Texto: Montserrat Sánchez Maldonado      Fotografía: Gabriela Espinoza

Cerca de 500 payasos, provenientes de diferentes puntos de Latinoamérica, se reunieron en el monumento a la Revolución, ubicado en la delegación Cuauhtémoc, Ciudad de México, con el fin de conmemorar la Vigésima Convención Internacional de Payasos.

Tomás Morales Lozada, quien da vida al Payaso Llantom, junto con su hijo Llantim, son los principales organizadores del evento, el cual  se le conoce también como el Festival de la Risa, donde participaron cerca de 11 naciones. Este año, por primera vez, se contó con la presencia de un payaso proveniente de Inglaterra.

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Payaso Llantom, fundador del Festival de la Risa.

“La idea de hacer este encuentro surgió para poder intercambiar cultura, experiencias, porque el payaso tiene faltas de ortografía, inclusive al hablar, y si nosotros no nos ayudamos, nadie más lo hará”, manifestó el artista Llantim.

Al medio día se tomaron la fotografía panorámica,  que desde hace dos décadas, no puede faltar para en el albúm de la vida de un payaso. La actividad se retrasó ya que en el monumento de Revolución se encontraba ocupado por diversos materiales que impedían montar el templete en el que posaron.

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Payasos formados en la espera de tomarse la foto.

Mientras se abría el espacio para el retrato, la payasita Arlequina, comentó que es “gracias a estas acciones se logra el verdadero apoyo al payaso, y se reconoce el único Congreso Latinoamericano que representa a está profesión”.

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La payasita Arlequina.

Al cuestionarle sobre el significado de salir en el retrato, Arlequina manifestó que “es un orgullo poder ver en una imagen todo el trabajo reflejado de personas que se maquillan y se visten para poder llevar alegría a todo tipo de gente, además, en este nuestro encuentro para exigir paz, se frene el maltrato infantil, pero sobre todo, para pedirle a nuestra gente que sonría, que lo haga 100, 200 veces al día”.

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Payasos poniéndose sus últimos accesorios de su vestuario.

Conforme transcurrían los minutos, los payasitos llegaban  y se reunían con sus compañeros. Algunos llegaron con sus familias, entre ellos el payaso Gody.

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La Familia de Gody.

“Esta vez me traje a todas mis mujeres, mi esposa, mis dos hijas grandes y mi bebé que tan sólo tiene un mes con nosotros: Evita, la payasita Evita”, comentó el titiritero Gody.

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La payasita Evita.

Llegó el templete, los acomodadores empezaron a hacer su trabajo, los payasos mataban el tiempo tomándose fotos entre ellos, riendo, conversando, invitando a la gente, como el grupo originario de Oaxaca que interpretó la Guelaguetza con sus mujeres pintadas de catrinas. Invitaban a la gente a bailar con ellos, a unirse a su festejo.

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“En Oaxaca no solamente somos maestros, sino también payasos”: Delegación de payasos de Oaxaca.

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Mujeres payasas, representantes de la Guelaguetza.

Mientras esperaban, los payasitos Garabato, Garabatito y Garabatito Junior, expresaron que son una familia de actores que no sólo tienen el oficio artístico, porque Garabato y Garabatito comparten la profesión de médico veterinario. Por otra parte, Garabatito Junior mencionó que desde que estaba en la panza de su mamá  tenía la cara de payaso.

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Payasos acompañando a Garabato, Garabatito y Garabatito Junior.

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Garabatito Junior.

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Garabatito.

El encuentro contó con la participación de países como Perú, Honduras, Belice, Bolivia lo representó el payaso Pelukyta, quien comentó “este es el segundo año que vengo, es muy bonito venir y compartir el talento de ser payaso, a pesar de la difícil situación económica, social y política que padece el país. A aquí  venimos sonriendo y compartiendo con nuestro pueblo un poco del corazón del payaso que todos tenemos en el fondo”.

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Pelukyta.

Por otra parte, minutos antes de ser tomada la fotografía, el fundador y payaso Llantom, hizo énfasis en que, “en este acto, también se solicita la creación de una escuela de payasos, para poder dejar de verlo solamente como oficio y poder empezar a darle el valor de licenciatura que se merece, le hemos pedido la ayuda al sistema, pero se nos ha dicho que no tiene tiempo, que no hay recursos, claro, al fin de cuentas, ¿A quién le importan los payasos?, pero a pesar, de que tal vez no le importemos, no significa que nosotros seamos igual de apáticos, a nosotros nos mueve la gente, es por eso que vamos a hospitales a hacer reír, a dar juguetes, porque es por ellos, por ustedes que nosotros seguimos existiendo”.

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Payasos posando para la foto.

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Arreglando su  mini bici.

Fue hasta las dos de la tarde, que cada uno de los payasos reunidos subió al templete, algunos cargando a sus hijos, otros levantando la bandera de su país, algunos más sólo sonriendo, porque a eso iban, por eso viven, por sonreír, y por poder lograr que esa sonrisa se contagie, se propague en cada persona que conocen.

 

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