Por: Redacción

El Museo de Arte Popular (MAP) inauguró este sábado 30 de julio una exhibición dedicada a mostrar el desarrollo de la ópera en México, a través de la compleja confección, creación y estreno de este espectáculo musical en el país; así como otra más enfocada a mostrar obra plástica realizada a partir de maíz, elemento esencial de la cultura mesoamericana.

Las óperas más populares en México, de la Colección Bravo Reyes, así como Con las manos en la masa, de la artista plástica Ana María Casanueva, se presentaron de manera abierta al público, en presencia de Walther Boelsterly, director del MAP, y de sus respectivos creadores, José Antonio Guzmán Bravo, coleccionista e investigador de la casa Bravo Reyes, y la artista plástica Ana María Casanueva.

La primera exposición permanecerá hasta el domingo 30 de octubre, y la segunda hasta el domingo 11 de septiembre, en el Museo de Arte Popular, espacio dedicado a compartir con su público colecciones orientadas al folclor mexicano, como alebrijes, artesanías, textiles y murales, con el apoyo de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México y la Secretaría de Cultura federal.

“Por una parte, la ópera, que concebimos como una disciplina musical, conlleva muchas otras cosas; retrata también una idiosincrasia conformada por gran cantidad de oficios involucrados en la elaboración de todo el escenario, el vestuario, dibujantes, joyeros, costureros, sastres, artistas y metalúrgicos”, comentó Walther Boelsterly, quien ve Las óperas más populares en México como una oportunidad para poder entender y concebir el espectáculo desde sus orígenes, es decir, volver a vincularlo al pueblo.

Como platicó el curador, coleccionista y propietario de la Colección Bravo Reyes, José Antonio Guzmán, la exposición está conformada por 8 escenas, cada una elegida en relación a las óperas más emblemáticas, comenzando con un primer cuadro dedicado al origen de la ópera en la nueva España, en un salón virreinal donde se puede ver a Sor Juana Inés de la Cruz, primera poeta que compone loas, composiciones musicalizadas y representadas en óperas serenatas al estilo napolitano.

Para representar mediante indumentaria, artículos (joyas, carteles, programas de mano, fotografías, etc.), y títeres hechos en madera vestidos con trajes respectivos a la época —cuarenta y seis piezas en total—, el recorrido continúa con los ambientes operísticos de obras como El divino narciso, Don Giovanni, La flauta mágica, Lucía di Lammermoor, Fausto, Aída, Turandot y Ambrosio, dejando testimonio de cómo México ya contaba con esta clase de espectáculos musicales desde a finales del Siglo XVI y principios del Siglo XVII.

La colección Bravo Reyes, de la cual se desprende esta exposición, y los vestuarios que la integran en su totalidad —más de setecientos, cuyo repertorio para la muestra estuvo confeccionado por Manuela Bravo Reyes, talentosa diseñadora de prendas—, inició en 1870, cuando Samuel Bravo Reyes adquirió todo el guardarropa de escena del Teatro Nacional, antecesor del actual Palacio de Bellas Artes.

Por otro lado, la exposición dedicada a la Sala pieza del mes, Con las manos en la masa, corresponde a la obra de Ana María Casanueva que trata un elemento esencial para la cultura de América y para la cultura del mundo. “Hablamos de este maravilloso elemento como lo es el maíz, que no simplemente ha sido un alimento, sino ha sido motivo para conformar desde un cultivo sustentable hasta lo que es hoy en día una defensa a un elemento netamente mexicano, netamente mesoamericano, en peligro de perderlo si continúa este énfasis del maíz transgénico” platicó Walther Boelsterly en la inauguración.

Con las manos en la masa parte de la visión hecha por Ana María para rescatar la iconografía, la forma, el trabajo y la parafernalia que hay alrededor del maíz, en un trabajo que funge como testimonio materializado. “El maíz siempre me ha interesado como tema. Todo surgió a partir de las tortilladora, objeto tan precioso que todavía existe en nuestras casas; a partir de la reflexión de este objeto comencé la instalación” detalló en entrevista la artista plástica.

Sus razones, explicó, parten de la masa de maíz con la que se hacen las tortillas, pero también de la masa de barro, material con el que nuestra cultura ancestral creaba figuras. En la sala puede contemplarse la instalación de este alimento representado en sus diversas formas, desde su presentación en tortilla a manera de platos para la mesa, pasando por una reflexión sobre su geometría, hasta llega a instalaciones de mazorcas y granos a modo de instalación eléctrica, mismas que, comentó la creadora, surgieron a partir de un pequeño extracto del poema del mexicano Homero Aridjis, referente al maíz: “traje dorado que la luz exalta y que la luz marchita”.