Por: Redacción/

Una búsqueda filosófica que remarca el respeto al agua, al viento, al fuego y a la tierra ha sido plasmada –de manera sutil– por Nunik Sauret en paisajes que llaman a la reflexión, a partir del redescubrimiento de ancestrales técnicas japonesas del grabado.

La retrospectiva de la artista plástica Juego de claroscuro incluye 22 piezas en formato diverso que manifiestan la preocupación por la naturaleza y evocan una misteriosa sensualidad y gozo en dibujos de vegetales a los que confirió características eróticas.

Entre las técnicas tradicionales del país asiático utilizadas por la autora destaca el Moku-hanga, realizado en madera con un resultado sofisticado en el uso del color al recurrir a sobreposiciones translúcidas y al aprovechamiento de las vetas, en tanto que las tintas –con base en agua– fueron elaboradas combinando tierra y aceite.

La exposición –presentada hasta el 17 de noviembre en la Galería de Arte de la Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM)– comprende xilografías en caoba y ceiba a tinta de aceite, así como estampación en okume con tinta de agua y hoja de oro, o tinta china y craquelado de cobre.

Este trabajo cierra un ciclo, de tal forma que “estoy en el momento de replantear las investigaciones temáticas que abordaré y cómo las plasmaré y encausaré bajo las técnicas japonesas que he adoptado porque no son tóxicas, a diferencia de las occidentales, que son nocivas para la salud del artista y el medio ambiente al emplear sustancias contaminantes”, dijo Sauret.

En el proceso creativo son significativos el dominio y el rigor, tanto de la técnica como de la emotividad con el fin de lograr que la pieza tenga una permanencia, por lo que es indispensable la sensibilidad, es decir, “ver la vida desde otra perspectiva para lograr que el espectador piense, examine, observe, escuche y asuma un criterio que le permita formarse una opinión” respecto de un cuadro o una escultura.

El autor contempla todo lo que le rodea y es un crítico “responsable, correcto y comprometido con el país, la gente y las especies vegetales y animales del planeta”, aseveró la egresada de la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda y del Taller de Grabado del Molino de Santo Domingo.

El doctor Luis Ignacio Sáinz Chávez, investigador del Centro de Estudios Superiores Navales, externó que Juego de claroscuro constituye “un sinuoso recorrido de quien al paso del tiempo ha sabido desarrollar una paciencia zen, una no visión del orbe para aprehender las luces esenciales del ser. Desde este poder prescindir de la realidad es que adquirió la rara habilidad de vertebrar constelaciones de sentido que evitan sucumbir a las narrativas: sus trazos y movimientos plásticos se hunden en la belleza del silencio, nada dicen o predican y sin embargo nos cautivan en su frágil condición furtiva”.