Por: Redacción

La Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) a través del Proyecto de Extensión Comunitaria (PEC) inició la instalación de un sistema de cultivo de micro alga espirulina en Chiquihuitlán de Benito Juárez, Oaxaca, con el propósito de dotar a aquella comunidad de una opción alimenticia nutritiva y accesible por su bajo costo.

El programa a cargo de la maestra Mónica Cristina Rodríguez Palacio, adscrita al Laboratorio de Ficología Aplicada, pretende convertirse en una opción para la población de escasos recursos a la cual es complicado obtener en la dieta diaria las proteínas necesarias, debido a la escasez de agua que enfrenta.

La iniciativa forma parte del convenio marco de colaboración establecido en 2015 entre esta casa de estudios y ese municipio de la zona de La Cañada –promovido por la maestra Sonia Yurivia Ayala Guzmán, alumna del Doctorado en Estudios Organizacionales de la Unidad Iztapalapa– con el objetivo de implementar diversos proyectos productivos enfocados a combatir la desnutrición y la contaminación del agua.

Con esta decisión serán beneficiadas más de 2,000 habitantes de esa región y de las comunidades aledañas que componen dicha localidad, ya que su ejecución e instalación requiere de pocos insumos, mismos que serán proveídos por la UAM y la Universidad Iberoamericana con sede en Puebla.

El alga luego de ser secada al sol puede pulverizarse y después adicionarla a memelas de frijol, guacamoles, bebidas de frutas, dulces de amaranto, galletas con mermelada o incluso en palomitas de maíz, entre otros platillos preparados por las amas de casa, con lo cual se evita modificar o trasgredir los usos y costumbres de las familias.

En entrevista Rodríguez Palacio indicó que “la espirulina es un ingrediente ideal porque contiene una gran cantidad de nutrientes, es rica en aminoácidos y proteínas, carbohidratos, ácidos grasos, omega 6, vitaminas y minerales. Su uso como suplemento alimenticio podría marcar una diferencia para combatir la desnutrición en zonas marginales del país”.

“El cultivo de microalgas y cianobacterias es llevada cabo de manera industrial en muchas naciones latinoamericanas, en Norteamérica y Europa, pero en México es un mercado aún en ciernes. El propósito de intervenir en la comunidad es establecer un cultivo para consumo personal e impulsar su venta, ya sea en polvo o adicionada en bebidas de frutas, dulces o guacamoles”.

La demanda de biomasa de algas así como de extractos ha ido creciendo y la producción forma parte de una tradición originada en la época prehispánica. “Era un ingrediente consumido por los aztecas, ya que el alga espirulina (Arthrospira platensis) crecía en el lago de Texcoco, según informa el Códice Florentino”, añadió.

En épocas más recientes la producción de harina seca obtenida de esta alga extraída del mismo lago alcanzó en 1982 la cantidad de mil toneladas métricas, pero hoy en día esa industria ya no existe y “la espirulina sólo la podemos hallar en farmacias o tiendas naturistas provenientes en su mayoría de otros países, por lo que su costo es muy elevado”, comentó.

“Lo que queda del lago de Texcoco está parcialmente cubierto con casas habitación y el suelo ahora contiene metales pesados de modo que para recuperarlo requiere la instalación de sistemas artificiales como el que estamos realizando en Chiquihuitlán y el cual será manejado por los pobladores”.

La profesora-investigadora de la Unidad Iztapalapa de la UAM organizó en la cabecera municipal un taller de cocina en el que explicaron a amas de casa los pasos para la elaboración de galletas y dulces de amaranto y los beneficios del alga. De esta manera impulsarán la creación de pequeños negocios familiares de bioproductos que son actualmente de alto interés comercial.