Por: Patricia Ramírez

La tarde del jueves 10 de Junio de 1971, día de Corpus Christi y casi tres años después de la Matanza de Tlatelolco, cientos de estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el Instituto Politécnico Nacional (IPN) en apoyo a la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) organizaron nuevamente una gran marcha, la cual terminaría en una masacre ocasionada por el grupo paramilitar llamado “Los Halcones”.

Hoy se cumplen 46 años de El Halconazo o Jueves de Corpus, un acontecimiento impune más en la historia del país.

Los motivos para perder el temor de manifestarse

Con el acontecimiento reciente y nunca olvidado del 2 de octubre de 1968, Alfonso Martínez Domínguez ocupaba la regencia del Distrito Federal y el entonces presidente Luis Echeverría Álvarez había prometido una mayor apertura democrática.

Bajo esta promesa, a finales de 1970 la UANL presentó una ley orgánica que otorgaba a la comunidad estudiantil mayor libertad para elegir a su rector, y así en marzo del año siguiente Héctor Ulises llegó a este puesto. Sin embargo, estas acciones incomodaron al gobierno, por lo que se redujo el presupuesto destinado a la universidad y se presentó una nueva ley, la cual tenía la intención de abolir su autonomía.

Alumnos del IPN y UNAM en manifestación del 10 de junio.

Los estudiantes molestos comenzaron una serie de manifestaciones que se dieron a conocer en otras universidades, principalmente UNAM e IPN, los cuales se unieron en un gran contingente para el día de Corpus Christi.

Además, la situación que se vivía en Nuevo León no era el único motivo para salir a las calles, también se exigía la desaparición de los grupos porriles en escuelas, la libertad de presos políticos, democratización de la enseñanza, una autonomía total para las universidades de México y destinar a la educación un 12 por ciento del Producto Nacional Bruto (PNB).

El Halconazo

Fue bajo estas demandas que el 10 de junio, alrededor de las 17:00 horas, cientos de estudiantes universitarios se reunieron en el Casco de Santo Tomás, cerca de metro Normal con destino al Zócalo de la ciudad, iniciando por las avenidas Carpio y de los Maestros.

Pero al llegar a la calzada México – Tacuba, estalló una granada, aparecieron grupos de personas vestidos de civiles con armas y comenzó el ataque contra los manifestantes, quienes intentaron huir pero entre disparos y golpes no hubo muchas opciones, y así inició el número de muertos y heridos.

Grupo paramilitar en movimiento ataque a la comunidad estudiantil.

El grupo armado responsable fueron Los Halcones, su jefe era el teniente coronel Manuel Díaz Escobar, conocido como “El Zorro Plateado” o “El Maestro” y en aquel entonces subdirector de Servicios Generales del Departamento del Distrito Federal.

Díaz Escobar declaró días después del ataque en la Procuraduría General de la República (PGR) que se enteró de la matanza a través de las noticias, sin embargo, con las investigaciones e información obtenida de algunos Halcones que fueron detenidos, se señaló a Manuel como el jefe del grupo paramilitar y el responsable de reclutar a sus integrantes con el objetivo de reprimir, atacar y amenazar a cualquier sector que estuviera en contra del gobierno.

Años después, algunos Halcones fueron detenidos por delitos menores como robo, en julio de 2005 se negó la aprehensión por delito de genocidio a Luis Echeverría Álvarez y nunca se procedió contra El Zorro Plateado, quien falleció en 2008 a la edad de 89 años sin haber dicho la verdad sobre lo que ocurrió el 10 de junio.

Años después del ataque

Actualmente, el Comité 68 es la organización que reúne a los antiguos dirigentes estudiantiles del 2 de octubre y del 10 de junio, con el propósito de continuar las demandas por los asesinatos ocurridos en aquel tiempo.

En este día, tras 46 años viven bajo las exigencias de castigo a responsables del Jueves de Corpus y libertad absoluta de los presos políticos de la Ciudad de México, pero ante las actuales problemáticas sociales, también piden un alto a la violencia de género, ataques contra periodistas y al hostigamiento de las normales rurales.

Los informes oficiales de aquel 10 de junio sólo registraron seis muertos y un par de decenas de heridos, cifra que de acuerdo con quienes sobrevivieron no se acerca ni un poco a la cantidad real de asesinados y desaparecidos. Sin duda, el 10 de junio de 1971 seguirá siendo un hecho inconcluso en la historia de México y otra cifra inexacta a la lista de agresiones a los mexicanos.