Por: Oswaldo Rojas

Se entiende que la calidad de una relación en pareja se puede medir no solo por la comunicación que tiene -cantidad, sinceridad, diversidad-, también, y más aún, por la forma en que dialogan los temas que a la moral en turno le aquejan. Aquellos resquicios en que el amor o se mantiene firme o se despoja de esa serenidad para llenarse de una expresión lasciva  y hasta obscena: Joyce y su esposa Nora tendieron un puente epistolar en la que su sexualidad quedó claramente expresada, donde fantasean y se sostienen del recuerdo del otro hasta un nuevo encuentro.

Regresar a estas cartas no es  en sí mismo algo extraordinario, pues cuentan con una fama que ha termino por poner la vida marital del escritor del Ulises  en boca de sus lectores. Sin embargo, vale la pena leer algunas de ellas y prestar atención no solo a cuantas veces escribe la palabra follar, sino observar con que facilidad Joyce escribió largas expresiones de excitación eufórica para pasar a frases llenas de cariños y mimos.

Sin más, disfruten de la intimidad de uno de los grandes de la literatura. Porque todos, todos, somos vouyeristas.

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A NORA

Dublin. 2 de diciembre, 1909.

Mi amor por ti me permite rezar al espíritu de la belleza eterna y la ternura reflejada en tus ojos o aventarte bajo a mí, sobre ese tierno estómago que tienes y follarte desde atrás, como un cerdo montando a una marrana, glorificándose en la peste y el sudor que surge de tu culo, glorificándose en la apertura de tu vestido alzado y los calzoncillos blancos de muchachita y en la confusión de tus mejillas sonrojadas y cabello enredado. Me permite estallar en lágrimas de piedad y amor a la menor palabra, a temblar de amor por ti al sonido de un acorde o cadencia musical o yacer contigo, mi cabeza a la altura de tu culo, sintiendo tus dedos toquetear mis huevos o insertados en mi trasero y tus labios calientes mamando de mi verga mientras mi cabeza se acuña entre tus muslos gordos, mis manos apretando los redondos cojines de tus nalgas y mi lengua lamiendo vorazmente la raja de tu coño rojo. Te he enseñado a casi desvanecerte al sonido de mi voz cantando o murmurando a tu alma la pasión y pena y el misterio de la vida y al mismo tiempo te he enseñado a hacerme señas soeces con tus labios y lengua, a provocarme con caricias obscenas y ruidos, e incluso hacer en mi presencia los actos del cuerpo más vergonzosos e inmundos. ¿Recuerdas el día que alzaste tu ropa y me dejaste yacer bajo a ti, mirando hacia arriba, mientras lo hacías? Luego te avergonzaste incluso de mirarme a los ojos.

¡Querida, eres mía, eres mía! Te amo. Todo lo que escribí arriba solo es un momento, o dos, de locura brutal. La última gota de semilla difícilmente ha chorreado de tu coño antes de terminar y mi amor por ti, amor de mis versos, amor de mis ojos por tus ojos extraños y atrayentes, sopla sobre mi alma como un viento de especias. Mi pito todavía esta caliente y duro y estremeciéndose del último y brutal encuentro que tuvimos cuando un himno pasmoso se escucha levantándose en adoración tierna, piadosa, de ti desde los sombríos claustros de mi corazón.

Nora, mi querida fiel, mi colegiala canalla de ojos calmos, sé mi puta, mi señora, tanto como quieras (¡mi señorita cogelona! ¡mi putita folladora!) siempre serás mi hermosa flor salvaje de los cercos, mi flor azul oscura empapada de lluvia.

JIM

A NORA

Dublin. 3 de diciembre, 1909.

…, parece que me conviertes en una bestia. Fuiste tú, tú la muchacha traviesa y sinvergüenza que señaló el camino. Yo no fui el primero que te tocó hace mucho tiempo, en Ringsend. Fuiste tú quien deslizó su mano bajo mis pantalones y jaló suavemente mi camisa a un lado y tocó mi pito con sus largos, cosquilleantes, dedos y gradualmente lo tomó todo, gordo y erecto como estaba, en su mano y me sobó lentamente hasta que me vine entre sus dedos, todo el tiempo agachada sobre mí y mirándome con esos ojos santurrones y callados. Fueron tus labios los primeros en pronunciar una palabra obscena. En cama, en Pola, recuerdo bien esa noche.

Cansada de yacer bajo un hombre una noche arrancaste tu camisón violentamente y te subiste desnuda sobre mí para cabalgarme. Tú atascaste mi pito en tu raja y me cabalgaste, arriba y abajo. Tal vez mi asta no era suficientemente grande para ti porque recuerdo que te doblaste hacia mi cara y murmuraste tiernamente—. ¡Fóllame, amor! ¡Fóllame, amor!

Querida Nora, todo el día no he aguantado las ganas de hacerte una o dos preguntas. Querida, permítelas, ya que te he dicho todo lo que alguna vez hice y puedo preguntar de regreso. Cuando esa persona (Vicent Cosgrave), cuyo corazón ansío detener con el chasquido de un revolver puso su mano o sus manos bajo tus faldas, ¿Sólo te hizo cosquillas afuera o te penetró con su dedo, o sus dedos? Si lo hizo, ¿penetró tanto como para tocar esa pequeña verga al extremo de tu coño? ¿Te tocó por detrás? ¿Te hizo cosquillas mucho tiempo y te veniste? ¿Te preguntó que lo tocaras y lo hiciste? Si no lo tocaste, ¿se restregó contra ti y lo sentiste?

Nora, otra pregunta. Sé que soy el primer hombre en fornicarte, ¿pero algún otro hombre te masturbó? ¿Ese muchacho (Michael Bodkin) del que eras muy cercana alguna vez lo hizo? Verdad por verdad, honestidad por honestidad, dímelo ya, Nora. ¿Cuando estuviste con él en la noche oscura sus dedos nunca, nunca desabotonaron sus pantalones y se escaparon adentro como un ratón? ¿Querida, honestamente, alguna vez lo masturbaste a él o algún otro? ¿Acaso nunca, nunca, nunca sentiste el pito de un hombre o de un muchacho en tus dedos antes de desabotonarme a mí? Si no te sientes ofendida no temas decirme la verdad. Querida, querida, esta noche tengo una lujuria salvaje por tu cuerpo que si estuvieras aquí, junto a mí, e incluso si de tu boca me dijeras que follaste con la mitad de los patanes en el condado de Galway, todavía me arrojaría a ti con deseo.

A NORA

Dublin. 6 de diciembre, 1909.

Me gustaría que vistieras bragas con tres o cuatro mantelitos, uno sobre el otro, a las rodillas y hacia los muslos y lazos rojos y grandes en ellos —no me refiero a las bragas de colegia con el borde laceado, delgado y mezquino—, ajustado alrededor de las piernas y tan delgados que la piel muestre el libremente el trasero y las piernas anchas, todo mantelitos y lazo y moños, y perfumado en abundancia para que cada vez que los muestres, ya sea que apresuradamente alces tus ropas para hacer algo o te arregles bonita para ser cogida, yo sólo pueda ver una masa hinchada de cosas blancas y mantelitos y cuando te doble para abrirlas y te dé un beso lujurioso en tu culo desnudo y travieso pueda oler el perfume de tus bragas así como el humor cálido de tu coño y el olor espeso de tu trasero.

¿Las cosas que te escribo te escandalizan? Tal vez piensas que mi amor es una cosa asquerosa. Querida, lo es algunas veces. Algunas veces sueño contigo en posturas soeces. Imagino algunas cosas tan sucias que no las escribiré hasta que presencie como las escribes tú. Las pequeñas cosas me dan una gran erección -un movimiento puto de tu boca, una manchita café en el asiento de tus calzones blancos, una repentina palabra sucia farfullada de tus húmedos labios, un ruido inmodesto y repentino hecho por tu trasero y luego el mal olor lentamente crespando de tus espaldas. En esos momentos me siento loco por hacerlo de alguna manera inmunda, sentir tus labios lascivos mamándome, follar entre tus senos de puntas rosas, venirme en tu cara y chisporrotearlo todo en tus mejillas cálidas y tus ojos, atascarlo entre los cachetes de tus nalgas y sodomizarte.

Basta per stasera!

Espero hayas recibido mi telegrama y que lo entendieras.

Hasta pronto, mi querida a quien trato de degradar y depravar. ¿Cómo puedes amar a una cosa como yo en esta tierra de Dios?

¡Oh, querida, ansío recibir tu respuesta!

JIM

A NORA

Dublin. 8 de diciembre, 1909.

Nora, mi pequeña y dulce puta, hice como dijiste, chiquilla sucia, y me la jalé dos veces cuando leí tu carta. Me deleita ver que te gusta que te follen por el ano. Sí, ahora recuerdo la noche cuando te follé por el ano durante tanto tiempo. Fue la follada más sucia que te he dado alguna vez, querida. Mi pito se atoró en ti durante horas, follándote tu trasero alzado, adentro y afuera. Sentí tus nalgas sudorosas bajo mi estómago y miré tu rostro sonrojado y tus ojos enloquecidos. En cada embestida dada, tu lengua sinvergüenza salía rebosando de tus labios y sí empujaba con más fuerza de lo común, pequeñas flatulencias sucias salían chisporroteando de tu parte trasera. Tenías un culo lleno de pedos esa noche, querida, y los saqué a folladas, grandes tipos gordos, largos y ventosos, pequeños estallos felices y un montón de pequeños y traviesos peditos que terminaban en un torrente de tu agujero. Es maravilloso follar a una mujer pedorra cuando cada embestida le arranca uno de ella. Creo que reconocería los pedos de Nora en cualquier lugar. Creo que podría reconocer uno en una habitación lleno de mujeres pedorreándose. Es un ruido algo chiquillo, no como los humedos y ventosos pedos que me imagino tienen las esposas gordas. Es repentino y seco y sucio como el que dejaría ir una muchacha audaz de noche en el dormitorio de la escuela. Espero que Nora jamás deje de echarse pedos en mi cara para que así también conozca su olor.

Dices que cuando regrese me vas a mamar hasta el fin y que quieres que lama tu coño, pequeña canalla depravada. Alguna vez espero que me sorprendas mientras duermo vestido, que te aproveches de mí con el brillo de una puta en tus ojos soñolientos, gentilmente desabotonarás cada botón en la cremallera de mis truzas y gentilmente sacarás la verga gorda de tu amante, la cubrirás en tu boca húmeda y la chuparás hasta que se ponga más gorda y dura y se venga en tu boca. Algunas veces también te sorprenderé mientras duermes, alzaré tu falda y abriré gentilmente tus bragas, y yaceré gentilmente sobre ti y empezaré a lamer perezosamente alrededor de tu monte. Empezarás a removerte inquieta y luego lameré los labios del coño de mi querida. Empezarás a gemir y gruñir y suspirar y pedorrear con lujuria mientras duermes. Entonces lameré rápido y rápido como un perro hambriento hasta que tu coño sea una masa de limo y tu cuerpo culebreé salvajemente.

¡Buenas noches, mi querida Nora pedorrita, mi pajarito sucio y follador! Subrayaste una palabra encantadora, querida, que me hizo jalármela mejor. Escríbeme más acerca de eso y de ti, dulcemente, suciamente, suciamente.

JIM.

A NORA

Dublin. 9 de diciembre, 1909.

Mi dulce y travieso pajarillo follador, aquí hay otra nota para comprar bragas o medias o ligueros bonitos. Compra bragas de puta, amor, y asegúrate de rociar algunos de ellos con algún aroma agradable en las piernas y también decolóralos un poquito de atrás.

Pareces ansiosa de saber como recibí tu carta la cual dices es peor que la mía. ¿Amor, cómo es peor que la mía? Sí, es peor en una parte o dos. Me refiero a la parte donde dices lo que harás con tu lengua (No donde me la chupas) y en esa palabra que escribes tan grande y subrayas, pequeña granuja. Es emocionante escuchar esa palabra (además de una u dos que no has escrito) en los labios de una muchacha. Pero desearía que hablaras de ti y no de mí. Escríbeme una carta larga larga, llena de esa y de otras cosas, querida, acerca de ti. Sabes como provocarme una erección. Dame los detalles más insignificantes acerca de ti, siempre y cuando sean obscenos y secretos y puercos. No escribas otra cosa. Permite que cada oración esté llena de sonidos y palabras inmodestos y sucios. Todos son adorables de escuchar e incluso de leer en papel pero los más sucios son los más hermosos.

Son las más encantadoras aquellas dos partes de tu cuerpo que hacen cosas sucias. Querida, prefiero tu ano a tus tetas porque hace una cosa tan sucia. Tu coño lo adoro, no tanto porque sea la parte que fornico sino porque hace otra cosa sucia. Podría masturbarme todo el día mirando la palabra divina que escribiste y a la otra cosa que mencionaste harías con tu lengua. Desearía poder escuchar como desparramas esas palabras sucias de tus labios, mirar tu boca haciendo sonidos sucios y ruidos, sentir tu cuerpo culebrear bajo de mí, escuchar y oler tus pedos gordos de niña haciendo pap pap de de tu culo juvenil y desnudo y follar follar follar follar por siempre el coño calientito de mi pajarillo follador.

Ahora soy feliz, porque mi putita dice como desea que le aborde el culo y desea que le folle la boca y desea desabotonarme y sacar mi verga y mamarla como una teta. Todavía más y más sucio que esto dice que desea hacer, mi desnudita sucia, mi sucia y pequeña folladora y onanista, mi dulce y sucia pedorrita.

Mi puchita, buenas noches, me acostaré y me la jalaré hasta venirme. Escribe más y más sucio, querida. Hazte cosquillas en tu clítoris mientras escribes para que digas lo peor y lo más peor. Escribe en grande y subraya las palabras sucias y bésalas y empújalas por un momento en tu dulce y caliente coño, querida, y también álzate el vestido un momento y sostenlas contra tu querido y pedorro culito. Si así lo deseas, haz más y envíame tus palabras, mi pajarito follador de culo marrón.

JIM

A NORA

Dublin (?) 13 de diciembre, 1909.

Me sentiría encantado de sentir mi piel vibrando bajo tu mano. ¿Querida Nora, sabes a lo que me refiero? Desearía que me cachetees o incluso que me azotes. Querida, no en broma, sino fervorosamente y en mi piel desnuda. 

Querida, desearía que fueras fuerte, fuerte, y que tuvieras un culo grande, redondo y orgulloso y muslos gordos y grandes. ¡Nora, amor, amaría que me latigueés! Amaría ser culpable de algo que no te plazca, incluso algo trivial, tal vez uno de mis malos hábitos que tanto te hacen reír y luego escuchar que me llamas a tu habitación y encontrarte sentada en el sillón con tus muslos gordos bien abiertos y tu rostro enrojecido de furia y un bastón en tu mano. Mirar como señalas lo que hice y luego con un movimiento iracundo me jales hacia ti y lances mi rostro a lo largo de tu regazo. Luego sentir tus manos rompiendo mis pantalones y mi ropa interior y alzando mi camisa, luchar contra tus fuertes brazos y sentir como te doblas conmigo en tu regazo (como una nodriza enojada castigando las nalgas de un niño) hasta que tus tetas grandes casi me toquen y ¡¡¡sienta como perversamente azotas, azotas, azotas mi carne estremecida y desnuda!!!

A NORA

Dublin. 15 de diciembre, 1909.

¡No hay carta! Ahora puedo asegurar que mi muchachita se ofendió con mis palabras puercas. ¿Querida, te ofendiste de lo que dije acerca de tus bragas? Querida, todo eso son disparates. Sé que están inmaculados como tu hogar. Sé que podría lamerlos completos: mantelitos, piernas y fondo. Sólo yo amo pensar, a mi manera sucia, que en cierta parte están manchados. Querida, también son disparates eso de la sodomización. Sólo es que me gusta el sonido sucio de la palabra, la idea de que una chiquilla hermosa como Nora alce la parte trasera de sus ropas para revelar sus bragas de muchachita con el propósito de excitar al tipo sucio de quien es tan indulgente; y luego permitirle que atore su poste rojo y grumoso en la abertura de sus bragas y arriba arriba arriba en el agujerito añorado entre las nalgas gordas y frescas.

Querida, me vine en mis truzas así que estoy completamente exhausto. No puedo ir al correo aunque tengo tres cartas pendientes.

¡A la cama, a la cama! ¡Buenas noches, Nora mía!

JIM

A NORA

Dublin. 16 de diciembre, 1909.

¡Mi dulce y querida chiquilla, finalmente me escribes! Para escribirme una carta tan desarticulada debiste estarle dando a ese coño tuyo la más feroz de las sobadas. Mientras que yo, querida, estoy tan exhausto que tendrías que lamerme una hora completa antes de ponerme sucificientemente dura el asta para metértela, y no digamos follarte. Me hice tanto y tan seguido que me da miedo mirarla y descubrir como quedó después de todo. Querida, por favor no me folles tanto cuando vuelva. Fóllame todo lo que puedas la primera noche o la siguiente, pero luego oblígame a que me cure. La folladera debes hacerla toda tú, querida, porque ahora estoy tan pequeño y suave que ninguna chica en Europa, excepto tú, perdería su tiempo con el intento. Querida, fóllame en todas las formas que tu lujuria sugiera. Fóllame vestida en tu traje de exteriores con tu sombrero y tu velo puesto, tu cara sonrojada con el frío y el viento y la lluvia y tus botas lodosas, ya sea montándote a horcajadas sobre mí cuando esté sentado en una silla o cabalgándome arriba y abajo mostrando los mantelitos de tus bragas y mi verga dura atorándose en tu coño o montándome sobre la parte trasera del sofá. Fóllame desnuda, únicamente tu sombrero y tus medias puestas, acostados en el piso y en tu culo una flor carmesí, montándome como un hombre con tus muslos entre los míos y tu gordísimo culo. Fóllame con tu bata puesta (espero tengas una bonita) con nada bajo ella, repentinamente abriéndola y mostrándome tu estómago y tus muslos y el trasero y jálame hacia ti sobre la mesa de la cocina. Fóllame ofreciendo el ano, yace con tu rostro sobre la cama, tu cabello suelto y desnudo volando pero viste un par de bragas rosas encantadoras y aromadas abiertas por detrás sin pena y acomodadas flojamente sobre tu culo asomado. Fóllame en las escaleras, en lo oscuro, como una enfermera follando a su soldado, desabotonando sus calzones gentilmente y deslizando su mano en la bragueta y manipulando con destreza su camisa y sintiéndola ponerse mojada y luego jalándola gentilmente afuera y manipulando sus huevos hinchados y por fin sacar audazmente la verga que ama tomar y masturbándola para él suavemente, murmurando a su oído palabras sucias e historias sucias que le contaron otras chicas y las cosas sucias que ella dijo, y todo ese tiempo placenteramente mojando sus calzones y dejando salir pequeñas, cálidas y silenciosas mofetas hasta que su clítoris de muchachita se ponga tan duro como él y se lo atore de repente y lo monte.

Basta! Basta per Dio!

Me vine y se acabaron las bufonadas. ¡Ahora tus preguntas!

Prepárate. Pon linóleo castaño en la cocina y cuelga unas cortinas rojas en la ventana de noche. Consigue un tipo de sillón cómodo y bárato para tu amante flojo. Haz esto sobre todas las cosas, querida, y toda la semana no abandonaré la cocina leyendo, flojeando, fumando y observándote preparar las comidas y hablando, hablando, hablando, hablándote a ti. ¡Oh, seré supremamente feliz! ¡Por Dios que está en los cielos, seré feliz ahí! I figlioli, il fuoco, una buona mangiata, un caffè nero, un Brasil (cigar), il Piccolo della Sera, e Nora, Nora mia, Norina, Noretta, Noruccia ecc ecc…

Eva y Eilen deben dormir juntas. Consigue un lugar para Georgie. Desearía que Nora y yo tuviéramos dos camas para el trabajo nocturno. Amor, conservo y conservaré mi promesa. ¡Tiempo, vuela más rápido! ¡Deseo regresar a mi amor, mi vida, mi estrella, mi pequeña Irlanda de ojos extraños!

¡Un ciento de miles de besos, querida!

JIM

A NORA

Dublin. 20 de diciembre, 1909.

Mi chiquilla dulce y traviesa. Recibí tu carta caliente anoche y he tratado de imaginarme como te encerraste en el baño y sobaste tu coño. ¿Cómo lo hiciste? ¿Te parabas contra el muro con tu mano frotándote sobre y por debajo de tus ropas o te hincabas en el agujero con tus faldas arriba y tu mano trabajando arduamente en la raja de tus bragas? ¿Ahora te pone caliente cagar? Me pregunto como pudiste hacerlo. ¿Te pones caliente en el acto de cagar o te masturbas primero y luego cagas? Debe ser terriblemente lascivo mirar a una chica con sus ropas arriba, masturbando furiosamente su coño, ver sus bragas blancas y bonitas abiertas detrás de ella y su culo sobresaliente y esa cosa café y gorda a la mitad de su ano. Dices que cagarás tus bragas, querida, y luego me dejarás cogerte. Primero me gustaría escucharte cagarlas, querida, y luego cogerte. Cuando hablemos de noche, en algún lado de la oscuridad, y sientas la mierda lista a salir, pon avergonzada tus brazos alrededor de mi cuello y cágalo suavemente. El sonido me volverá loco y cuando alce tu vestido

¡No tiene caso continuar! ¡Ya lo puedes adivinar!