Por: Redacción

Hombre de páginas implacables por verdaderas y de gran sabiduría musical, Eusebio Ruvalcaba fue uno de los seres más libres que creyó en la educación, las buenas maneras, los rituales y la piedad al prójimo, aunque eso significara removerlo para conmoverlo, como demostró en cada una de sus acciones, describió Vicente Quirarte.

Invitado al Homenaje póstumo de Eusebio Ruvalcaba realizado en la Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), el académico del Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) lamentó el fallecimiento del autor, ya que “escribía mejor que nunca: como respiraba, como amaba, como bebía”.

Quirarte dijo que los libros del narrador jalisciense constituyen “la bitácora de un melómano, la biografía etílica de un santo bebedor y la norma de vida de un trabajador incansable que parecía no trabajar”.

El doctor en letras mexicanas por la UNAM recordó la larga amistad con los padres del autor de Un hilito de sangre, así como la fidelidad “al muchacho que nunca murió en él”, motivo que lo transformó en ser un referente entre los más jóvenes.

“Ruvalcaba era capaz de hacernos subir al cielo y descender a los infiernos como lo demuestra lo que para mí es su mejor y más dura novela Todos tenemos pensamientos asesinos”, aseguró el también miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua.

En la actividad organizada como parte de la 8a Feria del Libro Universitario (FLU), el escritor José Francisco Conde Ortega rememoró a uno de sus entrañables compañeros de las letras por la ominosa obsesión por la belleza femenina, sus continuas visitas a las cantinas del centro histórico de la Ciudad de México, su extraña y certera sabiduría de la vida.

Para el profesor-investigador del Departamento de Humanidades de la Unidad Azcapotzalco de la UAM son tres los ejes que sigue la escritura del ensayista nacido en Guadalajara: la música, la obra de Flaubert y el eterno femenino, “melomaníaco irredento como a él le gustaba ser considerado, dejó a sus lectores referencias, pistas, impresiones y una amorosa comprensión de la historia de la música”.

En contraste con esa visión poética, Conde Ortega recordó su enfoque pesimista sobre la podredumbre que retrató en su obra Una cerveza de nombre derrota. “Un pesimismo melancólico es su fino tejido, con la seguridad de que este mundo es el infierno verdadero. Es una fatalidad asumida, no parte de un concepto religioso sino de la certidumbre que de aquí en esta tierra la única razón para vivir es encontrar de frente a la belleza”, señaló.

El ensayista y cronista Ignacio Trejo Fuentes relató diversas vivencias que sostuvo con el escritor de Las cuarentonas, libro que le dedicó a María Rojo. Además, reparó en su indiscutible pasión por la música, “desmenuzaba con una profundidad, certeza y exactitud a Stravinsky o a Mozart, y por eso me sorprendía cómo celebraba al príncipe de la canción José José al invertir 200 pesos en alguna rockola para escucharlo; esa transformación me parecía extraordinaria”.

Trejo Fuentes compartió al auditorio, compuesto también por profesores y estudiantes, distintas anécdotas con la intención de incitarlos a la lectura de la obra del escritor, quien tenía la capacidad para “vivir la vida en las cantinas, celebrar el amor y producir vastísimos libros de casi todos los géneros que podía”.

El doctor Octavio Nateras Domínguez, rector de la Unidad Iztapalapa de la UAM, llamó a la comunidad universitaria a realizar investigaciones en torno a la obra de Eusebio Ruvalcaba, pues “uno de los mejores homenajes que podemos realizarle es comenzar a leer su obra y escribir tesis de licenciatura y posgrado sobre ella como una contribución concreta”.

Al encuentro acudieron como invitados especiales Coral Rendón, viuda de Ruvalcaba junto con sus hijos Erika y León Ricardo, así como los escritores Miguel Ángel Flores, Enrique González Rojo Arthur (Doctor Honoris Causa por la UAM) y su esposa Alicia Torres; Pita Cortés, Arturo Rendón, Citlalli Fuentes, Jorge Alberto Montes y Arnulfo Domínguez, director general de medios estatales de la Presidencia de la República.