Por. Redacción/

En DeSazón, de Víctor Hugo Rascón Banda, tres mujeres evocan pasajes de su existencia con una pizca de soledad, arrojo y convicción para mantenerse firmes y en gratitud con la vida.

La obra narra tres historias que despiertan la memoria colectiva para poner en evidencia la corrupción, la injusticia, el racismo y, desde luego, el trato desigual al que las indígenas se enfrentan día con día.

En el décimo aniversario luctuoso del dramaturgo mexicano, el Foro Casa de la Paz de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) presenta esta puesta en escena dirigida por José Caballero y que interpretan las primeras actrices Julieta Egurrola, Angelina Peláez y Luisa Huertas, quienes darán la última función el próximo 26 de abril.

María, una menonita; Consuelo una maestra rural de la Sierra, y Amanda, una tarahumara, cuentan su experiencia de vivir en el estado de Chihuahua, evocando a través del sazón de sus platillos aquellos recuerdos que las vinculan a su pasado frecuentemente lastimoso.

El olor de la comida las remite a historias de supervivencia o acontecimientos relevantes en sus vidas, como el sabor agridulce de una relación amorosa o el aroma delicioso del hogar, que son una referencia constante a la reflexión por la injusticia y la intolerancia que enfrentan los grupos étnicos del país.

En entrevista, la primera actriz Luisa Huertas dijo que Amanda –el personaje que interpreta– es una mujer que tras ser rescatada por un joven tarahumara se integra a esa comunidad, en la que su inserción resulta tan profunda que después de muchos años pone en duda su propia identidad

“Rascón Banda crea un vínculo infranqueable entre Amanda y el mundo rarámuri gracias al talento e interés persistente por hacer teatro social, con el que además aprovecha para hablar de la guerrilla urbana de la Liga Comunista 23 de septiembre”.

La actriz sostuvo que fue el director José Caballero quien con la anuencia del autor cambió el nombre original de la obra Sazón de mujer para jugar con la palabra de-sazón y referirse el gusto y sabor que se percibe en los alimentos, así como a la intranquilidad y la tristeza frente a un relato de vida.

Después de presentar en Tijuana un libro del escritor chihuahuense que incluía las obras Table Dance y Sazón de Mujer, Huertas se sintió atraída por la historia y para darle vida pensó de inmediato en sus compañeras Julieta Egurrola y Angelina Peláez, quienes por sus biotipos y calidad actoral encajaban con los personajes.

Para este año José Caballero y el elenco decidieron presentar una corta temporada en el Teatro Orientación del Centro Cultural del Bosque, además de tener en puerta diez plazas más, luego de que la puesta en escena se ha presentado en casi todos los estados del país, así como en España, Colombia y Nicaragua.

Hace algunos años “contó con una escenografía espléndida, pero con el tiempo se ha ido simplificando a tal grado que ahora hay sólo cuatro sillas y tres actrices”, lo que ha posibilitado presentarla en los lugares más diversos, tanto en pequeños poblados como en grandes teatros.

Estrenada en 2003 en el Teatro El Galeón, la puesta en escena retrata la vigencia de la problemática que enfrentan las mujeres indígenas en sus hogares para convertirse en sujetos de poder.