Por: Arnulfo Roque Huerta/

Es verdad que como padres nunca debemos poner en tela de juicio lo que nuestros hijos nos cuenten, pero también es cierto que es nuestra obligación conocer a los chicos y saber cuándo lo que nos dicen es verdad o mentira.

Hace una semana un compañero se vio enredado en una penosa situación porque un chico con algunos problemas de conducta creyó que no pasaría nada si involucraba a su profesor en un conflicto al comentarle a su mamá que el educador lo había lastimado.

Pues resulta que el profesor se encontraba dando su clase cuando el alumno irrumpió en el salón (y sin permiso) por lo que se le pidió saliera y no interrumpiera la clase, además se suponía que el muchacho debía estar en sus lecciones, pero ni con la llamada de atención el chico entendió y se empeñó en interrumpir la clase, por lo que el profesor se vio en la necesidad de cerrar la puerta del aula y continuar con su clase.

Al parecer al estudiante esto no le gustó, por ello al llegar a su casa su mamá lo notó molesto y al pregúntale la razón, el chico le dijo que el maestro lo había jaloneado, que lo sacó del salón y le apretó el brazo tan fuerte que aun en ese momento le dolía, qué el profesor se había portado muy grosero corriéndolo de su salón. Por supuesto el relato causó una gran molestia a los padres del chico como nos hubiese causado a cualquiera de nosotros si le hicieran algo así a nuestros hijos.

Los padres con todo su derecho pidieron entrevistarse con la orientadora del plantel para arreglar dicha situación y buscar una sanción para el docente, que dicho sea de paso la sanción es el despido; la orientadora respondiendo a la solicitud les dio cita para el siguiente día, mientras tanto el alumno se estaba encargando de comentarles a sus compañeros y a otros profesores el motivo por el que sus papá visitarían la escuela haciendo extensiva su versión de los hechos a cuantos se lo preguntaban, la historia no tardó en llegar a los oídos del profesor implicado y pronto buscó aclarar las cosas en la dirección escolar.

Para fortuna del docente los alumnos a quien impartía clase en el momento de los hechos lo presenciaron todo y al preguntarles aclararon que el profesor jamás había tocado al alumno y que por el contrario solo le pidió que le permitiera dar su clase y que si quería entrar al salón tenía que pedir permiso primero, así mismo los compañeros del alumno en cuestión se dieron cuenta que jamás ocurrieron las cosas como éste las había contado.

El profesor pidió también con todo derecho una reunión con la madre del chico ese mismo día para que las cosas quedaran claras y no lo llevaran a él a enfrentar problemas que no se había ganado; al llegar la madre se le llamó al chico para que nuevamente le dijera a su mamá frente al profesor la versión que él tenía pero al verse en esa situación por fin habló con la verdad y le aclaró a su mamá que el profesor no había sido grosero con él y mucho menos lo había lastimado.

Aclarada la situación la madre pidió al chico se disculpara con el profesor y todo llegó a buen puerto… pero ¿Qué hubiese pasado si el chico se mantenía en su primera versión y aún con las pruebas que lo contradecían se hubiera empeñado en solicitar una sanción para el docente? Seguramente el más perjudicado en todo esto sería el compañero maestro pues en lo que se investiga el caso él hubiera sido tachado como mal profesor y su trabajo de años se vendría para abajo.

Es triste cuando los profesores se tienen que enfrentar a esto y es aún más triste que algunos chicos busquen causar problemas a quienes su única función es llevarlos al conocimiento, ayudar en su educación y por qué no, hasta comprenderlos y apoyarlos en momentos complicado de sus vidas. Afortunadamente el colegio conoce perfectamente a su docente y le dio el beneficio de la duda permitiéndole aclarar el hecho dejando todo como un mal entendido.

El profesor en su reflexión final de lo acontecido menciona que enseñarle a un alumno a pedir permiso para entrar en un salón de clases es parte de la enseñanza básica y que siempre seguirá educando a sus alumnos pues para eso trabaja, para que los jóvenes de hoy sean más educados; por eso hoy quiero dejarles esta frase de la escritora española Maruja Torres pues tienes mucho que ver con esto: “Un buen maestro hace que el mal estudiante se convierta en bueno y el buen estudiante en superior.”