Por Arnulfo Roque Huerta

Es bien sabido por todos que los adolescentes sufren cambios físicos y hormonales, los cuales marcan su crecimiento y cambian su manera de ver el entorno. Un cambio muy importante se da con el aumento de las hormonas conocidas como estrógenos (en las mujeres) y testosterona (en los hombres), las cuales están relacionadas con el deseo sexual, lo que les lleva a sentir atracción por el sexo opuesto; el enamoramiento hace su aparición y los noviazgos comienzan.

No es nada extraño observar en los colegios a las parejitas, pero que a diferencia de décadas pasadas ya no buscan esconderse, pues en la mayoría de los casos tiene el permiso de sus padres los cuales intentan actuar como progenitores modernos y comprensivos, confiando en sus hijos y creyendo que si permiten la relación sus hijos confiarán en ellos y les contarán todo lo que ocurra en su noviazgo (ingenuos se olvidan de lo del estrógeno y la testosterona).

La historia de Carlos y Jazmín solo es una de entre tantas que me han tocado presenciar como profesor. Carlos era un chico poco talentoso con muchos problemas familiares, rebelde y poco confiable, atrevido, un tanto irreverente y con un mínimo sentido de responsabilidad; Jazmín por el contrario era dedicada, responsable, respetuosa y capaz. Se conocieron (no mucho por cierto), él la convenció y se hicieron novios, ella creía en las historias lindas de amor donde el hombre cambia gracias a la amada, pero no contaba con que puede ser al contrario.

El enamoramiento era tanto que dejó de importarles dónde podían darse esas muestras de su cariño y un buen día una profesora los sorprendió en un salón disfrutando de un enorme beso de esos que no se sabe si se están besando o devorando, por lo cual fueron llevados a la dirección donde se les asignó un citatorio para entablar una charla con sus padres; como era de esperarse los padres de Carlos no llegaron, la mamá de Jazmín asistió puntualmente y con una hermosa sonrisa justificó a su hija argumentando que estaba enterada de todo lo sucedido, que su pequeña tenía permiso de besar a Carlos a la hora que quisiera y que ese bonito noviazgo contaba con la venia de ambas familias.

Claro está que el colegio tomó su postura y en base al reglamento se le urgió a pedirle a su hija que evitara las muestras de cariño al interior del colegio. La mamá encontró la solución en permitir las visitas en casa después de clase, dándoles su espacio y toda su confianza, por lo que no tardaron mucho en hacer acto de presencia el estrógeno y la testosterona y muy pronto Carlos y Jazmín vieron llegar los frutos de su amor y de la confianza de sus padres: un hermoso bebé.

Carlos no tenía empleo (aun no tiene) y si no podía mantenerse a él mismo mucho menos lo haría con un pequeño ser que demandaría todo de él, así que el noviazgo dejó de funcionar y cada uno tomó su camino; en cuanto al pequeño, es mantenido hoy por los padres de la chica a los cuales les llama papás.

Sí, sé que es una historia común y eso es lo preocupante, que se esté volviendo tan natural. Es preocupante que hoy los padres intenten ser amigos de sus hijos sin entender que amigos cómplices tendrán muchos pero padres que se ocupen y dirijan con sobriedad y madurez solo los tendrán a ellos; preocupa que crean que los chicos les contarán todo lo que vivan cuando esto es querer engañarse a sí mismos ya que nadie está dispuesto a hacer de sus padres confidentes (la función del padre es otra); preocupa que permitan noviazgos tempranos que solo despertarán en los chicos necesidades igualmente tempranas.

Quiero que quede claro que no estoy en contra del noviazgo pero sí en desacuerdo en que se intente combinar los estudios (particularmente en secundaria) con este tipo de relaciones que regularmente acarrean distracción en clase, baja de calificaciones, depresión tras la ruptura, muchas veces violencia verbal y física, sin mencionar un gran porcentaje embarazos no deseados.

Y es que el noviazgo es en el estricto sentido del concepto “la preparación al matrimonio” y no creo que un chico de 12 a 16 años esté listo para casarse abandonando sus estudios para trabajar y mantener una familia; noviazgo significa compromiso, pero un adolescente no debe comprometerse más que consigo mismo y con su futuro. Todo tiene su tiempo y llega en su momento, cuando las cosas se apresuran regularmente fracasan.

“Como todo buen árbol que es de esperar que crezca, tenemos que establecer nuestras profundas raíces en el suelo, de manera que lo que es real prosperará a la luz del amor” –Billy Corgan.