Por: José Manuel Mota Fernández

El fútbol llanero es considerado como la parte ruda del futbol, por la cantidad de peleas que se presentan en esta, pero también se puede decir que es el lado divertido de este deporte, por el folclor que este tiene dentro y fuera de la cancha, de hecho, esta es la única modalidad del fútbol que permite los entrenadores e incluso los jugadores, se rehidraten con lo primero que se les ponga en frente, siendo la cerveza la bebida preferida.

Las diferencias entre el fútbol profesional y el llanero, son muy, pero muy grandes, comenzando desde las alineaciones, pasando por el terreno de juego, el árbitro, los jugadores, el balón y todo lo que rodea a esta modalidad del deporte “más popular en el mundo”. Es también el único que pone el corazón por encima de las habilidades personales y el desempeño en equipo.

El terreno de juego: Parte fundamental para el desempeño de este deporte, sin embargo, el pasto corto, las líneas delimitados bien marcadas, la red en perfectas condiciones y las dimensiones de la cancha, quedan completamente a un lado, ya que se han dado cuenta que esto no siempre es indispensable para la práctica del mismo.

Generalmente la cancha, con medidas casi siempre diferentes a las demandadas por la FIFA, el pasto es sustituido por tierra y en algunos casos, cuando la integridad de los jugadores queda en segundo plano, es rellenada con grava que provoca el hundimiento de los pies, y convierte en héroe al que tenga las agallas de hacer una barrida, sin importar que deje parte de su pierna en el recorrido.

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La portería: Es la parte de la cancha que más se parece al fútbol profesional, porque sin importar el tamaño que tenga la cancha, la portería siempre va a tener las medidas reglamentarias, incluso cuando es compuesta por dos mochilas, ladrillos, el balón que no se utiliza para la reanudación del juego y, por supuesto, el envase de la caguama con la que el equipo se repone del inmenso cansancio.

Otra parte muy común en el fútbol llanero, específicamente, es la tensa red que se pone detrás de los tres palos para detener el balón cuando este entra a la meta, esta, casi siempre rosa con la línea de cal y es detenida por grandes piedras para que no vaya a ningún otro lugar.

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La línea de cal: La simetría de la cancha y la rectitud de las líneas de cal, son responsabilidad completamente del árbitro, quien recibe un artefacto muy sofisticado que consta de un palo de escoba y un bote de pintura con perforaciones en la base, que permiten que la cal que se encuentra dentro del recipiente salga y sea así como se marquen las líneas delimitadoras de la cancha.

A pesar de la experiencia de los silbantes del fútbol llanero para marcar las rayas, éstas no siempre son hechas a la perfección y convierten las líneas laterales en una verdadera culebra, problema que se resuelve pronto, ya que después de dos partidos disputados, la visibilidad de estas es prácticamente nula, por lo que la cancha llega a medir metros más o metros menos, según la apreciación del árbitro.

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El balón:  Debido a las irregularidades de la cancha, se vuelve prácticamente imposible utilizar un balón profesional, porque este se acabaría en un “abrir y cerrar de ojos”, por lo que los equipos llevan los famosos balones del “bote muerto”, es decir, que no rebotan por lo pesado que es el esférico, siendo los “balones Estrella”, los favoritos para jugar.

El balón estrella, por más raro que suene esto, eran utilizado en los inicios del fútbol mexicano en el sector profesional, sin embargo, la evolución de la llamada “redonda”, superó por mucho a los Estrella, que se convirtieron en el balón predilecto para la práctica del fútbol “que forja el carácter”.

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Las posiciones: Aquí no importa la capacidad que tengan los jugadores, ni la edad, ya que los rangos van desde los ocho años, hasta personas con más de 60, que tienen más entrega y coraje que algunos de los jugadores de la primera división profesional.

El portero: Debido al falso pensamiento de que el portero no debe tener un físico excelente porque “casi siempre está parado”, se designa al más pesado del equipo (por no decir al más gordo) para que se ubique bajo los tres postes, además de que su diámetro ayuda a que la meta se reduzca en un gran porcentaje y un error de ellos, desemboca en la célebre frase del fútbol llanero: “¡No maaaames, gordooo!”.

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Los defensas: Curiosamente, las personas que se desempeñan en esta posición, son los más corpulentos del equipo, van desde jugadores pasados de peso que llegan única y exclusivamente tarde a la jugada y a la pierna de su adversario y los más “mamados”, que también se centran en parar al rival a punta de patadas, por lo que su calidad futbolística queda a un lado, son ellos los que comienzan el 90% de las peleas en “el llano”.

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Los medios: Son los encargados de repartir el juego, la mayor parte de los balones pasan por sus botines, su excelente técnico individual, se resume en mandar balones a los delanteros, que casi siempre llegan al área contraria, para que el portero del equipo rival, físicamente son de los más atléticos, porque son los encargados (en ocasiones) de desbordar para mandar el centro para los letales del equipo, los delanteros.

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Los delanteros: Ellos son los encargados de poner los goles en el marcador, casi siempre son los más esbeltos para poder pasar ante la muralla defensiva del equipo rival. Su técnica individual, les permite rematar los centros que se mandan y ganarle por velocidad a la zaga enemiga, sus goles, casi siempre desembocan en la frase más común del futbol y que ya se había mencionado anteriormente: “No maaaames, gordooo”.

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La siguiente semana continuará la magia de esta modalidad del futbol.