Por: Redacción/

Durante la segunda mitad del siglo XIX e inicios del XX, Ramón Alcázar Castañeda representó en México lo que hoy en día personifica Carlos Slim: la encarnación del hombre influyente, exitoso empresario y aficionado al arte. En el caso de Ramón Alcázar, a lo largo de su vida logró reunir un acervo sin precedentes y de tal importancia que el Estado mexicano hizo más de un intento por adquirirlo, hecho que se consumó hace un siglo y que ahora se rememora mediante una exposición.

A partir del conjunto de obras que resguarda y que fueron originalmente propiedad de este distinguido político y hombre de negocios, el Museo Nacional de Historia (MNH), Castillo de Chapultepec, planea dedicar una muestra a la figura de Ramón Alcázar Castañeda en este 2018. A manera de adelanto de lo que será esta exposición, el estado de Guanajuato aloja en el Museo Palacio de los Poderes, parte de la colección que custodia el MNH de uno de sus “hijos predilectos”.

La exposición Del goce privado al deleite público permanecerá en el recinto guanajuatense hasta el próximo 18 de febrero, justo para que el público se complazca admirando exquisitas piezas venidas de todos los continentes que este personaje logró recopilar, 259 obras artísticas e históricas, de las más de tres mil que el MNH posee actualmente de la Colección Ramón Alcázar.

Axayácatl Gutiérrez y Thalía Montes Recinas, curadores de la exposición junto con los historiadores María Hernández y Juan Manuel Blanco, coinciden en que a partir de su ingreso al patrimonio cultural del Estado mexicano, en 1917, la Colección Alcázar vino a enriquecer no solo materialmente al antiguo Museo Nacional, sino que contribuyó a ensanchar el estudio de nuevas ramas en los museos, como el de las artes aplicadas.

Montes Recinas, investigadora del MNH, señala que desde 1870 y hasta un año antes de su muerte, en 1914, Ramón Alcázar mantuvo su pasión por el coleccionismo. En más de cuatro décadas, acumuló joyas, relojes, porcelanas, platería, armas, miniaturas, medallas, monedas, arte religioso, pinturas, dechados y mobiliario, entre un sinfín de objeto traídos de una diversidad de países; formando así un museo bajo su techo, como se observa en la exposición a través de algunas fotografías.

Esta colección, que originalmente contaba con 30 mil piezas, era catalogada como la colección privada más importante por sus orígenes, materiales, estilos, autores, marcas y antigüedad. En 1909 y en el marco de los festejos por el Centenario de la Independencia, Genaro García, entonces director del Museo Nacional, propuso su adquisición para aumentar los acervos del recinto a su cargo —el cual se hallaba en remodelación—, no obstante, las autoridades porfiristas respondieron con una negativa.

En 1917, por gestiones de Luis Castillo Ledón, director en turno de dicho recinto, se concretó la operación. Fue Castillo Ledón quien organizó el avalúo de la Colección Alcázar, participó de manera activa en su embalaje y traslado desde la ciudad de Guanajuato, vía ferrocarril.

Así, a partir de 1917, la Colección Alcázar —como fue llamada— se integró no sólo al Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía, nombre designado después de su remodelación en 1910, sino a otros como el de Saltillo, el Regional de Guadalajara y la Academia de San Carlos

Con el transcurso del tiempo, las piezas se distribuyeron en los cinco museos de carácter nacional, adscritos al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH): de Historia, de Antropología, del Virreinato, de las Culturas y de las Intervenciones, así como en diversos regionales perteneciente también a la Red de Museos del INAH.

El historiador Axayácatl Gutiérrez refiere que Ramón Alcázar tuvo afición particular por la porcelana: un par de tibores chinos exhibidos en el salón fumador del Castillo de Chapultepec se encuentran entre los objetos más caros, en el inventario aparecen tasados en tres mil 500 pesos cada uno.

“Al coleccionista le motivaron los abanicos, quizá porque los de marfil procedían de países lejanos como Japón y China. El gusto de las élites por los artículos de Oriente se remonta a la época virreinal, cuando miles de artículos de esa región llegaron a América a través del Galeón de Manila o también llamado popularmente La Nao de China”, interviene Thalía Montes.

En artes aplicadas desarrolladas en nuestro país, en la Colección Alcázar se pueden encontrar trabajos en casi cualquier material, técnica y motivos ornamentales, son objetos de elaboración novohispana y decimonónica.

En la exposición Del goce privado al deleite público, co-organizada por el Instituto de Cultura de Guanajuato, se muestran objetos hechos en plata, por ejemplo delicados ramilleteros y utensilios usados para beber chocolate, tales como los denominados “cocos” y una mancerina. Además de indumentaria, numismática, escultura, artes aplicadas, mobiliario, armas e instrumentos de medición: relojes de mesa, de bolsillo y baúles; objetos importados de Oriente y dechados.

Entre los objetos preferidos de Thalía Montes se encuentra un reloj de bolsillo tipo cebollón, de principios del siglo XVIII, de la casa Daniel Quare y Stephen Horseman. Los diccionarios ingleses de relojería han afirmado que los números de serie firmados por “Quare y Horseman” van de 4677 a 5503; “es posible entonces, que este ejemplar sea de los más antiguos”, indica la historiadora.

 

¿Quién fue Ramón Alcázar Castañeda?

Ramón Alcázar Castañeda fue un guanajuatense que supo relacionarse para ocupar un lugar prominente en distintos campos de la economía y la política del Porfiriato. En sociedad comercializó maquinaria utilizada en las minas, participó en la fundación de los bancos de San Luis Potosí, el Central Mexicano, el de Jalisco y el de Guanajuato. Durante poco más de dos lustros fue diputado por su estado y después, por un lapso similar, senador en Sinaloa.

Su éxito económico le posibilitó su afición favorita que fue el coleccionismo, pues logró tener toda clase de antigüedades y obras de arte con las que formó un museo bajo su techo. Sin embargo, a la caída del viejo régimen, su estrella declinó. Murió en 1914 y por una serie de circunstancias su colección empezó a dispersarse. En 1917 para cubrir deudas, la colección pasó a manos del gobierno mexicano, el cual lo cedió al Museo Nacional por gestiones de Luis Castillo Ledón, su entonces director.