Por: Oswaldo Rojas

A principios de este año la reciente novela de Umberto Eco, Número Cero, llegó a la librerías de Europa y algunos meses después pudimos leerla por primera vez en su edición en español. Resulta cuanto menos un libro interesante pues la totalidad de la trama recorre la creación de un periódico que llevará por nombre Domani. Este proyecto reunirá a un pequeño y disímil grupo de personajes, conocedores del mercado de la noticia que enseñan al lector lo que no debe hacerse en un periódico moderno, pero que de hecho ellos terminaran haciendo. La noticia es ahora una mercancía y un arma.

Numero Cero se desenvuelve como una parodia de la profesión periodística y para ejemplificar esto Eco imaginó un personaje que es, en cierta forma, el estereotipo del periodista, Braggadocio, espécimen hablador, paranoico, que ve conspiraciones hasta en el saludo que le das por la mañana y una casi patología investigadora que lo lleva a lugares ominosos de la naturaleza humana. Durante la novela Braggadocio realiza una serie de pesquisas que lo hacen dudar de la muerte de Mussolini, hipótesis sustentada en la transcripción de la autopsia del dictador y documentos que prueban la existencia de una organización secreta que buscaba mantener a raya a los comunistas.

El resto de los personajes citados para crear Domani, el periódico que jamás saldrá a la venta, terminan de completar el espectro periodístico con sus diferentes especialidades y manías: cultura pop, estilo de vida, la nota tendenciosa, etc.

La historia se sucede en 1992, año en que en Italia se desarrolla la conjura policial conocida como Manos limpias, que deja al descubierto una amplia y profunda red de sobornos que llevarían al descrédito de la clase política en turno. Con este contexto en mente Umberto Eco narra los duros y graciosos inicios a los que se enfrenta un periódico nuevo. Debido a esa misma coyuntura se hace creer a los involucrados que Domani será un bastión de periodismo. En realidad el tabloide solo es un medio para que Commendatore (la imitación del político y empresario corriente basado inequívocamente en Berlusconi) logre posicionarse en un nuevo circulo de poder.

Podría discurrirse bastante en la naturaleza de los personajes pero lo polémico en el libro es la descripción del funcionamiento de los medios impresos, que los desnuda mostrándolos como un arma de doble filo y al servicio de quien pueda pagarlos. Aquí un decálogo de lo que se puede entrever en la novela:

  • Nada es noticia hasta que los periódicos dicen que lo es.
  • En caso de que un periódico sea desmentido por sus lectores este cuenta con ‘fuentes confiables’ para demostrar que siempre tiene la razón.
  • La cultura no es tema de interés real. Es tratada como un extra, un suplemento para mentes ociosas. Por eso nos raro encontrar la cultura en la sección de espectáculos o por lo menos, a lado.
  • El lenguaje periodístico no es siempre precisó ni claro. Se ha estancado y creado formulas básicas para describir una realidad cambiante. Las líneas prefabricadas como ‘Según palabras de…, el procurador declaró…, el acto ha tenido lugar…, en el ojo del huracán, etc.’  han empobrecido y vuelto aburrida la lectura de los diarios.
  • Aunque son los lectores lo que pueden definir la tendencia a seguir por un periódico, ellos no estarán seguros de ella hasta leerla un día en portada.
  • El sentimentalismo vende. Siempre que se pueda entrevistar a la señora que llora a mares hay que hacerlo, aun cuando su declaración no aporte nada al entendimiento del suceso.
  • Cuando una noticia pone en riesgo intereses de gente importante para el periódico, (patrocinadores, políticos y figuras de renombre) se evita que llame la atención y el diario la disolverá en la corriente de otras notas. De preferencia esas otras notas tendrán titulares con mayor atractivo.
  • Se reconoce, cuando conviene, que la confiabilidad de un hecho no radica en el periódico ni sus fuentes, sino en la aceptación que tenga en el público. Es decir, si dos don nadies matan a una tercera por que creían que era bruja, el periódico no afirma ni niega la veracidad de la declaración, aun cuando claramente la tercera persona no sea una bruja. Si la gente quiere creer, que crea.
  • Una noticia comienza a morir en cuanto es publicada. Su importancia en la sociedad llega justo hasta la siguiente nota espectacular. La gente no tiene memoria.
  • El periódico puede incluso hacer que un hecho real pase por falso.

Este tipo de afirmaciones han puesto a Numero Cero en boca de los críticos, comunicólogos y periodistas, pues es difícil asegurar hasta que grado son ciertas y en que medios son más frecuentes. Pero seria muy ingenuo no tomar con seriedad la realidad que describen y a la que nos acercan. Ryszard Kapuscinski escribió  en su libro Los cinco sentidos del periodistas que en el momento en que los empresarios se dieron cuenta de que la noticia era otra mercancía dejo de importar su calidad y verosimilitud. Es esta novela una extensión de esa máxima, un punto de quiebre para quienes aún tienen fe en levantarse por la mañana y ver algo de su mundo reflejado en la páginas del periódico.