Por: Iudex

Después de haber tenido una actuación buena la semana pasada, los árbitros centrales se encargaron de manchar otra vez esta profesión y es que parece que los penales más claros son los que no se señalaron, mientras que los más complicados si fueron decretados, de hecho, hubo una jugada que no era falta y se terminó señalando como penal.

La jugada más clara se dio en el partido entre Cruz Azul y Querétaro, cuando Omar Mendoza, defensa de los cementeros perdió de vista el balón y le puso el pie a Ángel Sepúlveda dentro del área penal, pero León Vicente Barajas, que estaba cerca de la jugada haciendo gala de su condición física, decidió no marcarlo, la razón se desconoce ante una jugada clara.

Una más se presentó entre Pumas y Pachuca, esta también muy clara, ya que en un tiro libre, Jesús Gallardo estiró la mano e hizo contacto intencional con el balón dentro del área grande. Adonaí Escobedo, estaba pésimamente ubicado, prácticamente detrás de la barrera y, por obvias razones no vio nada, pero el que se lleva el reconocimiento es Alejandro Ayala, abanderado uno que no señaló nada a pesar de estar frente a la jugada.

Eso sí, poco después corrigió su error y señaló otra mano más dentro del área de los Pumas, en una jugada mucho, pero mucho más apretada, ya que el defensor de los felinos hizo el contacto con el brazo prácticamente pegado al cuerpo, que bien se pudo haber señalado o no y con cualquiera de las dos decisiones hubieran existido personas conformes y otras, como es costumbre, no tanto.

Pero la mención honorífica se la lleva Óscar Macías Romo, central en el partido entre Tijuana y León, que nos enseñó como no hacer las cosas en el máximo circuito. Señaló un penal de buena manera en una falta Osvaldo Rodríguez a Avilés Hurtado, pero no se atrevió a sacar la tarjeta roja en una entrada temeraria directa al pie de apoyo del jugador de Tijuana, vaya, ni amarilla mostró.

Y un poquito más adelante, nueve minutos para hacer exactos, marcó una pena máxima que nunca existió. La jugada era un mano a mano entre Avilés Hurtado y Yarbrough en el cual el delantero adelantó el balón y al ver que ya no lo iba a alcanzar, buscó el choque con el portero para fingir una falta, cosa que si se concedió, incluso el meta de León fue amonestado.

Pero bueno, si no se marcan bien los fuera de lugar, si no hay criterio en las faltas y si no hay un arbitraje parejo, no podemos reclamar absolutamente nada con relación a lo que pasó este fin de semana, estas ya son jugadas exclusivas para árbitros de élite y hoy, después de un buen tiempo puedo decir que la tecnología le va a caer muy bien a nuestro arbitraje.

Por cierto, señor Fernando Guerrero, deje de guiñarle el ojo y chocar el puño con los jugadores de los partidos que le tocan oficiar, primero haga bien su trabajo y ya después se regodea con los profesionales.