Por: Risso Aguilera, Gabriela Espinoza

Fotografía y video: Oswaldo Rojas

Un hombre que sabe perfectamente que su rol como fotoperiodista es retratar la realidad. Contar la historia que a veces no se lee en la tinta, es como puede entenderse el trabajo de Juan Miguel Dimayuga Meneses,  ganador del Premio Nacional de Periodismo 2014 en la categoría de fotografía.

La entrevista se realiza en el archivo fotográfico de Proceso, en medio de sobres amarillos sobre la mesa en la que periodistas como Julio Scherer García y Vicente Leñero jugaban dominó. Dos ventanas alumbran la pequeña estancia en la que Meneses cuenta su historia a MUGS Noticias.

Dos frases dan idea de su lugar de trabajo: Más de 500 mil imágenes en 15 mil temas… y la vanguardia del fotoperiodismo.

Oriundo de Guerrero, de sonrisa fácil, cuenta que inició su carrera aún estando en la escuela, invitado por un profesor, escribía para un pequeño periódico local cuando no había nadie más en la redacción y cubría eventos de última hora.

Por ocho meses trabajó en la agencia Cuartoscuro y luego en la revista Proceso, donde lleva ya casi 10 años.

Niño autodefensa rumbo a la toma de ‘Los Sandoval’, fue la imagen que le hizo acreedor al Premio Nacional de Periodismo. Publicada en febrero del año pasado en el semanario, muestra a un joven, sosteniendo un AR-15, que pasó de ser un halcón de los Caballeros Templarios a ser un autodefensa. Le dicen ‘La Kika’.

–Me gustaría saber de un par de fotos que te hayan emocionado. Que hayas dicho ‘estas dos me movieron por algo’. Algo que haya hecho ‘click’ dentro de ti.

–Pues mira, más que mencionar imágenes en particular, lo que podría decir es que las cosas que regularmente me mueven los sentimientos son ver la reacción, estar con la gente durante situaciones muy fuertes, como que acaben de asesinar a un familiar o  haya un desastre y la angustia.

“Estar ahí invadiendo su espacio en ese momento crítico, eso es lo que me conmueve a mí. La forma en la que tienes que mostrar respeto hacia la gente y hacia su problema en ese momento, y tu obligación es documentar lo que está pasando para que se conozca su situación”.

Miguel Dimayuga

–En pocas palabras, lo que te mueve es sentir emociones humanas en ese momento.

–Podría decir que uno corre con suerte de estar ahí. Regularmente no son situaciones en las que uno se siente muy afortunado, porque  muchas son cosas difíciles, involucran el sufrimiento de muchas personas, tiene uno que ser muy respetuoso y responsable con lo que la gente está sintiendo

“¿Por qué estás ahí? En ese momento, para documentar lo que está pasando, nada más. Obviamente no puedes intervenir, ni participar; simplemente puedes documentar lo que está pasando”.

–Dada la situación del país ¿Cuál es la complejidad de ser fotoperiodista en estos momentos tan violentos?

–Aunque parecieran increíble, pese a que ya estamos en pleno siglo XXI, hay gobernantes, o las mismas personas, que están involucradas en estas situaciones del crimen organizado que se ofenden con el trabajo de los reporteros como para matarlos de plano.

“Es algo así bárbaro, totalmente intolerante, que no tiene cabida en esta idea utópica de un país democrático, como del que se habla en los libros. Aun así uno hace el trabajo porque finalmente el periodismo es un trabajo del cual no te vas a hacer rico.

Debes de entender que lo que tú haces es una labor, como un trabajo social. Obviamente lo óptimo es tener un ingreso, digo, para poder vivir sin tener que caer en estas ondas del chayote.

“Hay casos de personajes que no tienen llenadero pese a que pueden tener un sueldo bastante digno. Incurren en situaciones  de abuso de su condición, pero en el caso de los reporteros de a pie, que andan en el campo de trabajo, para ellos sí es difícil.

“La gente que vivimos en el DF creemos que estamos en una burbuja de seguridad. Para la gente que vivimos aquí, todo lo feo que pasa, lo muertos y eso, pasa  fuera de la ciudad. Si tú revisas, en lugares que son parte de la zona metropolitana hay más asesinatos que en Juárez. Como en Ecatepec o en Neza, Chalco…

“Los reporteros de aquí sí trabajan y trabajan temas de seguridad, pero los que realmente corren el mayor riesgo son los reporteros de los estados. Ellos son los más vulnerables ante todas estas situaciones.

“No solamente se ven afectados por amenazas de los grupos delincuenciales, sino de las autoridades o de policías y militares, que muchas veces están involucrados y terminan por presionarlos. Ellos tienen a su familia, obviamente son más identificables en estas zonas, porque son ciudades pequeñas, donde todo mundo conoce a todo mundo y ellos son los que realmente la sufren. La prueba está en que la gran mayoría de los reporteros que han asesinado en el país, están en el paradigma de este ‘oasis’ de seguridad del Distrito Federal.

“Finalmente es una condición difícil. Finalmente se tiene que hacer y hay mucha gente que lo hace, que lo hacemos, realmente como una convicción, y tengo la suerte que en la revista hay condiciones, la verdad, bastante buenas, bastante dignas. Pero te digo, en los estados muchas veces tienen condiciones que realmente rayan en lo paupérrimo.

“Cómo mantienes a una familia con 1700 pesos o 2 mil pesos al mes o a la quincena. Cuando obviamente no te alcanza para vivir con esa cantidad y ellos se ven enfrentados a esa violencia económica, tienen que buscar alguna u otra manera de llevar el pan a su casa y muchas veces se ven envueltos en situaciones donde pareciera que son hasta cómplices de algunos grupos.

“A veces por la buena o a veces por la mala, también porque no es que les pregunten si quieren,  sino que les dicen que es a fuerza, los obligan y entonces un grupo contrario cree que trabajan para ellos y es cuando llegan a pasar cosas”.

–Considero que más que una burbuja es una especie de barrera donde tú te sientes seguro, pero el verdadero peligro está afuera, en los estados al interior de la república.

–Pues sí, uno también está expuesto aquí, pero ellos son más vulnerables porque es más difícil que se hagan homogéneos, porque todo mundo los conoce, todo mundo los ubica.

– ¿Cómo entender el fotoperiodismo actual, frente a los ciudadanos que utilizan las redes sociales? ¿Tu qué opinas? ¿Es también hacer noticia?

–Las redes sociales tienen la ventaja de la inmediatez e inclusive los mismos fotorreporteros profesionales quedan rebasados por los usuarios, los fotógrafos espontáneos, que con los teléfonos cualquiera puede tomar fotos, y aunque inclusive haya fotógrafos con cámara de medios, hay gente que sube más rápido la imagen y  se hace más conocida, más emblemática, más famosa. Primero la foto de un celular que fue subida más rápido a la red que la de un fotógrafo”.

“Todavía hay gente que con el teléfono ya te ganó por lo menos el instante de la premisa, mientras llegas a descargarla a la computadora o en un Ipad para mandarla al periódico que la va a concentrar en una mesa de edición para subirla.

El papel de un fotógrafo es hacer su mejor trabajo para que se note lo profesional de la inmediatez. En estos casos siempre tienes que poner por delante la honestidad y la ética. Al hacer una delimitación de la realidad, tratas de retratar lo que está pasando, debes estar consciente de la repercusión que las imágenes tienen.

–Respecto a la fotografía Niño autodefensa rumbo a la toma de ‘Los Sandoval’, con la que obtuviste el Premio Nacional 2014, ¿Alguna vez pensante que tu imagen iba a llegar a esos niveles?

–Más que llegar a esos niveles, desde que vi al niño, antes de que sacar la foto, sabía que era un personaje muy fuerte, por estar en ese lugar y ser menor de edad.  Se llega a esa situación porque no hay otra posibilidad, dado el clima de inseguridad. En la forma en la se vive en esa zona de Michoacán, donde los niños de esa edad piensan en integrarse  a un grupo de estos, hay de dos sopas: o te pones a cortar limón o decides estar en ese tipo de situaciones.

“Mi compañero y yo lo encontramos un día en la tarde. Lo vi. Nos citaron en la mañana para que los acompañaramos. Imagínate verlo con la R13 y la naturalidad con el que lo agarraba, se subía a la camioneta y salía del quemacocos, todo altivo. Realmente estaba en su ambiente.

“Ves a un niño de la cuidad o a un primito y no te imaginas ver un niño como él. A mí a esa edad ver un arma me asustaba. Si creces en ese lugar y no hay otra opción, pues como fotógrafo llega a sorprenderte. Lo único que haces es tomar fotos para demostrar ese tipo de cosas que no se viven en la cuidad, donde todos viven en una burbuja.

“Al tomar la foto, pensé que la gente que no estaba ahí debía conocer la situación de ese niño, quién estaba arriba de esa camioneta con esa metralleta en la mano, cuando tenía que estar en la escuela. Es algo que todos tenían que conocer”.

– ¿Qué responsabilidad implica ganar el Premio Nacional de Periodismo?

–La responsabilidad es estar consciente de que más allá de premiar a la persona, se premia a la imagen. Pensé eso cuando tomé la foto, que ese tipo de imágenes no pueden quedar nada más en la página de una revista, en un portal de internet o una foto de Instagram, obviamente en esos lugares mucha gente la conoce y la ve. Pero la importancia de un premio como este, es que la imagen trasciende y la situación del niño se conoce más.

“Cuántas veces has visto un R15 o cuántas veces lo has agarrado. Yo hasta a la fecha no me atrevo a agarrar un R15. Claro que por el trabajo, a veces todo el día estas en contacto. Una vez tomé un curso del ejército, era un taller de acercamiento de las Fuerzas Armadas; había un módulo en el que disparabas armas; era algo bien fuerte, llegar y agarrar el arma.

“La gente luego nos pregunta en la calle cuando estamos trabajando, ‘¿ustedes andan armados o traen algo con que defenderse?’ y les contestamos que realmente no. Lo que nosotros estamos haciendo es nuestro trabajo. Tu arma más fuerte es tu honestidad, porque estás trabajando y no estás haciendo nada malo, y de cierta manera la gente lo tendría que entender.

Si tú vas a un lugar de estos y traes una pistola, te pones más en riesgo porque pareciera que estas participando en esta situación de violencia. Y lo que tú estás haciendo ahí es sacar fotos. No vas a disparar o matar a alguien; lo que vas a disparar es tu cámara.

“Mi arma es la cámara y dispara sólo fotos, cuando le digo esto a la gente se ríe, ‘pero ¿cómo te vas a defender con una cámara?’. Lo que se puede hacer en estos lugares, es ser lo más invisible que se pueda, bajo perfil. Siempre debes manejarte con un perfil bajo, no ser muy ostentoso con la cámara y la ropa que vistes. Tienes que camuflajearte y homogenizarte lo más que se pueda, ya que no siempre estás en tu ciudad natal.

“Lo mejor es pasar desapercibido y ser responsable de las cosas, porque ninguna fotografía va a valer más que tu seguridad o que tu vida. Siempre tienes que cuidarte, por ejemplo, de una marcha que se pone muy violenta o cuando hay balaceras y estas en medio tomando fotos. Lo primero antes de sacar una foto, es cuidar tú seguridad, donde te paras y donde te pones. Siempre, aunque no tengas el mejor tiro para la foto, debes saber la causa por la que estás ahí”.

–Explícame que fue lo que pensaste al tomar la foto y lo que te dijo esa imagen una vez que la viste después.

–En la revista siempre se mostró la cara buida por la seguridad del niño, pero la gente del premio la ha estado difundiendo así porque dicen que lo que le da fuerza es la mirada del niño.

“Es una denuncia. Qué caso tendría guardar una fotografía que en su momento se publicó y tuvo su repercusión pero finalmente su trascendía por el premio será mayor.

Lo que realmente sería un premio sería que la foto contribuya a que estas cosas ya no sigan pasando. Que no haya niños de quince años que tengan que subirse a una camioneta con una metralleta en la mano.

“Todas esas cosas a la que los chavos se enfrentan porque no tienen otra oportunidad. Es muy difícil porque cada vez somos más y se encarecen los trabajos y condiciones para todos; es un caldo de cultivo porque esas mamás que se fueron a trabajar a las maquiladoras y dejaron a sus niños que se criaran solos, y ahora a sus catorce años, le cortan la cabeza a alguien y dejan una manta con ‘cabeza’ escrito con ‘s’.

“Prefieren muchas veces ser halcones y ganar mil 500 a la semana por estar sentados en un lugar que ganar 750 por estar ocho horas diarias en una maquiladora dándole durísimo.

“Todo este fenómeno de la narcocultura. Cuando yo iba en la escuela era un fenómeno medio kitsch; ahora lo ves en todos lados. Un chavo con esa carencia de valores ve esos mensajes del narco con la chava, la troca, la cadenota, la droga a mares y le resulta una opción natural”.

– ¿Durante tu trayectoria, qué representa la revista Proceso en tu trabajo?

–Siempre he creído que la revista juega un papel dentro de la vida del país. De la revista han germinado grandes personajes que influenciaron la vida moderna de México. La revista transciende a varias personas del país, porque su condición es ser la única que publica temas que incomodan a todos los sectores, hace que todos los que trabajamos estemos conscientes de lo que conlleva ser periodista.

“Además es un espacio donde muchísima gente ve tu trabajo. Llevo diez años en esto y hasta la fecha no ha habido un momento en que me digan ‘No, no hagas esto o no pongas esta foto porque se ve muy mal’.  Hasta ahora no he sabido de nadie al que le digan algo así, como sí he sabido de otros compañeros a los que les comentan ‘Oye, mira al presidente, lo sacaste muy feo. Échale más ganas’. Ese tipo de llamadas de atención acotan la forma de trabajo en otros medios.

“En algunos lugares te abre puertas. Pero otras, llegas a dependencias oficiales y pese a que sean de partidos de izquierda, al sentirse vulnerables a la búsqueda, ellos mismos en su paranoia las cierran”.

–Ya que mencionas lo que es trabajar en Proceso, te tocó estar cuando aún trabajaba Julio Scherer ¿Podrías decir si tuvo alguna influencia en tu trabajo?

–Yo llegué en febrero-marzo del 2006 y don Julio ya tenía un tiempo de haber dejado la dirección; de hecho, Rafael Rodríguez Castañeda, que es el actual director, ya va a cumplir veinte años en el cargo. Don Julio venía puntualmente los lunes a la oficina a revisar cómo estaban las cosas y tenía una junta con don Rafael y el subdirector Salvador Corro. Platicaba con los reporteros, daba un recorrido por la redacción y su presencia era ya en ese emblemático verlo pasar.

“Yo llegue en 2006 y desde que yo estaba en la escuela don Julio era Don Julio. La imagen del periodista que se respeta. La convivencia fue muy de ‘Hola buenas tardes’, pero ya trabajar la brega diaria no me toco. Aunque estaba el hecho de verlo pasar, leer los periódicos (tenía cuatro o cinco al mismo tiempo). Te parabas y lo veías desde la puerta y él en algún momento volteaba a verte.

“Su imagen para nosotros siempre va a ser un pilar por todo lo que significa para la revista”.

– ¿Para ti cómo es el estado actual del fotoperiodismo en México?

–Es difícil por todas las condiciones de la llamada guerra en el país. No es una guerra convencional, por eso no funciona que esos grandes fotógrafos que cubren guerras en medio oriente o todo el mundo vengan a dar cursos a México, porque la situación es particular: no hay códigos, alguna ley, nadie se hace responsable por tu seguridad ni nadie te asegura que haya condiciones para realizar tu trabajo. Muchas veces te enfrentas a situaciones donde la misma autoridad te dice que pases bajo tu propio riesgo y tú lo tienes que asumir así.

A pesar de que ganas mil 700 pesos a la quincena, lo haces por las ganas, la adrenalina… todo esto que hace que te guste tu trabajo y a veces hasta no le mides. Y dices ‘bueno, no importa que gane mil 700. Yo lo hago’.

“Siento que no abona que ahora sea más fácil conseguir una cámara. Dicen ‘mañana hay venta nocturna a ver cuántos fotógrafos amanecen’. Cualquiera que se compre una cámara, réflex por lo menos, ya se siente fotógrafo.

“Esto implica trabajo, conciencia y educarte en ética y valores para saber de tu lugar como reportero”.

– ¿Ese es el camino que tu consideras deben seguir  los jóvenes periodistas para llegar a ser premio nacional?

–Yo creo que deben estar bien consientes de qué es lo que quieren. Si a ti te gusta sacar lana, tener un buen carro y estar paseando pues… no sé.

“Hay formas en la fotografía de ganar bien. Hacer fotografía comercial, pero en el periodismo es más difícil. Si crees que siendo fotoperiodista vas a lograr esto, pues no. Debes estar consciente y conocer la situación a la que te vas a enfrentar porque a parte del problema de seguridad te enfrentaras a lo económico y llegar a sentir que tú trabajo no es reconocido.

“Muchas veces llegas a un lugar y te tratan como periodista chismoso, prensa vendida. A veces te preguntan si uno no se encabrona de que te digan ‘pinche prensa vendida’ y digo que yo no soy prensa vendida, no tiene por qué encabronarme.

“A todo eso te enfrentas, no hay un camino de éxito a seguir porque son muchas situaciones a las que te vas enfrentando. Lo rico es, al menos en mi caso, que no hay una cotidianidad. Nunca hay un mismo día. Puede que hoy amanezcas en un hotel carísimo desayunando y al otro día estas en una comunidad (rural) y la verdad a veces te gusta más el huevo sabroso con frijoles y tortillas. A veces no comes en todo el día.

“Un día no es igual, afortunadamente. No te acostumbras a trabajar en un mismo lugar.

– ¿Si pudieras dar un consejo vital a los jóvenes, cuál sería?

–Que el trabajo siempre los va a llevar donde quieran de la mejor manera. Pueden llegar de una forma rápida y fácil, pero así como llegaron de fácil es posible que pierdan esa condición por no haberlo hecho como debe de ser.

“Esto de la delincuencia, la camioneta, la casota y el desmadre te puede durar dos tres años. Te pueden meter a la cárcel o te matan, no trasciende de ahí.

“Si lo que impera en tu vida es la constancia, el trabajo, la honestidad y la conciencia de dónde estás parado y cual es tú papel, eso es lo que te puede ayudar”.