Por: Redacción/

El diseño proyecta propuestas de cultura innovadora para acciones humanas y crea productos con valores culturales y sociales mediante nuevas prácticas vinculadas a la ciencia y la tecnología, afirmó el maestro Fernando Schultz Morales, profesor de la Unidad Azcapotzalco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

En el World Design Capital, Ciudad de México 2018, realizado en el Centro de Difusión Cultural Casa del Tiempo, el investigador precisó que esta disciplina es de encrucijada o de encuentro, y se entiende como filosofía de la acción para transformar o como concepto transversal que permea todas las especialidades, ya que pueden diseñarse políticas, procesos, tejidos, células, estadísticas, objetos o gráficas.

El producto social existe en un momento único, propio y ético del diseñador, que en su autoría le pone valor de uso, mientras que el de cambio se lo darán los propietarios de los medios de producción.

El factor más significativo en la disciplina es la innovación, pero para producir rompimientos, quiebres o cambios es preciso ser crítico, apuntó el investigador, quien creó el Programa Multidisciplinario de Diseño y Artesanías (ProMDyA), en el cual más que la riqueza objetual o la mano de obra aislada importan la cultura y las personas, así como el conocimiento adquirido y desarrollado durante muchos años, y que generan una tradición local y un quehacer técnico original.

“Una manera dialéctica de enfrentar la globalidad es mediante lo regional, aunque si no se aporta algo a lo global, sin participación de sus conocimientos, se trata sólo de mano de obra con proveeduría de recursos naturales, pero sin valores agregados”, aseveró el profesor del Departamento de Medio Ambiente para el Diseño.

“Es necesario recuperar y construir el aporte del diseño con propuestas que respondan a problemas sociales y ecológicamente imbricados, pues esas dimensiones exceden al llamado mercado que hoy en día ha impuesto estatus de fuerza hegemónica y obligada, como si no existieran otras opciones”.

Lo más importante no deben ser los productos en sí, sino la comprensión de lo que quieren decir los artesanos con la obra que realizan y lo sustancial de los conocimientos culturales acumulados por la comunidad.

Las producciones locales son un capital social y cultural como esperanza de una política clave para el desarrollo transformador de la sociedad y en donde puede empezarse a cambiar la naturaleza de la sociedad misma.

Además se precisa de ciencia, tecnología e innovación para enfrentar los retos de revalorizar y rescatar las polifacéticas diversidades y potencialidades de las comunidades, sus pueblos y culturas.

El conocimiento de la realidad de una producción particular implica reconocer que un capital social fundamentado en la cultura local participativa puede actuar como factor clave para el desarrollo, también conceptualmente la acción multidisciplinaria puede ser una estrategia importante para el desarrollo”.

Así la cultura debe de ser un valor agregado al avance del país, un factor de competitividad internacional y una puerta en valores y significados ante una estrategia civilizatoria que no respeta la naturaleza ni a las personas, concluyó el especialista.

En 42 años de trabajar en la Casa abierta al tiempo el maestro Schultz Morales ha realizado 43 proyectos entre los que destacan el diseño de máquinas para el descascarado y blanqueado de arroz; un medidor para subestación eléctrica y un sistema de conteo de usuarios del Metro.