Por: Griselda Fernández y Fernando Nava

La época navideña se caracteriza por las luces de colores que inundan los hogares, adornan las calles y brindan alegría a los paseantes. En la ciudad de México, el Zócalo queda iluminado por un mosaico de colores que se encuentran en los edificios que rodean a Palacio Nacional y La Catedral.

Cuando el cielo se oscurece, comienzan inmediatamente a brillar esas figuras tan peculiares de esta época del año. Un faro enorme se encuentra justo al centro de la calle 20 de Noviembre, con cualquier movimiento del viento se tambalea y causa sorpresa entre los transeúntes, quienes lanzan un ligero grito de sorpresa por encontrarse en el momento exacto en el que se ilumina el centro histórico.

Las nochebuenas representan el mes decembrino y aunque puede creerse que sólo se encuentran en macetas, en los balcones también es posible ubicarlas, focos rojos y verdes crean la figura de esta planta. Las esferas son los objetos que dan alegría a los árboles navideños y por esta razón se localizan en las estructuras que datan de la época colonial, su tamaño no es el común, a simple vista es posible calcular que miden más de dos metros, y al igual que las nochebuenas, sus luces brindan calidez y causan felicidad a los caminantes.

Pero no son los únicos objetos que lucen en este lugar, las pantallas de led que usualmente anuncian espectaculares, ahora entretienen al público con mensajes como: “Feliz Navidad” y al mismo tiempo destacan imágenes de nacimiento o simplemente algunos símbolos típicos de estas fechas.

Y en el centro de la plancha del Zócalo se encuentra el árbol navideño, tiene una altura de más de veinte metros, el color blanco irradia a su alrededor; fichas de refresco y copos de nieve son las figuras que se perciben a simple vista. Para complacer a los asistentes, se realiza un breve espectáculo en el cual al ritmo de una canción las luces comienzan a encenderse y los reflectores que se colocaron a los costados con su intensidad causan deslumbres.

Pero la visita no termina con ese show. En el corredor Madero es posible encontrarse con una nevada. Es una experiencia que seguramente más de uno ha imaginado cómo sería ese momento. Cada quince minutos comienza una lluvia de espuma que simula ser nieve, durante el tiempo en que ocurre esto, las personas pueden disfrutar de villancicos y la iluminación tenue que se realiza, logra incluso aparentar un ambiente “europeo” o “parisino” de las calles mexicanas, complementando la arquitectura tan distinguida de la que gozamos.

A pesar de ser un espacio reducido, quienes permanecen en ese momento son capaces de acomodarse de la mejor forma para que niños, familias, parejas y amigos disfruten de aquella nevada.

Los padres de familia colocan a sus hijos sobre sus hombros para que puedan jugar con la espuma, algunos infantes lucen gorras de reno y una nariz roja ilumina su rostro. Mientras que grupos de amigos cantan o bailan al ritmo de la canción que suena; y en el ámbito romántico es un espacio ideal para las parejas las cuales deciden demostrarse su afecto con besos y abrazos.

Sin duda alguna son minutos que causan placer y felicidad a quienes asisten. El frío de la noche no impide que exista un calor humano, el cual se refleja en las actitudes y rostros de la gente. Las sonrisas y abrazos son los anfitriones de estas noches navideñas en la Ciudad de México.

Foto: Mugs / Fernando Nava

Foto: Mugs / Fernando Nava

Foto: Mugs / Fernando Nava

Foto: Mugs / Fernando Nava

Foto: Mugs / Fernando Nava