Por: Redacción/

Según datos de la Misión de las Naciones Unidas en Afganistán, 2018 es uno de los años más trágicos en el país al haber alcanzado la cifra más alta de víctimas civiles en los seis primeros meses del año en comparación el mismo periodo de los últimos diez años.

El número de muertos en ese periodo asciende a 1692 -de los que 157 fueron mujeres y 363 niños-, lo que representa un tres por ciento más que en los seis primeros meses de 2017, mientras que el de heridos fue de 3430 -de los que 387 son mujeres y 992 niños-, lo supone un descenso de un cinco por cinco, se informa en un comunicado de la Misión.

El uso de artefactos explosivos improvisados en ataques perpetrados por grupos antigubernamentales es la mayor causa de víctimas civiles.

La utilización de estos explosivos tanto en ataques suicidas como en otros atentados ha provocado la muerte de casi la mitad de los civiles. La Misión atribuye el 52 por ciento de esos ataques al grupo terrorista Daesh, que los ha llevado a cabo principalmente en el área de Kabul y la provincia de Nangarhar.

Otro 40 por ciento de las muertes es atribuido a los talibanes y el resto a otros elementos antigubernamentales.

Las víctimas civiles continúan a un nivel muy alto a pesar del alto el fuego que el Gobierno y el talibán mantuvieron entre el 15 y el 17 de junio.

Ese breve cese de las hostilidades “demuestra que la lucha puede detenerse y que los civiles afganos no tienen que soportar la peor parte de la guerra”, declaró Tadamichi Yamamoto, representante especial de la ONU para el país.

Tóxicas consecuencias
“Las tóxicas consecuencias del conflicto se extienden más allá de las víctimas mortales y heridos y alcanza a los niños y niñas asaltados sexualmente o reclutados para el conflicto”, asegura Danielle Bell, la responsable de derechos humanos de la Misión.

Además, la ONU está preocupada por la tendencia a utilizar los centros de educación como objetivo por parte de los grupos antigubernamentales.