Por: Redacción

Con el proyecto Luminiscencia para todos, un pigmento con capacidad energética único en su tipo, un grupo multidisciplinario de alumnos de la Unidad Azcapotzalco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) participará en la fase final del concurso internacional Hult Prize, catalogado como el más importante en el plano global en materia de emprendimiento social.

La etapa final del certamen convocado por la Hult International Business School será celebrada del tres al cinco de marzo –de manera simultánea– en San Francisco y Boston, Estados Unidos; Londres, Gran Bretaña; Dubái, Dubái, y Shanghái, China, con representantes de 650 instituciones de educación superior, entre ellas ocho de México.

Los estudiantes de las licenciaturas en Ingeniería Metalúrgica, Ingeniería Industrial, Ingeniería Mecánica, Ingeniería Electrónica, Ingeniería Ambiental y en Administración, Jairo David Mora-les González, Daniel Isidoro Marín, Ramiro Jiménez Habanero, Víctor Mayén Flores, Óscar Arturo Bocanegra Jerónimo y Cristian Ernesto Salazar Mendoza, en ese orden, acudirán ante un jurado que evaluará la factibilidad de crear un emprendimiento que cumpla la meta de esta edición del concurso: ayudar a personas refugiadas.

El eslogan del certamen –patrocinado además por la Fundación Clinton– fue Reawekening the human potential y el objetivo es otorgar un capital semilla –que ascendería a un millón de dólares– al proyecto “capaz de producir empresas sustentables y escalables que restauren los derechos y la dignidad de diez millones de refugiados en el año 2022”, explicaron los jóvenes en entrevista.

El proyecto tecnológico de los estudiantes de la UAM consiste en el uso de tierras raras, elementos químicos que al aplicarles diversos procesos se convierten en un pigmento susceptible de recibir el resplandor solar y transformarse en energía y, por tanto, generar luminiscencia.

Los alumnos de la Casa abierta al tiempo diseñaron un kit de ventanas, domos y puertas que al recibir los rayos solares durante el día se recargan y por la noche proporcionan luz fría, al mismo tiempo que producen iluminación eléctrica.

Este colorante puede administrarse en superficies plásticas de mochilas, botellas de vidrio o pet, cristales, metales, madera y cemento, es decir, tiene “una capacidad energética” transferida mediante “dispositivos ingeniosos” que ayudarían a las poblaciones de refugiados, precisó Morales González.

“Desarrollé una matriz luminiscente para ser implementada en diferentes materiales y con varios usos”, con la idea de que esta propuesta tecnológica fuera empleada en el municipio de Huehuetoca, en el Estado de México, por ser una localidad que es punto de llegada de grupos de migrantes.

Con esta aplicación “restableceremos domos, puertas y ventanas” en los centros de refugio de personas desplazadas donde podrá ser utilizada hasta por ocho años, que es el tiempo máximo de duración del kit, un proyecto “nuevo en México que podría suplir el uso de la energía eléctrica”, pues se recarga en lapsos de entre cuatro y seis horas con la luz solar y su capacidad de iluminación alcanza hasta las 12 horas.

El alumno de la UAM explicó que mediante esta tecnología, una ventana de 1.50 por 1.80 metros sustituiría el uso de hasta diez focos, lo que además de reducir los costos por energía en los albergues del país –que llegan a recibir hasta a 1,500 personas– brindarían a éstas una fuente de empleo pues podrían manufacturar ventanas y puertas para obtener una remuneración económica durante su estancia.

Morales González señaló que aunque el trabajo está enfocado en el tema de los refugiados para participar en el Hult Prize, los campos de desarrollo son amplios, sobre todo para reducir la utilización de energía eléctrica, lo que impactaría de manera positiva en el medio ambiente.

En su primera etapa, el concurso se llevó a cabo en las unidades académicas de la UAM y después siguió la fase regional en México; ahora los participantes se enfrentarán en San Francisco a equipos del Instituto Tecnológico de Massachusetts y las universidades de Harvard, San Francisco, California y Berkley, entre otras, comentó Salazar Mendoza, también miembro del comité organizador.

“Creo que el grupo tiene gran potencial, no sólo para crear empleos” y brindar servicios, sino para “revolucionar la forma en que es generado el gasto energético en el país, pues hay muchos lugares donde llegan las marcas de refrescos, pero no el tendido eléctrico”, por lo que el futuro del proyecto es trasladar la tecnología a esos sitios para que las comunidades evolucionen.

Mayén Flores sostuvo que uno de los propósitos futuros es integrar a este trabajo un plan de negocios y pensar “cómo obtener un beneficio económico, además de aportar en los aspectos social y de investigación”.

Mientras pueda obtenerse una cantidad de recursos mayor, también aumentará el número de personas beneficiadas, por lo que “tendremos que incubar nuestra empresa, hacer un prototipo mínimo viable y ver cómo reacciona el mercado hasta encontrar la forma de monetizar la propuesta”, especificó.

Los participantes agradecieron el apoyo del Programa de Emprendedores de la Coordinación de Vinculación, la Oficina de Innovación y Emprendimiento Estudiantiles, la División de Ciencias Básicas e Ingeniería y la Rectoría de la Unidad por haber acompañado al proyecto desde un principio y otorgado los recursos necesarios para algunos traslados nacionales e internacionales.

El equipo –asesorado por otros alumnos de la UAM que participan en ecosistemas de emprendimiento estudiantil y por profesores de la Casa abierta al tiempo y externos– ha reforzado sus habilidades en pitching, modelo de negocios, imagen e idioma, ya que son aspectos necesarios en un concurso internacional.