Por: Montserrat Sánchez Maldonado

El valor de la solidaridad, consiste en poder ayudar a alguien sin recibir nada a cambio y sin que nadie se entere. La solidaridad se rige por la convicción de justicia e igualdad, es decir, sin hacer distinción sobre sexo, raza, nacionalidad, religión ni de afiliación política…es simplemente el ser humano desinteresado que todos podemos llegar a ser. Con el fin de concientizar a la población en general, la Organización de las Naciones Unidas (ONU), proclamó hace nueve años, el 20 de diciembre como el Día Internacional de la Solidaridad Humana.

“La solidaridad es fundamental para resolver los problemas del mundo interconectado en que vivimos. Podremos alcanzar nuestros objetivos compartidos si logramos que las personas puedan participar en la formulación y la aplicación de los planes, las políticas y los programas concebidos para modelar nuestro futuro común”, expresó por medio de un comunicado de prensa el Secretario General de Naciones Unidas, Ban Ki-moon.

Asimismo, Ki-moon ha planteado en su visión de la solidaridad global, un reconocimiento a los dirigentes del mundo signatarios de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Entre los planes que se tienen para lograr la solidaridad global, el secretario enfatizó en no dejar a nadie atrás y construir una vida digna para todos.

Este año, la celebración del Día Internacional de la Solidaridad Humana llega después de que los líderes mundiales adoptasen los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que constituye un programa nuevo e inclusivo -después de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) – para erradicar la pobreza, proteger el planeta y garantizar la dignidad para todos.

De acuerdo con la ONU, el nuevo programa de los ODS pone en el centro a la persona y al planeta, se apoya en los derechos humanos y está respaldado por una alianza mundial decidida a ayudar a la gente a superar la pobreza, el hambre y las enfermedades, por lo tanto, se forjará sobre la base de una cooperación y solidaridad mundiales.