elad está consciente del avance tecnológico de sus instrumentos, pero trabaja con precaución para no confundir movimientos del edificio con aquellos que podrían ser señales de vida. Además, reconoce que esta maquinaria se complementa con la fuerza física de los mexicanos, lo que permite un mayor avance en el trabajo.

El admirable amor de los mexicanos

Este 19 de septiembre, la sociedad civil decidió salir a las calles y apoyar en los diferentes espacios donde se requería ayuda, México se está uniendo y se pone de pie poco a poco.

La actitud de los jóvenes sorprendió a los mismos adultos que pensaban encontrar apatía; las mujeres se abren camino en labores de trabajo pesado y los que menos tienen han conseguido algo que donar.

Pero México no es el único sorprendido por su propia gente, el coronel Edry admitió estar impresionado por el tipo de solidaridad y amor que manifiestan los ciudadanos ante una necesidad como ésta.

De igual manera reconoció el apoyo que existe por parte de las Fuerzas Armadas de México al complementar aquello que en Israel desconocen.

“No hay manera de que nosotros nos quedemos de brazos cruzados en Israel sin venir a apoyar. Primero que nada, somos seres humanos, esto ya se ha vuelto una cuestión universal, no importa de dónde vengamos, qué religión seamos, qué tipo de personas estemos en el mundo; la cuestión humanitaria y de apoyar es una base y parte de nuestros valores”, afirma el israelí.

Con una sonrisa reconoce estar feliz de poder hacer su trabajo y brindar apoyo.

Esto es una muestra de que México no está solo en su reconstrucción, sino, que los lazos internacionales más allá de las guerras y los conflictos de fronteras pueden estrecharse para ayudar a una nación.

Israel igual que otros países es testigo y miembro del trabajo de búsqueda, donde no se deja de cavar, las cubetas se pasan de mano en mano, las carretillas son llevadas por todos, los centros de acopio se saturan de voluntarios y las manos se levantan en señal de silencio mientras se intenta escuchar bajo las grandes construcciones. “Si estás con vida, háznoslo saber. Grita, llora, rasca”, y los aplausos estallan cuando existe respuesta a este llamado.