Por: Risso Alberto

Para el pianista Kun Woo Paik (Seúl, Corea del Sur, 1946), uno de los mejores intérpretes a nivel mundial, dominar la técnica de un instrumento sólo sirve para expresar la música, por lo que se tiene que trabajar de manera natural con la sensibilidad y así dar paso a la magia interpretativa.

“A veces se cree que lo más importante para un músico es impresionar a la audiencia. Tal vez me escucharé muy cruel, pero eso es lo que lo circos hacen, impresionar a la gente. En la música creo que lo fundamental es tocar los corazones. Esa es la principal meta, no deslumbrar o lucirte.

“Personalmente no me gusta cuando la gente trata de mostrarse y el ego es más fuerte que la misma música. Eso no es bueno. Si servimos a la música, el ego se deja de lado; somos seres humanos y no lo podemos evitar, pero hay que hacer un esfuerzo por acercarse más al trabajo musical”.

Tal es la filosofía del músico coreano que regresa a México para participar en dos conciertos con la Orquesta Sinfónica del Estado de México (OSEM), bajo la batuta de Román Revueltas como director huésped.

 

Las presentaciones serán este viernes 9 de octubre en la Parroquia de San Juan Bautista de Metepec, en el marco del Festival Internacional de Arte y Cultura Quimera 2015, y el domingo 11 en el Centro Cívico de Ecatepec, que se llevan a cabo con apoyo del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), que encabeza Rafael Tovar y de Teresa.

Kun Woo Paik hará gala de su virtuosismo en la pieza Concierto para piano No. 1 en Re menor, Op. 15, del alemán Johannes Brahms (1833-1897).

El resto del programa estará conformado por la Obertura de la ópera La scala di Seta, del compositor italiano Gioacchino Rossini (1792-1868) y Variaciones Enigma, Op. 36, del compositor inglés Edwar Elgar (1857-1934).

En entrevista con Conaculta, Kun Woo Paik señaló que interpretar piezas de compositores de la talla de Brahms más que un reto físico o técnico, implica apropiarse de su sonido, lo cual se vuelve lo más difícil de conseguir.

Es por eso que —asegura—, interpretar la música de grandes clásicos necesita de ejecutantes maduros, pues cuando se es joven se pueden interpretar las notas de manera virtuosa, pero hay aspectos que sólo la madurez y los años te permiten a entender.

“No sé si, a través de los años, ha cambiado la manera en que toco, pero he llegado a trabajar en una misma pieza por muchos años y por supuesto que hay cambios,  pero podría decir que me interesa ir más hacia los aspectos más profundos de una pieza”.

El músico coreano que regresa a México para participar en dos conciertos con la Orquesta Sinfónica del Estado de México (OSEM), bajo la batuta de Román Revueltas como director huésped.

Kun Woo Paik inició sus estudios de piano en su ciudad natal y a los 10 años dio su primer recital, mientras que a los 12, actuó con orquesta interpretando el concierto de Edvard Hagerup Grieg (1843-1907).

Por espacio de 10 años realizó estudios de perfeccionamiento en la ciudad de Nueva York y contó con la guía de eminentes maestros como la británica Ilona Kabos (1893-1973) en Londres y el italiano Guido Agosti (1901-1989), en Siena.

Sobre si encuentra diferencias entre los músicos orientales y los occidentales, el pianista, quien actualmente radica en París, reconoció que cuando era más joven creía que estaba ante diferentes especies.

“Por ejemplo, entre Asia y Europa sentí que nunca podríamos entendernos musicalmente y que era como escalar una alta montaña, pero entre más trabajaba, más entendía, especialmente de los grandes maestros, que al final, todos experimentamos y tratamos de expresar las mismas cosas, buscamos amar y ser amados y sufrimos de la misma manera.

“Para ser artistas necesitamos comunicarnos con la gente. Tal vez empezamos de diferentes lugares pero nos encontramos a la mitad y veo que tanto occidentales como orientales tratamos de cumplir las mismas metas e ir más allá. Los grandes músicos entienden estos dos universos, es como el ying y el yang que juntos se hacen uno”, dijo el pianista condecorado con el nombramiento de Caballero de la Orden de las Artes y Letras por el Gobierno de Francia.