Por: Redacción/

La tradicional fiesta de los Parachicos de Chiapa de Corzo, Chis., es una de las celebraciones más importantes del país durante el inicio de año, llevándose a cabo del 8 al 23 de enero y catalogada como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad (UNESCO, 2009).

“La celebración está enmarcada en una serie de actividades que van encadenadas: se festeja a San Antonio Abad, al Cristo de Esquipulas y a San Sebastián, que es el Santo Patrono de la localidad”, señaló en entrevista radiofónica para el programa Su casa y otros viajes, de Radio Educación, la Etnohistoriadora Amparo Rincón Pérez, Jefa de Arte Popular de la Dirección General de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas de la Secretaría de Cultura.

Esta tradición tiene su origen en una leyenda que se ha transmitido de generación en generación, la cual relata que María de Angulo, señora acaudalada proveniente de Guatemala, llegó a Chiapa de Corzo a mediados del siglo XVIII en busca de la cura para su hijo que no podía caminar. Allí un médico tradicional lo sanó, por lo que en agradecimiento ella decidió hacer una fiesta en honor al Santo Patrono.

“La celebración inicia el 8 de enero con el recorrido de los Chuntá -hombres vestidos y maquillados como mujeres, con faldas y blusas bordadas-, que eran la servidumbre de doña María de Angulo y repartían la comida en el tiempo de la sequía”, refirió también en la entrevista Paulino Nangullasmú Alegría, portador y mascarero de esta tradición.

Los Parachicos comienzan a danzar el día 15 y los días previos se lleva a cabo la repartición de comida por parte de las ‘pandillas’, “que visitan los distintos barrios e iglesias de la localidad, acompañándose de música, tambores, bandas, con gran algarabía”, agregó Nangullasmú Alegría.

Las danzas de los Parachicos se consideran una ofrenda colectiva a los santos venerados. Comienzan por la mañana y finalizan de noche. Con máscaras de madera, tocados con monteras y vestidos con sarapes, chales bordados y cintas de colores. Los bailarines tocan unas sonajas de hojalata llamadas “chinchines”. Los dirige un patrón que además de la máscara lleva una guitarra, una flauta y un látigo, acompañado por uno o dos tamborileros.

“La máscara de los Parachicos tiene dos presentaciones: la lisa o tradicional y la barbada, hechas de madera de cedro. En el proceso de pintado se utiliza el aceite de chía, que rescató en Chiapa de Corzo Antonio López Hernández –Maestro artesano, Premio de Ciencias y Artes 1998-. Las máscaras se pulen posteriormente con el esófago de la res, para alcanzar un terminado de porcelana y que utilizan más de 5 mil parachicos durante la festividad”, describió Paulino.

Además de estos bailes y recorridos, el poblado brinda a los visitantes algunas de las comidas y bebidas más tradicionales de la región, como la pepita con tasajo, el puerco con arroz, el cochito horneado o el pozol en diferentes modalidades.

“Por su carácter comunitario esta tradición fue considera Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Es una festividad también previa al ciclo agrícola, por lo que toda la localidad participa en una celebración multicolor, con imágenes que invaden cada calle. Es una fiesta comunitaria que da cohesión, por lo que es conocida como la Fiesta Grande”, añadió Amparo Rincón.

En torno al Santo Patrono gira toda la vida comunitaria de Chiapa de Corzo, lo que es fundamental para la festividad como parte de la identidad del pueblo y de su cultura; “ahí se encuentra la reconstrucción del tejido social. La gente debe conocer nuestras tradiciones. Cada fiesta se vive de manera diferente y es parte de nosotros, de nuestra esencia como mexicanos”, concluyó Rincón Pérez.