Por: Oswaldo Rojas

Ya todos saben que la Navidad en nuestros tiempos no se puede separar de su sentido mercadológico por mucho que queramos pensar en la unidad familiar y las buenas intenciones que guardamos muy hondo en nosotros.

Pero hubo un tiempo en que la Navidad se celebraba para representar la victoria de la luz sobre las sombras, del sol que se impone a las tinieblas y renace para ayudar a los hombres a encontrar su camino.

Los romanos, igual que muchas culturas ancestrales, notaron que una vez al año la noche dura más tiempo porque el sol pareciera detenerse, a ese día lo llamaron “solsticio” — sol inmóvil — de invierno y tenía lugar alrededor de 21 de diciembre. Cuando el sol recuperaba su ciclo habitual tres días después, el 24 del mismo mes, realizaban la fiesta del Sol Invictus — Sol invencible —.

Su celebración en medio de un ambiente de cordialidad y de sincero agradecimiento consistía en vistosos banquetes y la centenaria tradición de preparar y regalar presentes de forma obligatoria a los amigos y familiares.

Con los siglos y la inevitable llegada del cristianismo a Europa la iglesia se puso a discutir respecto al nacimiento de Jesus. Aunque el papa Fabián (236 — 250) dijó que la intención de fijar la fecha era un sacrilegio, los astrólogos y seguidores determinaron que Jesus había sido crucificado un 6 de abril. Como el mesías murió a los 33 años se realizo la cuenta regresiva, rastreando el origen del nazareno hasta un 6 de enero.

Pero durante el pontificado de Liberio (352 — 366) la iglesia pensó que era conveniente cambiar la fecha del nacimiento de Jesus al 24 de diciembre. Fecha en la que los paganos aún festejaban el Natalis Solís Invicti — Nacimiento del Sol Invencible —,con la única intención de combatir el culto pagano.

A pesar de que la estrategia funcionó tuvó un costo que a la iglesia le tomó mucho tiempo aceptar: el sincretismo. Por eso aunque las fiestas cristianas generalmente hablan de austeridad y humildad, la Navidad se volvió una onerosa fiesta, llena de pequeñas luces, un árbol adornando las salas y dádivas materiales.

Así, en México y  varias partes del mundo como España, se celebra la aparente primera luz del mesías cristiano dos veces al año: el 6 de enero y 24 de diciembre. Es curioso observar el tono de uno y otro día festivo porque son en realidad muy diferentes. En cualquier caso la tradición pagana de unir a las familias alrededor de ideas como la lealtad y fraternidad se ancló profundamente y une a los hombres aún sin ser creyentes. Es así como la Navidad por encima de su significado religioso es un momento de transformación para el ser humano.