Por: Patricia Ramírez/

“Jamás nosotros seremos granaderos, vivimos del cantar y del estudio, ni tú ni yo iremos por el mundo golpeando a estudiantes como aquel hombre”, son estrofas de La balada del granadero, una canción del grupo Los Nakos,que se convirtió en una consigna que acompañó al movimiento estudiantil de 1968, durante aquellos meses que culminaron con una matanza en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco.

Los días 22 y 23 de julio de 1968 se registró un enfrentamiento entre estudiantes y porros (grupos de pandilleros y provocadores con nexos políticos), y posteriormente los estudiantes fueron reprimidos por el Cuerpo de Granaderos.

Estos hechos se convirtieron en  el detonante para que estudiantes de diversas casas de estudios, que inclusive llegaron a ser antagónicas, se unieran y manifestaran sus inconformidades a través de un movimiento que crecería de manera inimaginable y que marcó la historia mexicana.

Sus demandas al gobierno quedaron establecidas en un pliego petitorio de seis puntos: libertad de todos los presos políticos, destitución del jefe y subjefe de la Policía Preventiva del Distrito Federal, castigo a funcionarios responsables de la violencia contra estudiantes, supresión del Cuerpo de Granaderos, indemnización a víctimas de los actos represivos y la anulación de los delitos de disolución social contenidos en los artículos 145 y 145 bis del Código Penal Federal.

Sin embargo, las demandas  fueron acalladas el 2 de octubre, cuando cientos de estudiantes, profesores, profesionistas, obreros, familias se reunían en la Plaza de las Tres Culturas, aproximadamente a las 17:55 horas, dos bengalas rojas fueron disparadas desde la torre de Tlatelolco, señal para que los miembros del Batallón Olimpia comenzaran a disparar contra los manifestantes.

Hoy, 49 años después de la Matanza de Tlatelolco que hasta el momento continúa en la impunidad y con un número inexacto de muertos y desaparecidos, Ignacia “La Nacha” Rodríguez y Félix Hernández Gamundi, líderes del movimiento estudiantil del 68, en entrevista para Mugs Noticias afirman que no cambiarían nada de lo que hicieron en aquel tiempo, en ese movimiento que marcó la historia mexicana y que ocurrió a escasos días de que iniciaran los Juegos Olímpicos.

“El 68 fue un movimiento masivo y pacífico que rescató grandes valores del pueblo mexicano: la solidaridad, el amor, los ideales, conjuntó a sectores sociales muy diversos en contra del autoritarismo y la antidemocracia”, afirma Hernández Gamundi.

Así se veía la Plaza de las Tres Culturas el 2 de octubre de 1968 horas antes del ataque.

La música como otra manera de expresión

Esos valores que unieron a los cientos de mexicanos en aquellos meses, no sólo fueron plasmados en marchas, pancartas y peticiones, sus demandas democráticas también estuvieron presentes a través de la música, la cual jugó un papel importante, pues cantantes como Óscar Chávez o Los Nakos fueron universitarios que en sus facultades iniciaron composiciones con una fuerte crítica social.

En el caso de Los Nakos, Ismael “Mailo” Colmenares, estudiante de sociología en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, fue partícipe de brigadas culturales y se reunía con sus compañeros universitarios, José Martínez, José Ramón Castillo y Armando Vélez, para componer canciones cuyas letras fueran un discurso social de lo ocurrido en ese tiempo.

Dicho grupo parodiaba la política y utilizaban la música como discurso cantado, fuente de demandas democráticas, incluso su nombre surgió debido a que la palabra “naco”  es un término que se utiliza de manera despectiva, por lo cual quisieron reinvindicar el término.

Por otra parte, las composiciones de Óscar Chávez estaban presentes en las facultades de Ciudad Universitaria desde 1962, por lo cual es uno de los exponentes de música de protesta.

Aquellas canciones era prohibidas para unos, para los estudiantes que participaron en el movimiento eran himnos de libertad.

Sin embargo, de acuerdo con Félix Gamundi, los corridos de la Revolución Mexicana y canciones de la Guerra Civil Española eran una manera de enfrentar a las fuerzas represivas.

Sin cambios, con esperanza

Los movimientos, la música, las peticiones y todo lo que ocurrió de julio a octubre de 1968, pese al desenlace, ha sido un suceso que marcó a México, y que perdura año con año para plasmarse en la memoria histórica de todos.

Nacha Rodríguez tiene 73 años y tras sus recuerdos de haber estado presa en aquellos días debido al movimiento, continúa esperando cumplir un año más de vida para estar presente cuando se conmemore medio siglo de la Matanza de Tlatelolco, sin embargo, no es lo único que espera, también su deseo de poder vivir en plena libertad y que las nuevas generaciones lo hagan es parte de sus peticiones actuales.

Las demandas que se desplegaron en aquel pliego no son las mismas que hoy, sin embargo, los lìderes exigen que los responsables de aquellas muertes y desapariciones sean llevados  ante los tribunales.

Pese a esto, las nuevas generaciones están involucrándose, los jóvenes reaccionan y la conocida frase “2 de octubre no se olvida” es cierta y ante esto los líderes no cambiarían el movimiento.

Los jóvenes y el cambio

Hernández Gamundi afirma que México está en la antesala del cambio y los jóvenes son los principales actores en esto debido a la solidaridad que han demostrado en las últimas semanas hacia los afectados por los sismo de 8.2 y 7.1 grados de magnitud que perjudicó el centro y sur del país.

Para Ignacia Rodríguez su respuesta ante lo que espera de la juventud es “todo”, ya que han demostrado estar en todas partes y apoyar de manera sana y limpia a quienes lo necesitan, a pesar de ser tentados por la corrupción del gobierno.

Ambos visualizan a los jóvenes como los mejores sucesores del movimiento del 68, sólo que en una situación con problemáticas distintas, pero bajo la misma espontaneidad e interés que la juventud de hace 49 años.

El sismo demostró la unión de la sociedad civil y dejó en evidencia las prioridades políticas, es el mejor clima para aprovechar que cientos de mexicanos están siendo solidarios en las zonas perjudicadas por el terremoto, para extender ese deseo de apoyo y cambiar la situación de México.

“Vienen tiempos de reconstrucción, tenemos que pensar que hace falta reconstruir materialmente pero también hace falta emocional, política y socialmente. Redignificar nuestras vidas, redignificar la política y no bajarnos de aquí. Y creo que los jóvenes están haciendo eso y todas las demás generaciones tenemos que sumarnos”, afirmó Félix.

En esta marcha, 49 años después se espera la coordinación de todos, principalmente de la población juvenil para continuar clamando la justicia por lo ocurrido en Tlatelolco, por la reconstrucción ante el sismo, los feminicidios, la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa y en general todos aquellos casos que siguen en la impunidad y de los cuales las autoridades no otorgan respuesta.