Por: Arnulfo Roque Huerta/

La semana pasada se llevaron a cabo las asesorías para los alumnos irregulares, es decir para quienes a lo largo del semestre no lograron reunir lo necesario para acreditar tal o cual asignatura. En esta semana se busca que los chicos intenten aprender en cinco días lo que no pudieron en seis meses, obvio eso suena muy complicado, sin embargo algunos lo logran; pero quienes no lo consiguen pueden encontrarse aún con un par de oportunidades para acreditar la asignatura.

Platicando con un grupo de alumnos irregulares me comentaron su preocupación por lograr acreditar las materias que desafortunadamente tenían reprobadas; cabe destacar que algunos de ellos tienen más de dos asignaturas sin aprobar, lo cual los orilla a realizar esfuerzos extraordinarios que no siempre rinden los frutos esperados, pues aunque en algunas ocasiones logran la acreditación, el aprendizaje esperado brilla por su ausencia.

Esto por supuesto me lleva a reflexionar sobre el sistema extraordinario para acreditar asignaturas en las que el objetivo no se logró; y propiamente el objetivo no es que el alumno obtenga una calificación aprobatoria sino que aprenda, que consiga los aprendizajes esperados y las competencias que cada asignatura ofrece, las cuales a lo largo del semestre se tienen que ir adquiriendo clase a clase permitiendo la reflexión, el análisis y el conocimiento.

No quisiera escucharme radical pero creo que el alumno que no aprueba una asignatura tiene la obligación de cursarla nuevamente, pues como ya mencioné antes dicha asignatura dota al estudiante de competencias importantes para poder avanzar en su vida escolar y personal, por lo que aprobarla de manera extraordinaria coarta por completo el objetivo principal que es otorgar al alumno una educación integral y de calidad.

He confirmado a través de pláticas con estudiantes que la posibilidad de aprobar las asignaturas en modalidades extraordinarias (aun cuando no tengan el conocimiento necesario) ayuda a aumentar la mediocridad entre la comunidad estudiantil pues muchos limitan sus verdaderas capacidades al no realizar su mayor esfuerzo y conformarse con lo mínimo necesario. De igual forma gran número de estudiantes que encuentran algo desagradable o complicado en alguna asignatura la dan por perdida y conscientemente la dejan de lado esperando los periodos extraordinarios para cumplir con el trámite.

Estoy seguro de que si el alumno tuviese que aprobar todas sus materias de manera regular sin ofrecerles ninguna otra alternativa, estos se verían obligados a estudiar más, a perder menos el tiempo y hacer a un lado las excusas y pretextos que hoy día son comunes en quienes muestran poca responsabilidad y compromiso.

Creo firmemente que para disminuir el número de reprobados no se les tiene que facilitar el camino sino enseñarles a recorrerlo y cuando digo recorrerlo es sin atajos, es hacer el recorrido completo para alcanzar metas y cumplir objetivos, es no detenerse, ni salirse de la calzada, es mirar hacia el frente sin regresar por nada, es continuar sin desmayar y jamás dejar vencerse por pequeños obstáculos que solo están allí para hacer más atractivo nuestro caminar.

Quiero concluir con una frase de Albert Einstein que dice: “El genio se hace con un 1% de talento, y un 99% de trabajo.” Así que les pido a mis alumnos y a quienes leen esta columna que trabajen día a día, que el semestre empieza desde la primera hora del primer día de clases, que se esfuercen siempre, estudien y se acostumbren a no depender de segundas o terceras oportunidades sino de su talento y duro trabajo.