Por: Redacción/

El holocausto y la guerra no son patrimonio de una religión, pues tanto cristianos como musulmanes han sido victimarios y víctimas de un sinnúmero de atrocidades a lo largo de la historia, afirmó el doctor Miguel Julio Rodríguez Villafañe, periodista y ex juez federal de la República Argentina.

El doctor en derecho y ciencias sociales aseveró que la memoria es el elemento central para que no exista impunidad moral en sucesos atroces, al considerar que “ningún credo justifica el uso de la violencia y, al contrario, su mensaje es de fe y armonía”.

Por lo tanto, no existen guerras santas sino seres humanos que no se comprometen con una cultura de paz ni con erradicar la desconfianza o los sentimientos de superioridad para desechar “prejuicios que potencian la discriminación y en nada nos dignifican”.

Al impartir la conferencia Genocidios de los siglos XX y XXI, derechos humanos y educación para la paz recordó que a lo largo del siglo XX y lo que va del XXI se han registrado múltiples actos de violencia contra personas y poblaciones, pero sólo diez casos han sido testificados técnicamente como exterminios.

“El genocidio es un tipo de delito específico contra la humanidad caracterizado por ser perpetrado contra una raza, etnia, religión o nacionalidad y tiene como objetivo la erradicación o la aniquilación sistemáticas”, además de que en su cometido “pueden sumarse delitos que van desde los comunes –robo, usurpación y defraudación– hasta aquellos de lesa humanidad: violaciones, tortura, desapariciones forzadas y robo de bebés, entre otros.

El doctor Rodríguez Villafañe expuso que las matanzas fueron tipificadas como delito después del Holocausto judío de la Segunda Guerra Mundial con la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, en 1948.

Durante el II Coloquio de temas selectos de derecho en la Unidad Cuajimalpa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), el abogado y notario recordó que el primer exterminio del siglo pasado fue en el sudoeste de África, en la actual Namibia, llevado a cabo por los alemanes contra los pueblos herero y namaqua, que se sublevaron al dominio colonial, entre 1904 y 1907.

Otro suceso fue el holocausto armenio que significó la deportación forzada con actos de extrema brutalidad en contra de casi dos millones de habitantes de esa nación por el gobierno turco durante el Imperio Otomano, entre 1915 a 1923.

Entre 1932 y1933 ocurrió el Holodomor o Golodomor, en Ucrania, cuando la Unión Soviética, bajo el mando de José Stalin, sometió a ese país a una severa hambruna que causó el deceso de más de 7.5 millones de ciudadanos.

En el holocausto judío se registró el deceso de más de seis millones de personas en los diversos campos de concentración alemanes, así como el genocidio de un millón de gitanos por la Alemania y la Austria Nazi que pretendían el exterminio de este pueblo de Europa.

La aniquilación en Camboya fue obra de los Jemeres Rojos, partido político que gobernó entre 1975 a 1979 la Kampuchea Democrática con una concepción extremista de un modelo socialista agrario basado en el maoísmo y el estalinismo, caracterizado por la ruralización forzada de los centros urbanos con base en torturas, ejecuciones masivas y trabajos forzados, y que costó la vida de un cuarto de la población total de esa nación, entre millón y medio y tres millones de personas.

América Latina no ha sido un continente exento de matanzas, ya que el pueblo maya en Guatemala, entre 1980 a 1983, particularmente la etnia Ixil que habita la zona petrolera de la Franja Transversal del Norte de ese país fue perseguido por el gobierno de Efraín Ríos Montt.

El genocidio Kurdo y contra otras minorías de Irak fue perpetrado por Saddam Hussein entre 1986 y 1989 con el uso de armas químicas que mataron entre 50,000 a 182,000 personas y obligó el desplazamiento de más de un millón.

En 1994 en Ruanda fue ejecutado el intento de exterminio de la población Tutsi por parte de los hutu que dio como resultado un millón de muertos y 200,000 mujeres violadas. Años más tarde las tensiones étnicas de estos dos pueblos dieron origen a la guerra civil en Burundi, con actos de masacre por ambas partes.

Las fuerzas serbio-bosnias en Srebrenica fueron responsables de la masacre bosnia en 1995 cuyo objetivo fue realizar una limpieza racial de la ciudad, ejecutándose más de 8,000 musulmanes, entre hombres, mujeres y niños.

El conflicto militar de Darfur, en el oeste de Sudán, ha sido escenario en 2003 de genocidio producto de los problemas entre los yanyauid –milicianos formados por los miembros de las tribus baggara– y los pueblos de raza negra no baggara, que ha causado más de 400,000 víctimas y más de dos millones de desplazados.

En la actividad convocada por el Departamento de Estudios Institucionales y las coordinaciones de las licenciaturas en Administración y en Derecho, el doctor Rodríguez Villafañe expuso que al margen de los exterminios tipificados existen además aquellos por indiferencia, ecocidios, por acción retardada, los culturales y los implícitos.

“Hoy es inaceptable que en el mundo existan pueblos que mueran por hambre, específicamente en África y Asia, cuando en el ámbito internacional existen las condiciones para evitarlo” y por lo tanto “todas las sociedades tienen una responsabilidad moral ante esta problemática”.

Tampoco “debe permitirse que por falta de agua potable millones de seres humanos carezcan de las condiciones mínimas de salud que provocan que en África el promedio de vida sea sólo de 45 años, cuando en occidente asciende a 80 o 85 años; en esa zona del mundo fallecen por no tener acceso a situaciones elementales de vida”.

Las agresiones a la naturaleza deberían ser también consideradas un ecocidio, porque “no sólo condicionan la desaparición de pueblos o la humanidad misma, como ya sucede en varias partes del planeta que por la tala de bosques y selvas pueblos autóctonos están en peligro de desaparecer, al igual que la biodiversidad”.

En su opinión un genocidio por acción retardada fue el perpetrado en Perú durante el gobierno de Fujimori cuando a cambio de dinero se aplicaron métodos anticonceptivos irreversibles a hombres y mujeres indígenas, poniendo en peligro reproductivo a varias etnias.

La masacre cultural es cuando a los pueblos se les margina, no se reconoce sus lenguas y costumbres o se les cambian sus hábitos ancestrales y religiosos, como ha pasado con los chamulas de Chiapas que ahora en sus ritos incorporan la Coca cola o la Pepsi, lo que ha generado problemas de diabetes y obesidad infantil severa.

El holocausto implícito corresponde al desarrollo de armas químicas y bombas atómicas como sucede con Corea del Norte y las amenazas beligerantes de Donald Trump de utilizar armamento nuclear para eliminar al régimen norcoreano, “esa pirotecnia verbal del presidente estadounidense debería ser severamente cuestionada y reprobada”.

El doctor Rodríguez Villafañe indicó que la humanidad está obligada a llevar a juicio y castigar a todo aquel o aquellos que comenten actos de lesa humanidad, que ninguna nación sea refugio de criminales de guerra, como sucedió en Argentina que acogió a varios generales nazis –Josef Mengele y Josef Schwammberger, entre otros– y que para esos delitos no debiera existir prescripción, indultos o conmutaciones de penas.