Por: Redacción/

La generación de 1968 adquirió cierta potencia ideológica en México al dominar cultural y políticamente la narrativa oficial de la transición democrática, “pero ahora el problema es que ya no nos significa porque ya no describe la realidad económica, social y de Estado”, sostuvo el doctor Claudio Lomnitz-Adler, académico de la Universidad de Columbia, Estados Unidos.

Después de realizar el pase de lista de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos hace justo cuatros años, subrayó que la matanza perpetrada en la Plaza de las Tres Culturas derivó en la construcción social de los jóvenes como mártires, más que como víctimas, que, de hecho, no supieron que estaban arriesgando sus vidas al acudir a la manifestación convocada en ese sitio el 2 de octubre.

Al movimiento estudiantil del 68 y a los desaparecidos en Iguala “les hemos otorgado un sentido mítico en el que se coloca al gobierno y a la sociedad emancipadora como antagonistas, y al pueblo como el personaje bueno que busca un mejor futuro, ya que así ha sido más fácil ubicar a un culpable”.

Al participar en el Coloquio Actualidad del 68: universidad, juventud y política 50 años después, que organizó la Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), apuntó que se trata de una perspectiva que se alimentó todavía más en la década de 1980, con la experiencia social del terremoto de 1985, cuando de nueva cuenta la sociedad sobresalió por encima del gobierno.

Sin embargo, los más de 230 mil muertos que van desde el inicio de la llamada guerra contra el narcotráfico, sumados a los cuerpos hallados en las incontables fosas clandestinas en todo el país, difuminan esa dicotomía, “ya que no estamos seguros de si el Estado asesinó a esas personas, a las cuales ya ni se asigna un número y tampoco se habla de la muerte exclusiva de estudiantes.

“No podemos enterrar bien a esos muertos que superan por mucho a los estimados en la matanza de Tlatelolco y aunque no sabemos cuántos fueron en 1968, lo que pasa es que se trata de una herida colectiva y no de un número real, ya que como sociedad seguimos aferrados a ellos, pues sus decesos han sido sentidos como un sacrificio ante la incomodidad de los hechos”, enfatizó el antropólogo social por esta casa de estudios.

Al impartir la conferencia magistral El 68, ¿punto de fuga? –introducida por el doctor Luis Reygadas Robles Gil, investigador de la Unidad Iztapalapa de la UAM– opinó que todo esto obedece a una fragmentación del poder, que ha dado paso a un Estado débil y, por otro lado, a una sociedad con pulsiones libertarias que no sabe ubicar muy bien su tiempo y espacio en la historia.

El representar lo que sucedió en Ayotzinapa se ha complicado de igual forma, ya que debido a esa división “vemos una fracción del poder que se ha privatizado y ha sido tomada por organizaciones que controlan a las comunidades a nivel local”.

Por eso “nos cuesta asimilar a los muertos y ahora se transforman en basura, como los hallados en los tráilers abandonados en Jalisco”, comentó a la comunidad reunida en el Auditorio Manuel Sandoval Vallarta de la Unidad Iztapalapa de la UAM.

Lomnitz-Adler urgió primero a revalorizar la vida, pues “no hay un conteo serio de todos los cuerpos, cada uno de ellos corresponde a un número, porque los encontrados son incluso de prostitutas o de otro tipo de ciudadanos que ya no sabemos si vale la pena recordar, además de que creo que se trata de los muertos que arrojó un sistema que ya pasó por su transición democrática”.

También llamó a mejor convertir esta conmemoración sobre el 68 en una verdadera meditación crítica para entender la situación actual, a dejar de utilizarla como una piedra de toque porque simplemente es insuficiente y no encaja ya con la época actual y “sólo nos sirve para entender cómo se construyó la mitología política del país en el que crecimos, que rimaba con Madero y Juárez”.

La presencia del neoliberalismo fue otro elemento que ayudó a la construcción del proceso democrático y aunado al adelgazamiento del Estado se produjo un cambio que apareció como reclamo social, con efectos quizá no intencionados, pero “nos cuesta trabajo contarlos”.

Hace falta desempolvar el archivo lopezportillista que está en peligro de quedar como una de las joyas de la geología mexicana, al quedar enterrado por el naufragio que sufrió la nación en 1982, con la llegada de las crisis marcadas por la devaluación del peso y la de la alternativa comunista, finalizó.