Por: Javier Bárcenas/

La maquinaria del Estado, desde el Ejecutivo, la policía, el Ejército, el Congreso, los gobernadores, los jueces, la prensa, la radio y la televisión, las organizaciones sociales corporativizadas, incluyendo las patronales, hasta los partidos registrados por el propio gobierno estaban lanzados contra el movimiento de los estudiantes de 1968, el cual convocaba a derruir el viejo autoritarismo y empezar a cimentar la libertad política para todos.

El titular del Poder Ejecutivo, al rechazar las peticiones del movimiento desde la tribuna del Congreso, amenazó con seguir usando la fuerza armada. El Movimiento de 1968 replicó con una manifestación multitudinaria el 13 de septiembre, en absoluto silencio y con la más completa disciplina. Ahí surgió.

Cinco días después, el Ejército ocupaba la Ciudad Universitaria buscando detener a los integrantes del Consejo Nacional de Huelga, pero sin lograrlo. Lo mismo ocurrió en Zacatenco, y luego de violentos enfrentamientos, en el Casco de Santo Tomás, del Instituto Politécnico Nacional, así recordó el diputado Pablo Gómez Álvarez, aquel 2 de octubre de 1968.

Dijo que las aulas eran cuarteles, esa era la respuesta a la petición de diálogo público. “El plan estaba en marcha, la amenaza del presidente del despotismo se hacía realidad. Lo comprobaríamos en la masacre del 2 de octubre en la Plaza de las Tres Culturas, hoy hace exactamente 50 años”.

“No había poderes ocultos, doctor Graue. Nadie, nadie nos manipuló, éramos libres, decidíamos nuestras resoluciones, no había nada oculto. ¿Sabe qué había?; un poder unido al mando de los asesinos en Tlatelolco, que era el despotismo presidencial del viejo sistema que aún da a veces ciertas señales de existir”, manifestó Pablo Gómez.

Advirtió que como ciudadanos no podemos limitarnos a elegir gobernantes y legisladores de vez en cuando, luego de lo cual el poder no nos pregunta nada, no nos vuelve a dar ni los buenos días.

El derecho a ser consultado debe ser consecuencia de la libertad de elegir, esto abarca también el derecho de revocar mandatos, toda libertad debe acompañarse de derechos efectivos, los cuales han de ser complemento que otorgue poder funcional a la gente y, por tanto, se vaya construyendo una nueva ciudadanía que pueda participar y decidir dentro de un marco político en el cual todos y todas empecemos a ser libres.

Dentro de la nueva transformación política de México y bajo el dictado popular del primero de julio es ineludible actualizar los propósitos de aquél gran movimiento de la juventud intelectual de 1968.

El diputado Marco Antonio Adame Castillo del PAN, señaló que fue el único partido de los hoy existentes que defendió sin ambages la autonomía universitaria y la libertad de expresión de los estudiantes, censurando que el gobierno prefiriera el uso de la fuerza al diálogo y la razón.

Dijo: “El Partido Acción Nacional no accionó los gatillos, no recibió en el cuerpo las mortíferas ráfagas de las armas, ni los tiros de gracia. Pero su dignidad, junto a la de la patria, quedó mancillada aquella noche”.

Acción Nacional asume como deber la defensa de la democracia, de los derechos humanos y las libertades individuales y sociales, principios y pilares que se edificaron en nuestro país para preservar la paz, la tranquilidad y el orden.

La diputada María Alemán Muñoz Castillo del PRI, advirtió que la lucha de las mujeres por la igualdad de género tomó un nuevo impulso y las estudiantes de todas las fuerzas, facultades, escuelas superiores, enfrentaban modelos culturales que limitaban el pleno goce de sus derechos políticos y sociales.

Las demandas del movimiento estudiantil aglutinaron rápidamente a estudiantes, profesores, profesionistas y autoridades de las universidades públicas y privadas, que unieron sus voces en búsqueda de nuevos canales de comunicación y participación.

El diputado Ricardo de la Peña Marshall del PES, señaló que el pliego petitorio original y lo comparamos con los resultados obtenidos en ese momento, en 68, el Movimiento Estudiantil mexicano fue un fracaso. La libertad de los presos políticos, la supresión del delito de disolución social, la destitución del jefe y subjefe de la policía, la indemnización a las víctimas, la supresión del cuerpo de granaderos y el castigo a los funcionarios responsables, nada de eso se obtuvo en ese 68.

El diputado Óscar González Yáñez del PT dijo el 2 de octubre de 1968 no se olvida, y advirtió ni las consignas que lo hicieron posible: libertad, alto a la represión, no a los caudillos, viva el Consejo Nacional de Huelga, viva la democracia. Diálogo, diálogo, no represión.

Mencionó que el Movimiento Estudiantil del 68 les debemos estos conceptos vibrantes, reivindicadores y orientadores, que agitan mentes y corazones, y pasiones de jóvenes de edad y de conciencia con claridad gritaban: seamos realistas, pidamos lo imposible.

Los jóvenes mexicanos de ese entonces estuvieron a la altura de la historia, revelándose contra un gobierno autoritario y represor, buscando con innumerables brigadas universitarias, politécnicas, de Chapingo, de maestros, formar conciencia para movilizarse y organizarse y luchar por libertades, justicia y democracia. A esos jóvenes muchas gracias, a esos anónimos que nunca sabremos sus nombres.

Jesús Sergio Alcántara Núñez, PVEM; Mauricio Alonso Toledo Gutiérrez, PRD; Alberto Esquer Gutiérrez, PMC y Óscar González Yáñez, PT, también exigieron no mas 1968, ni Ayotzinapa, ni 1971.