Por: Redacción

El camino ha sido largo y el trabajo arduo, pero la meta está cerca. Al otro lado del planeta, en Yogyakarta, Indonesia, la Olimpiada Internacional de Física espera a Mauricio Leonardo Rosas Gómez, alumno del plantel 9 de la Escuela Nacional Preparatoria, en donde se enfrentará a alrededor de 420 estudiantes de casi 90 países.

El chico, de 18 años, llegará a tierras asiáticas después de haber obtenido la medalla de oro en la Olimpiada Nacional de la especialidad, y de una gran preparación. Es la primera vez que saldrá de México, y no sólo eso: viajará a un país completamente diferente y lejano, por lo que se siente feliz. También porque tendrá la oportunidad de conocer a los mejores estudiantes de física de cada nación. “Eso será muy emocionante”.

Conforme avanza en sus estudios se da cuenta de lo mucho que le falta por aprender. Ya tiene decidido que será físico, y en su estancia en la Facultad de Ciencias (FC) de la UNAM, a la que espera ingresar el próximo ciclo escolar, decidirá en qué área de esa disciplina se enfocará. Hoy, su sola inspiración es ser investigador: “quiero dedicarme a la ciencia y voy muy motivado por ese camino”.

A la cita en Indonesia, del 16 al 24 de julio, cuando se cumplan 50 años del certamen internacional que dio inicio en Varsovia, Polonia (1967), Mauricio acudirá como parte de la delegación mexicana, que también conforman tres estudiantes de Nuevo León y una de Jalisco, acompañados por dos líderes y otros invitados.

Aunque viajarán en grupo, la competencia será individual. Presentarán un examen teórico (de tres problemas con varios incisos) y uno experimental, en donde se llevan a cabo uno o dos experimentos en los que usualmente se pide medir alguna cantidad física, observar algún fenómeno y describirlo o hallar de manera indirecta algo que no se sabe; cada uno tendrá cinco horas de duración.

Asistir a esa olimpiada implica una gran preparación. “En el camino he estudiado mucho, he aprendido un montón y me siento agradecido por esa oportunidad, porque en los selectivos me dieron entrenamiento de temas un poco más avanzados, que casi no se estudian en la prepa, y fue muy entretenido”.

El certamen internacional es la “cereza del pastel”, ahí “voy a aprender y a disfrutar”, sostuvo el primer alumno de la UNAM en conseguir una medalla de oro en la Olimpiada Nacional, y el primero del bachillerato de esta casa de estudios en ser seleccionado para participar en la internacional.

El largo camino al éxito

Desde que tiene memoria, a Mauricio le han gustado las matemáticas; cuando entró a la secundaria comenzó a participar en la olimpiada de esa especialidad en la Ciudad de México, aunque nunca le fue tan bien como en física, reconoció. También tuvo un buen profesor de química que le hizo pensar que se dedicaría a esa disciplina, pero en el bachillerato descubrió que no le apasionaba como la física.

Al llegar a la Prepa 9 (de donde acaba de egresar con un promedio de 9.37), se inscribió a la Olimpiada Universitaria del Conocimiento, concurso en el que compiten alumnos de todos los grados del bachillerato de la UNAM, “y me fue bien, saqué medalla de plata. También participó en el “interprepas”.

El profesor Óscar Ocampo lo contactó con uno de sus exalumnos, Luis Vieyra, que en el certamen nacional había obtenido bronce. Así, cuando entró a quinto año de prepa comenzó a alistarse; lo primero fue estudiar cálculo, “que sirve para entender mejor los temas de física. Cuando terminé de ver ese temario, comencé con un libro de física, capítulo tras capítulo”.

Así, en la siguiente edición de la Olimpiada Metropolitana de Física quedó en primer lugar y pudo cumplir su sueño de asistir a la nacional, en León, en noviembre de 2016. Ganó la medalla de oro y la invitación a presentar los exámenes selectivos que determinan quién va a la Iberoamericana y quién a la Internacional. “Me avisaron que me iba a la Internacional, y así es como llegué hasta donde estoy”.

Luego de un entrenamiento experimental en la FC, que seguramente será su facultad, Mauricio Rosas se declara listo para la cita en Indonesia. Sus padres, quienes tampoco han tenido la oportunidad de salir del país, se sienten orgullosos de que su gusto por la física lo lleve tan lejos.

Y él, antes de despegar a la Isla de Java, envió un mensaje a otros jóvenes: “encuentren lo que realmente les gusta; yo pensé que quería estudiar química, pero luego encontré lo que me apasiona; entonces, cuando estudio lo hago con gusto, e incluso cuando estoy aburrido resuelvo problemas. Si lo logran y trabajan en ello, si se esfuerzan, pueden alcanzar sus sueños y sus metas”.