Por: Iudex/

La Fecha FIFA nos ha regalado grandes partidos como Alemania contra España, los ibéricos contra Argentina, Colombia contra Francia, entre otros. También los partidos de la Selección Mexicana que, como se acostumbra, carecen de nivel futbolístico y rivales fuertes para medir el verdadero nivel del ‘Tri’

Este viernes, México derrotó 3-0 a Islandia, que no presentó gran resistencia, tenía bajas importantes como la de Sirgudsson y que se vio afectada por el arbitraje de Armando Villarreal, silbante estadounidense que lleva el Gafete FIFA en el pecho desde el 2015 y que no ha recibido grandes oportunidades internacionales.

Desafortunadamente, parece que el espectáculo y negocio de la Selección Mexicana en Estados Unidos se debe cuidar a tal grado, que se tiene que asegurar la victoria del ‘Tricolor’ a como de lugar y el arbitraje ha tomado un papel importante en esta situación, con trabajos permisivos y cargados a favor de los ‘Aztecas’.

Sorpresa no es que ayuden a nuestro país, tampoco que existan los arbitrajes tendenciosos, mucho menos que México, con un nivel no tan alto, gane prácticamente todos los partidos que se juegan en territorio estadounidense y que producen una derrama económica importante para la FMF y la ciudad sede.

Esto quedó reflejado completamente en el partido entre Islandia y la Selección. Primero que nada, Villarreal se dedicó a conceder casi todas las faltas que reclamaba el equipo mexicano, todos los choques, pequeños empujones e incluso algunas en las que no hubo contacto.

Si bien el juego de los ‘Vikingos’ se centra en la fortaleza física, el registro de tarjetas es algo que está fuera de la realidad y muy diferente a lo que se presentó en el juego. En total fueron seis amonestaciones: cuatro para los europeos y dos más para los mexicanos.

Pero el colmo de este encuentro llegó en la recta final del partido, antes de que Miguel Layún pusiera el tercero en el marcador. En una serie de entradas desmedidas, tanto de los islandeses como de los mexicanos, Birkir Bjarnason y Layún, se enfrascaron en una pequeña discusión, que llegó a convertirse en un conato de bronca.

Luego de que el islandés le reclamara al jugador del Sevilla, quien lo empujó en primera instancia, los ánimos comenzaron a calentarse y el mexicano, con “alevosía y ventaja” como dice el Reglamento de Sanciones de la FMF, le soltó una patada a su rival a la altura de la rodilla.

Pero como en estos partidos parece que el reglamento es opcional, aunado al poco conocimiento de algunos silbantes, se ignoró uno de los puntos principales. En una jugada que se puede calificar como agresión, en este caso la patada, no importa si hay un contacto o no, ya que se juzga el “dar o intentar dar” un golpe.

¿Qué pasó después de todo esto?, el central estadounidense, apoyado por sus asistentes, decidió amonestar primero al islandés y como se dio cuenta de que el mexicano se había equivocado aún más, se animó a mostrarle la tarjeta amarilla, cuando la roja era la única opción.

El partido entre México y Croacia es otro ejemplo de esta situación. Más allá del penal que fue bien sancionado por el central guatemalteco, antes y después de que se presentara esta acción, Mario Escobar nos dio el claro ejemplo de un trabajo permisivo y mal hecho.

Al menos cinco jugadores mexicanos tuvieron que recibir la tarjeta amarilla y otros tres de los croatas también debieron ser sancionados. Sin embargo, la cédula arbitral nos muestra una cosa muy diferente a la realidad, pues ningún futbolista recibió el cartón preventivo.

Una de las más claras es el penal de Miguel Layún, quien una vez más perdió la cabeza y al ver que no podía seguir luchando por el balón, decidió patear descaradamente a su rival, para conceder así la pena máxima que le dio la victoria al conjunto europeo que había caído contra Perú el viernes pasado.

Es así como los partidos “moleros” de la Selección Mexicana se han desarrollado en los últimos años, todos ellos de la mano de colegiados estadounidenses o norteamericanos, que permiten reclamos, gritos e insultos, sin tener los ánimos o instrucciones de castigar a quienes lo merecen.